Ignacio Ortiz Palacio, presidente del Fórum Canario Saharaui, intervino en la IV Comisión de la Organización de Naciones Unidas (ONU) dentro del 78º período de sesiones y denunció la actitud negativa y hostil del Frente Polisario y Argelia ante el diferendo relativo al Sáhara Occidental.
Ignacio Ortiz argumentó que el Frente Polisario, con el apoyo del Estado argelino, se niega a adoptar cualquier solución pacífica al diferendo saharaui.
A continuación, se reproduce la intervención de Ignacio Ortiz Palacio ante la IV Comisión en la sede de Naciones Unidas en Nueva York:
Como todos saben, el Frente Polisario lleva décadas respaldado y acogido por el Estado argelino dentro de sus fronteras, con permanente apoyo militar, político y diplomático. Este grupo armado se esfuerza en impedir cualquier solución pacífica al diferendo. Un conflicto de medio siglo que amenaza la paz y seguridad en el norte de África.
La amenaza terrorista en el Sahel es un problema que persiste con el tiempo. La permanencia beligerante del Polisario en esta ecuación, perpetuando este diferendo gracias al apoyo de su anfitrión argelino, contribuye al desequilibrio del eje atlántico-mediterráneo. Por tanto, advertimos de los nocivos efectos que conlleva mantener esta tensa situación con el paso de los años, y que ineludiblemente se resuelva de manera inmediata.

Debemos recordar que los habitantes de los campamentos de Tinduf son víctimas que sufren un permanente adoctrinamiento. Privados de una vida digna y encarcelados en el inhóspito desierto, sufren a diario unas condiciones duras y hostiles, siempre bajo el opresivo control del grupo armado polisario y de los intereses del Estado que les brinda apoyo.
En ese sentido, y en materia de derechos humanos, Amnistía Internacional señaló más de una vez (2014, 2020) que “los campamentos de refugiados de Tinduf son opacos a un escrutinio sobre esta cuestión”. Por otro lado, Human Rights Watch, señaló que “recibieron señalamientos creíbles de la persecución de algunos disidentes por parte de las autoridades, y que se infringieron derechos de civiles al ser juzgados en tribunales militares”. Todo ello con la complicidad argelina.
Algunos ejemplos son la constante represión de la disidencia, la privación de libertad de mujeres que participaron en el programa “Vacaciones en paz”, o la inmoral utilización de los niños soldado, los cuales incluso fueron exhibidos con total impunidad y desvergüenza durante la visita a los campamentos del enviado especial De Mistura.
Sin embargo, la mayoría de los saharauis viven dignamente en el Sáhara marroquí, disfrutan de una vida prospera, con trabajo y progresión social. Y votan, claro que votan, eligen a sus representantes en las urnas cuando hay un proceso electoral, y con participación abrumadora, la más alta del país. Algo de lo que el Polisario precisamente no puede presumir.

No podemos darle la espalda a la realidad actual. Con la reciente adhesión de Italia, casi la mitad de los países de la UE apoyan la propuesta de autonomía marroquí, entre ellos los de mayor relevancia. No es solo cosa de España, por mucho que pongan una y otra vez el foco en ello de manera tendenciosa desde algunos sectores. Este reconocimiento supone un espaldarazo masivo desde Europa, ratificando el aval que año tras año le otorga el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en sus resoluciones, donde no se menciona la palabra referéndum desde 2007.
No en vano, en sus últimas resoluciones se insta a “lograr una solución política realista, viable y duradera para esta cuestión, basada en la avenencia, etc.”. ¿Les suena? Son los mismos términos empleados por los Estados que ya reconocen esta propuesta.
El Polisario y sus afines siempre se aferran a resoluciones de la ONU y otros organismos para justificar su postura, todas ellas proceden de las profundidades del siglo XX. Argumentos obsoletos, alejados de la realidad imperante en el siglo XXI, la cual exige urgentemente soluciones y no resoluciones, para alivio definitivo de la población que sufre obligada este eterno viaje a ninguna parte.
Pero a este “juego” de citar resoluciones podemos jugar todos, así que permítanme que les recuerde la Resolución 2625 (1970) de la Asamblea General, cuando dice que “las partes en una controversia tienen el deber, en caso de que no se logre una solución por uno de los medios pacíficos mencionados, de seguir tratando de arreglar la controversia por otros medios pacíficos acordados por ellas”. Repito, “otros medios pacíficos acordados por ellas”.
Si hacemos caso a esa resolución, ¿no es precisamente eso lo que se pretende con la propuesta de autonomía ofrecida por Marruecos? En base a esa resolución ¿es capaz el Polisario de dar algún paso más allá de su “viaje a ninguna parte” que perpetúa esta tragedia? No, no son capaces. Al Polisario y sus afines se les llena la boca hablando de legalidad internacional, pero de manera sesgada: mencionan, omiten o sacan de contexto las resoluciones que les interesa con el fin de manipular y confundir a la opinión pública. Así, haciendo del engaño un arte, se perpetúan en el poder en base al sufrimiento ajeno, y de paso se enriquecen con ello.
La respuesta está clara, y ese medio es la propuesta de autonomía marroquí. La autonomía no solo es un potencial enfoque, es una realidad incontestable que muchos venimos defendiendo desde su origen allá por 2007. Es hora de dejar atrás esta situación de inestabilidad tras medio siglo persiguiendo utopías basadas en manipulaciones históricas creadas interesadamente por unos pocos. Hay que salvar el presente y construir el mejor futuro posible. Es una propuesta que pondrá fin a décadas de sufrimiento, reunificará a las familias en su tierra de origen y reconciliará por fin, en paz y concordia, a todos los saharauis.