La industria de defensa es clave para proteger a las democracias amenazadas

La industria de defensa es vital en estos momentos convulsos que se viven con la guerra de Ucrania y la amenaza que suponen Rusia y China para la democracia.
En este sentido, Eugenia Hernández, senior advisor en la Oficina de Seguridad y Defensa de la Consultora Llorente y Cuenca, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria y directora de UNIT, la Unidad de Análisis de Inteligencia de la Escuela de Inteligencia Económica y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, pasó por los micrófonos del programa “De cara al mundo” de Onda Madrid para abordar la situación actual mundial en relación con la invasión rusa de Ucrania y la última Cumbre de la OTAN en Vilna, Lituania.
¿Qué valoración podemos hacer de los resultados conocidos de esta Cumbre de la OTAN de Vilna?
Esta cumbre es una cumbre de guerra, en lo que lo fundamental era mantener el apoyo sin fisuras de los aliados a Ucrania. Pero es cierto que en esta cumbre no se han tomado decisiones militares. Sí, lo que se ha hecho es firmar la decisión por parte de un país muy relevante desde el punto de vista de su situación estratégica. Evidentemente, este voto que ha permitido incorporar a Suecia al entorno de la Alianza ha sido muy bien utilizado, además, por Turquía, que se está perfilando como un actor estratégico y negociador internacional que ha sacado mucho de esta cumbre.
Bien es cierto que esta cumbre no ha querido plantear un planteamiento de coalición internacional, pero la ayuda militar a Ucrania se está realizando desde los diferentes países con aportaciones evidentemente de defensa. Es una cumbre diferente a la de Madrid, porque la de Madrid tenía unos tintes de urgencia, de generar un nuevo concepto estratégico que explicara de alguna manera qué era la OTAN y recordárselo a quien parecía haberse olvidado. Quién era el enemigo, en este caso Rusia, y quién es el enemigo sistémico, en este caso China, que se considera un riesgo para nuestras sociedades democráticas y abiertas por su desarrollo tecnológico.
En esta cumbre, en realidad, lo que vuelve de alguna manera es volver a pensar en estas defensas territoriales y ver la necesidad de adecuar estos planteamientos. Es verdad que se culmina la estructura de fuerzas de casi 300.000 soldados de máximo adiestramiento y un incremento en el despliegue que ya tenemos, en los países bálticos, y se han desarrollado parte de las revisiones realizadas en Madrid. Pero, más allá de eso, Ucrania evidentemente no ha tenido un calendario de adhesión. Porque en realidad lo que está planteando la OTAN es ver cómo encaja esta Rusia, que desde el 91 ha sufrido una evolución interna, cómo encajarla en nuestra estructura de seguridad. Esa es un poco la clave.

También hay que pensar en una Rusia que tiene que encajar en la escena internacional y, sobre todo, dentro de los temas más acuciantes con un control por parte de su Gobierno de las armas nucleares.
Sin duda. Hubo una fase posterior a Yeltsin, incluso la primera parte del Gobierno de Putin, el primer mandato, en el que de alguna manera la OTAN vivó con Rusia una especie de luna de miel, una sensación de que Rusia compartía con Europa parte del entorno de los valores. Y Rusia ha tenido un desarrollo particular de qué es y qué quieren ser como nación con una potencia nuclear, pero es verdad que también hemos visto durante esta guerra que todo lo que pensábamos que Rusia tenía desde el punto de vista de la potencia militar, luego en el combate no ha sido tal. Vemos como ni Rusia gana ni Ucrania pierde y es en esta situación de tensión en la que nos encontramos.
La industria de defensa en este momento adquiere mucha mayor relevancia por los acontecimientos. ¿Hace falta consenso y más coordinación entre los países de la Alianza?
Es que son cuestiones diferentes, consenso y coordinación. En realidad, la Alianza es una alianza política que tiene como base una defensa militar de los integrantes. La industria de defensa es esa frase latina de “civis pacem para bellum”. Si no quieres tener guerra, ten disuasión, prepárate para la paz.
Por lo tanto, hay que entender que la industria de defensa no es una industria de la guerra, es una industria para defenderse. Defenderse implica mucho más que la industria de defensa. Es un concepto entender que el mundo en el que vivimos ha cambiado, que estamos en una competición estratégica en el que el derecho está cediendo paso a potencias liberales, al poder y a la imposición de la fuerza. Por lo tanto, nuestras democracias, tal y como nosotros las entendemos, están amenazadas. Por lo tanto, la industria de defensa al final es un pilar clave en lo que sería la cultura de seguridad y defensa. Es importante hablar de geopolítica, de relaciones internacionales en el debate público y de defensa, pero también de Fuerzas Armadas. Nuestras Fuerzas Armadas necesitan un refuerzo de la sociedad, pedir por sus condiciones de vida, sus salarios. Son funcionarios públicos que pueden llegar a otras cosas de hecho, se juegan incluso la vida, incluso a dar el último y más preciado esfuerzo.
Por lo tanto, es importante entender que en este debate sobre la defensa tenemos que pensar que la industria de defensa nos hace más seguros. Esto no va de cañones o mantequilla, sino de cañones como seguridad y de mantequilla porque es que sin defensa no va a haber nada más que podamos defender. Está comprometida nuestra vida y nuestra seguridad, como desgraciadamente ahora está en Ucrania. Por lo tanto, hay algo que plantear aquí y es que los ciudadanos debemos ser conscientes del incremento necesario de estos presupuestos que nos van a dar seguridad, que nos van a permitir recuperar, además, capacidades militares esenciales. En el caso de España, con la degradación presupuestaria que se ha sufrido en las Fuerzas Armadas, pero también en la industria, pues pienso en el retiro, por ejemplo, del submarino Mistral y ahora el enorme hito y la alegría que supone que España pueda tener el S-81 a través de algo tan impresionante como el proceso que ha llevado la constructora.
Pero pensar en España como un país costero, que está perdiendo capacidades, como la capacidad aérea antisubmarina; parece algo sorprendente, pero esto hay que abordarlo, hay que abordar el no perder capacidades, como el "ala fija embarcada", y entender que esto es una de las respuestas finales de esta cumbre, que además de los dominios que entendemos como parte de la guerra, tierra, mar y aire, hay dos dominios más consolidados, emergentes, como es lo ciber y el espacio extraterrestre, el espacio, y es necesario poner el foco en todo este efecto de multidominio, en todo este nuevo espectro en el que tenemos que defendernos. Por eso yo creo que es muy relevante el entender ese apoyo a la industria de defensa, ver los dobles usos.
Los GPS son doble uso. La tecnología de la que luego los civiles nos beneficiamos...
Absolutamente. Entonces, a veces hay que poner en contexto y de alguna manera en relación con la OTAN, esto es uno de los pilares importantes de la Alianza, siendo parte de ella, como socios y aliados vemos que estamos incrementando nuestras capacidades conjuntas, precisamente a través de procesos de startups, procesos de innovación tecnológica, que puedan realizar procesos de doble uso. Utilizaciones, como bien has dicho, en el entorno civil, en el entorno militar. Y, para ello, además, hay un programa (DIANA) que específicamente pone el foco en esta necesidad de colaboración entre la academia, lo militar, lo público, lo privado, para tener una preeminencia tecnológica, que podamos desarrollar este tipo de proyectos. España, además, necesita verse como un actor estratégico, y el actor estratégico que es una potencia media, y apoyar los esfuerzos que se están viendo por parte del propio Estado y de los partidos políticos, que entienden que España necesita ser fuerte como nación y que debe apoyarse, además, en una industria de defensa, que además ahora está desarrollando una estrategia industrial que va a ser relevantísima.

Una última cuestión. La celebración de la Cumbre de Lituania y luego la Cumbre en Finlandia por parte de Biden con los países nórdicos es un mensaje claro para Putin, pero los del sur reclamamos lo que la OTAN empezó a hacer en Madrid, que es mirar al sur porque la situación en Ucrania es muy, muy grave, sin duda, pero también están los rusos actuando en el Sahel y eso supone una amenaza que habría que intentar afrontar a lo antes posible, que no haya una distracción por parte de la OTAN en su flanco sur.
Absolutamente. Hay un planteamiento nacido después de la Cumbre de Madrid, y es ver a la OTAN como una OTAN global, o sea, un conjunto de socios aliados, de democracias consolidadas, que operan en un entorno global en el que somos una parte muy pequeña, en la que las emergencias iliberales son cada vez más fuertes. Por lo tanto, en la actualidad lo que sí que ha tenido OTAN con la guerra de Ucrania es una guerra cerca de nuestras fronteras. Por lo tanto, la OTAN mira al este con una guerra prácticamente del siglo XIX al siglo XXI, o sea, estamos viendo artillería, como bien has dicho, infantería, verdaderamente una guerra casi de trincheras, un norte en el que se vuelve a hacer frontera con el agresor, en este caso con Rusia, pero que además rodea uno de los elementos que van a ser geopolíticamente más relevantes en los próximos 20 años. Esos casquetes polares que se están viendo erosionados y en los que va a haber posiblemente una navegación por esa zona del mundo. Vamos a tener, por lo tanto, un franco abierto en China, en Rusia, que son los que están deseando que esa vía se abra.
Por lo tanto, es entendible geopolíticamente ese refuerzo que ha hecho la Administración de Biden en Finlandia. Pero España tiene que pensar su lugar en el mundo y ver que es muy importante pensar en cómo combatir, como se hace ahora mismo en esas reflexiones sobre las “cold weather operations”, cómo los países que tienen información, cómo combatir en entornos helados son importantes, pero qué ocurre con un sur. No sé si me gusta el concepto sur global, pero cómo España debe estar preocupada y ocupada por su posición geográfica. Nuestros riesgos y amenazas globales lo son, en tanto que pertenecientes a esta Alianza, pero es que nosotros somos unos magníficos socios y aliados, tenemos ocupaciones y preocupaciones particulares. Nuestro flanco sur es un Marruecos en el que estamos viendo que hay una posible desestabilización y un cambio del “status quo”, por ejemplo, con respecto al tema del Sáhara Occidental. Vemos las tensiones enormes entre Marruecos y Argelia, por lo tanto, nuestra mirada al sur tiene que ser mucho más profunda, mucho más evidente, y llamar la atención a esta OTAN en la que España siempre ha sido un magnífico socio, un magnífico aliado, pero nosotros reclamamos también el revisar que esos riesgos y amenazas están surgiendo de una manera muy híbrida en el sur.
Una de las respuestas o de las inclusiones de la declaración final de esta cumbre ha sido precisamente poner atención sobre estos nuevos dominios, el dominio de lo híbrido. España en los pasados meses ha sufrido una violación de sus fronteras a través de un movimiento híbrido, como fue el paso en la frontera de miles de adolescentes. Tenemos grupos paramilitares de Wagner, como bien has marcado en diferentes lugares del Sahel. Wagner, que es un grupo armado mercenario, pero lo que estamos viendo no es solo a Wagner, es Wagner como cabeza de entrada y China utilizando estos recursos paramilitares.
Es un escenario tan aterrador en el que el Estado-Nación, que tenía ejércitos regulares, que tenía normas para poder hacer la guerra, para poder ejercer la violencia, de pronto se ve con dificultades para contestar amenazas híbridas, que son mucho más complejas, pero además grupos no solo como Wagner, es que hay más grupos emergentes de mercenarios que ejercen la violencia de una manera brutal en entornos muy cercanos.