El ejecutivo israelí pierde la mayoría parlamentaria después de que una diputada se retirase de la coalición que consiguió alcanzar el líder centrista del Yesh Atid, Yair Lapid, con el líder del derechista Yamina, Naftali Bennett.
Lapid, que gobernaba con una estrecha mayoría de 61escaños en el Knesset (el parlamento israelí) de los 120 totales, atraviesa ahora una crisis política sin precedentes que puede desencadenar en la celebración de unas nuevas elecciones.
La renuncia de la diputada Idit Silman, perteneciente al partido ultranacionalista Yamina, ha cogido a todos los parlamentarios por sorpresa. Después de su salida, Silman ha anunciado que retiraba su apoyo a la coalición política y ha señalado que trabajará para la formación de lo que podría ser un nuevo gobierno.

Sin embargo, la salida de Silman no significa necesariamente la caída del bloque político. En este aspecto, su renuncia abre la puerta a tres escenarios. El primero de ellos sería la formación de una alternativa del actual gobierno a través de los miembros de la Lista Conjunta, entre los que se incluyen tres partidos árabes y 6 miembros de la Knesset.
El segundo podría movilizar a los diputados del Yamina a la bancada de Netanyahu, más concretamente al partido Likud, lo que sí que abriría la posibilidad de que el ex primer ministro consiga formar un nuevo gobierno, en caso de que lograse el apoyo de al menos 61 diputados.
Un tercer escenario es que Israel vuelva a dirigirse a unas elecciones anticipadas, un panorama que podría producirse debido a que las deserciones de los partidos de derecha del Likud siguen existiendo, todas ellas planteadas para impedir la vuelta al poder de Netanyahu.

Con la retirada de la diputada derechista el mapa político del Knesset ha vuelto a desdibujarse. Ahora son 60 diputados los que apoyan al gobierno actual, frente a 54 miembros que se oponen, lo que ha desequilibrado la balanza de la ponderación política que el Parlamento disfrutaba, solo por una ligerísima mayoría simple.
Este acontecimiento debilita a Bennett y a sus socios de gobierno en un contexto de tensión interna y regional. En este sentido, el país ha sufrido tres ataques terroristas en menos de una semana, antes del inicio del Ramadán. Los dos primeros, que acabaron con la vida de seis personas fueron perpetrados por el Daesh, mientras que el tercero fue protagonizado por un cisjordano que, tras abrir fuego contra transeúntes en la ciudad de Bnei Brak, acabó con la vida de otras cinco personas.
Por otra parte, el ex primer ministro Benjamín Netanyahu, ahora líder de la oposición, ha felicitado a la diputada tras considerar su paso como un movimiento “valiente” y animó a los otros diputados del partido Yamina a formar parte de su bloque, formación política en la que asegura que serán “recibidos con total respeto y con los brazos abiertos”. En este sentido varios medios apuntan a que Silman formará parte del bloque liderado por Netanyahu, algo que le favorece de cara a desestabilizar el actual gobierno de coalición.

La actual coalición política consiguió acceder al poder el pasado mes de junio, destronando así 12 años consecutivos de Netanyahu como primer ministro y saliendo de un trance político que se mantenía paralizado desde el año 2019.
Así, el conocido como “Gobierno del cambio” inició una etapa política que no ha estado exenta de obstáculos. La coalición compuesta por una algarama de formaciones políticas, entre las que se encuentra por primera vez en la historia de Israel un país árabe, ha sorteado una serie de desafíos que ahora parecen que han conseguido dar un importante golpe a la formación política.
En este aspecto, Netanyahu no ha sido la única oposición al bloque. Para el ex primer ministro la nueva formación política era un “gobierno débil” y llego a tildarlo de “fraude” pero estas declaraciones no fueron las más duras que recibió desde la bancada. En este aspecto, los partidos ultraortodoxos y miembros del Likud tacharon la nueva coalición de “vergüenza” y llamaron a Lapid “mentiroso”, empantanado así un panorama político que ya auguraba problemas en su política nacional.

En estos casi diez meses de gobierno el Ejecutivo de Lapid ha vivido también una frenética carrera diplomática, consecuencia directa de los Acuerdos de Abraham. En este aspecto, el nuevo gobierno ha tratado de fortalecer la cooperación y las relaciones diplomáticas con varios países árabes en pro de seguir aunando lazos en común y fortalecer la seguridad regional. Es el caso de países como Emiratos Árabes, Marruecos o Bahréin, países que han mostrado su gran disposición por seguir cooperando con el país israelí en diferentes sectores, desde el turístico hasta el armamentístico.
Esta crisis política se produce también en un momento de inestabilidad europea. La invasión de Rusia sobre Ucrania ha puesto a Israel en una importante tesitura. En esta línea, Israel mantenía acuerdos diplomáticos con Moscú en pro de salvaguardar sus intereses. Tanto es así que Bennett protagonizó el primer encuentro con Putin después de que este iniciase la invasión. Así, Israel trataría de ser un mediador entre Ucrania y Rusia con el objetivo de no significarse del todo y así no enfadar a su socio estratégico.

Por otro lado, las más que destacadas relaciones de Estados Unidos con Tel Aviv evidencian que el país israelí se mantiene en una suerte de cuerda floja que podría romperse en el caso de que Washington decida endurecer todavía más su posición respecto a Moscú, lo que podría presionar a Tel Aviv para que enfríe sus relaciones con los rusos.
Por otra parte, el conflicto palestino-israelí continúa enquistado. Las tensiones entre judíos y musulmanes han seguido latentes y así lo hemos podido ver en varias confrontaciones entre los agentes de seguridad israelíes y palestinos producidas durante los últimos meses. Además, estos enfrentamientos coinciden con la aprobación de una de las leyes más recientes que ha acogido el Knesset que decreta la negación la naturalización a palestinos de Cisjordania o Gaza que estén casados con ciudadanos israelíes. Esta ley se asegura así la defensa del carácter judío del Estado. La ley prohíbe, además, la unión de ciudadanos israelíes con ciudadanos considerados de “países enemigos” como son El Líbano, Siria e Irán.

Asimismo, coincidiendo con el mes sagrado del Ramadán, el Ejecutivo ha ordenado el despliegue de 8.000 agentes de seguridad adicionales dispersos en los controles de seguridad de Jerusalén, como es la puerta de Damasco, entrada a través de la que se acceden a los templos sagrados de los musulmanes. Este despliegue ha provocado nuevas protestas y confrontaciones por parte de los palestinos que habitan en la ciudad sagrada, enturbiando un panorama del que se espera una nueva etapa de inmovilización política.