Desde el Fondo Monetario Internacional exigen al país libanés a formar un Ejecutivo que reconduzca la situación de crisis

Líbano, obligado a formar Gobierno para contar con la ayuda internacional

photo_camera PHOTO/DALATI&NOHRA - Michel Aoun, presidente de Líbano

Las protestas en las calles provocadas por el colapso económico de la libra libanesa no son los únicos quebraderos de cabeza a los que se enfrenta Líbano. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha puesto sobre la mesa la necesidad imperiosa de formar un nuevo Gobierno que asuma el control del país para poner en marcha un proyecto de ayudas que impulse la economía del Estado libanés. El propio portavoz del FMI, Gerry Rice, ha afirmado en un comunicado oficial que hay que tomar medidas cuanto antes y aplicar “reformas económicas muy necesarias para sacar al país de su crisis financiera”. Sin embargo, exigen la formación de un Ejecutivo para poder llevar a cabo las ayudas sin las que Líbano se ve abocado a la ruina. 

Las causas de un colapso como el que atraviesa el país libanés nunca son sencillas. No se puede achacar la culpa de todo únicamente a la caída de la moneda local. Es más, posiblemente sean los escándalos de corrupción y derroche los que han derivado en una situación límite. Sin olvidar, por supuesto, la controversia que aún rodea a la explosión de Beirut y que aún siete meses después sigue siendo investigada, y no parece que la solución a las múltiples incógnitas que existen todavía se vaya a resolver en un futuro muy próximo. El escándalo en torno al devastador incidente que acabó con la vida de 210 personas sigue siendo un asunto de máxima importancia en el país que, cabe recordar, se llevó por delante al primer ministro Diab y todo su Gobierno, uno de los detonantes de esta catastrófica etapa a la que hace frente Líbano.  

Las deudas ahogan a un país que ve cómo su ciudadanía inunda las calles de protestas y caos día sí y día también reclamando unas condiciones económicas mínimamente dignas. El portavoz del Fondo Monetario Internacional ha querido recalcar que todo ayuda será poca, pero que no se hará realidad sin la formación de un nuevo Gobierno: “Es necesario formar un nuevo Gobierno de inmediato, con un mandato fuerte para implementar las reformas necesarias”. A pesar de que en este momento no existan unas conversaciones entre el FMI y Beirut, ya en mayo del año pasado comenzaron los primeros contactos para que Líbano obtuviese financiamiento basado en un plan económico elaborado por el Gobierno entonces liderado por el primer ministro Hassan Diab. 

Logo del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la sede en Washington, Estados Unidos

Ni siquiera les hizo falta esperar a la explosión del puerto de Beirut para dar por finalizadas las conversaciones. El 3 de julio, casi dos meses antes, cesaron toda negociación en relación con, según el FMI, disputas internas entre representantes libaneses acerca de las reformas que estaban planeando llevar a cabo. Lo que, sumado a la catástrofe de Beirut, acabó con toda esperanza de alcanzar un punto de acuerdo. Ahora, esperan poder encontrar ese punto intermedio que quedaron lejos de hallar en el pasado. Eso sí, sin la formación previa de un Gobierno, las necesidades del país libanés seguirán sin verse solventadas.  

Desde que tuviese lugar la explosión en la capital de Líbano, las repercusiones han estado presentes en todos los ámbitos posibles. Las primeras consecuencias llegaron tan sólo unos días después con la dimisión de Diab, que ha dejado descabezado un país que atraviesa ahora sus peores momentos. Y es que el bloqueo que vive ahora mismo el Estado libanés representa una encrucijada de la más alta complejidad. El enfrentamiento entre el primer ministro, Saad Hariri, y el presidente, Michel Aoun, mantiene en vilo a una sociedad que se ve ahogada. La reunión que mantuvieron el pasado lunes en el Palacio de Baabda no fue muy fructífera y el primer ministro manifestó que la “lista es inaceptable. El trabajo del primer ministro no es solo completar un documento que se le envía”, a lo que añadió que la Constitución de Líbano “estipula que el primer ministro debe designar quién forma su Gobierno y dar los nombres (de los ministros) antes de discutirlos con el presidente. 

El primer ministro libanés, Saad Hariri

Por su parte, el presidente Aoun manifestó a través de un comunicado oficial que “envió al primer ministro designado un documento que indica sólo la metodología de capacitación del gabinete y que comprende cuatro pilares”, restando así importancia al hecho de proporcionar nombres concretos. El propio Aoun ha afirmado en reiteradas ocasiones que si Hariri no consigue formar Gobierno – algo de lo que, de no llegar a producirse, el propio presidente tendría gran parte de responsabilidad – debería dimitir de su cargo, a pesar de tan sólo llevar desde octubre como primer ministro de Líbano. El enfrentamiento entre ambos deja en una situación que no invita al optimismo y de la que el Fondo Monetario Internacional comienza a cansarse por no ver cercana su resolución. 

La caída de la libra libanesa continúa su curso, alcanzando ya las 15.000 libras por dólar en el mercado negro. Este descenso supone la mayor crisis que haya atravesado el país desde la guerra civil (1975-1990) y representa una pérdida del 90% de su valor en un período de menos de un año. Las protestas en las calles a causa de la depreciación de la libra libanesa continúan cobrándose vidas a diario. La situación de pobreza extrema ha sufrido un aumento muy grande en los últimos meses, a lo que hay que sumar las amenazas que está sufriendo la importación libanesa ante la evidente escasez de dólares. 

Manifestantes cerca de las tiendas de campaña en llamas durante las protestas contra el Gobierno en Beirut, Líbano

Mientras el FMI espera la formación de un Gobierno que haga posible la llegada de ayudas a Líbano, países como Estados Unidos están mostrando su apoyo de forma activa para lo que por ahora parece un imposible se convierta en realidad durante las próximas fechas. El pasado jueves, la embajadora del país presidido por Joe Biden en Beirut, Dorothy Shea, se unió a un grupo de funcionarios extranjeros que pedían a los dos máximos líderes del país dejar a un lado sus diferencias para, al menos, poder recibir la ayuda financiera por parte del Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, la situación continúa estancada y las previsiones sobre un hipotético acuerdo son cada vez más pesimistas. 

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