María Senovilla, testigo del mayor intercambio de prisioneros mientras Rusia bombardeaba Ucrania

La reportera y periodista María Senovilla, colaboradora de Atalayar, analizó en el programa “De cara al mundo” de Onda Madrid el intercambio de prisioneros de guerra más grande que se ha producido desde que empezó la invasión rusa de Ucrania. Además, consideró el gran ataque aéreo masivo ruso que se produjo durante los intercambios.
María, estuviste presente en ese intercambio de prisioneros. Cada uno es una historia y se encoge el corazón viendo las condiciones y lo que representa afortunadamente este tipo de intercambio que alivia a muchas familias.
A muchas familias que recibieron a sus seres queridos y a otras que recibieron información gracias a esos recién llegados. Este intercambio de prisioneros duró todo un fin de semana, se llevó a cabo a lo largo del viernes, sábado y domingo, porque fue el intercambio de prisioneros de guerra más grande que se ha producido desde que empezó la invasión rusa de Ucrania.
Este intercambio respondía al acuerdo que alcanzaron hace dos semanas las delegaciones rusa y ucraniana en Turquía, esa reunión que ya analizamos aquí casi en directo en estos micrófonos, y a la que no acudieron ni Putin, ni Trump, evitando así que se pudieran llegar a acuerdos de más trascendencia. El único avance que se dio fue este acuerdo denominado 1.000 por 1.000, porque han sido mil prisioneros de cada bando liberados. El intercambio tuvo que hacerlo en tres jornadas consecutivas, precisamente porque eran mil personas, con la complejidad que eso conlleva cruzar a mil personas de cada bando en autobuses a través de una frontera de un solo golpe. Así que se hizo a lo largo de esos tres días.
Yo estuve presente en el primero de esos intercambios, en el lado ucraniano, por supuesto, y fue, de verdad, uno de los acontecimientos más emotivos que yo he cubierto en estos más de tres años de conflicto. Ese primer día llegaron 390 personas, había 120 civiles entre ellos, pero la prensa no tuvo acceso a la parte civil, solo al personal militar, y llegaron en autobuses que cruzaban la frontera con Bielorrusia y llegaban hasta Chernihiv.

Allí en Chernihiv les esperaban cientos de familiares, tanto de prisioneros de guerra como también de desaparecidos en combate. La gran mayoría de esas personas que estaban esperándoles para darles la bienvenida, envueltos en la bandera de Ucrania, sabían que sus seres queridos no estaban en esos autobuses. Pero estas familias acuden a cada intercambio, infatigables, portando fotografías de sus hijos, de sus padres, de sus maridos, de sus hermanos, para mostrárselas a esos cautivos recién llegados con la esperanza de que los hayan visto con vida, de que hayan coincidido en algún centro de detención ruso con ellos y les den noticias.
Porque en muchos casos si algún recién llegado reconoce a estos soldados de las fotografías, es la única prueba de vida que reciben esas familias en meses o incluso en años, porque Rusia viola sistemáticamente el Estatuto del Prisionero de Guerra, los tiene aislados, no les dejan que tengan contacto con Cruz Roja Internacional ni tampoco que mantengan correspondencia con sus familias. Ambas cosas, lo de contactar con Cruz Roja Internacional y lo de poder cartearse con sus familias, está recogido en el derecho internacional. Del lado ucraniano sí se respetan.
Incluso aquí hay familiares de desaparecidos en combate y de prisioneros de guerra, que se quejan de que Ucrania no solo respeta el Estatuto del Prisionero de Guerra, sino que les da incluso más cosas que no tendría por qué. Por ejemplo, les deja llamar por teléfono a sus familias. Algo que no tienen obligación, pero que les parece que por humanidad está bien hacerlo.
Entonces, las familias del lado ucraniano se quejan de que a sus prisioneros de guerra les tienen completamente aislados y de que eso no es lo peor, porque desde el primer intercambio que se llevó a cabo en esta guerra, allá en 2022, ya se han venido denunciando las terribles torturas a las que someten a estos soldados en las cárceles rusas. Después de ser liberados, he detallado el calvario por el que han pasado, he detallado que en pleno siglo XXI y en el mundo supuestamente civilizado se permitan seguir pasando estas cosas. Pero bueno, más allá, daba dolor verlos bajar de aquellos autobuses, porque pese a sus sonrisas, lágrimas de alegría cada vez que se encontraban con algún familiar o que podían por videollamada ver a sus padres, a sus hijos, todos estaban absolutamente demacrados, muy por debajo de sus pesos. Algunos eran esqueletos andantes y de verdad que en su mirada se podía intuir por todo lo que habían pasado.
En resumen, entre las tres tandas llegaron mil personas, muchos de ellos llevaban desde 2022 cautivos, porque había combatientes de Mariúpol y también de otros soldados que habían sido capturados durante los primeros meses de la invasión. Había familias que llevaban más de tres años esperando que volvieran a casa.
Fue el intercambio número 65 de esta guerra que, desde que Ucrania invadió ese pedacito de Rusia en la región de Kursk el pasado mes de agosto y capturó allí a miles de soldados rusos, estos intercambios se reactivaron, porque del lado ucraniano tenían personal que ponían encima de la mesa para que volvieran los ucranianos. Y ha sido el intercambio más grande que se ha dado desde ese 24 de febrero de 2022.

Hablas del intercambio de prisioneros más grande de la guerra que coincidió con el ataque aéreo ruso también más grande desde que empezó la invasión a gran escala y tú viviste las dos cosas.
Así es. Fui a cubrir lo de los prisioneros, luego me quedé en Kiev y asistí en primera línea también al ataque aéreo masivo ruso más grande desde que empezó la invasión a gran escala. Además, coincidió exactamente con los tres días de intercambio. Por la mañana intercambiaban a esos prisioneros de guerra y por la noche lanzaban esos ataques masivos combinados además entre drones y misiles de forma simultánea contra una veintena de ciudades ucranianas. También se produjeron en la noche del viernes, del sábado y del domingo, los más duros.
Cada noche devolvían 300 prisioneros de guerra y lanzaban más de 300 drones suicidas además de 100 misiles que se lanzaron a lo largo de esos tres días. Fue tremendo. Además, fueron contra el corazón de las ciudades. Yo en Kiev, que me alojo normalmente en el centro, salías al balcón y escuchabas perfectamente los enjambres de drones por encima de todos los tejados en el centro, en el casco antiguo de la ciudad, y a las defensas antiaéreas intentando tirotearles con ametralladoras de gran calibre para que no impactaran porque normalmente estos drones Shahed van directamente contra edificios de vivienda.
La primera noche de los 367 medios aéreos que Rusia lanzó, entre drones y misiles combinados, la defensa antiaérea pudo neutralizar 266, pero hubo otros 100 que impactaron. Hubo muertos, hubo heridos, hubo muchísimo caos. No está dentro del imaginario de la gran mayoría de las personas, las imágenes que se vieron esa noche de gente saliendo a la calle ensangrentada después de que un dron hubiera impactado en su edificio, de gente saliendo a la calle, aunque afortunadamente no estaba herida, pero que su casa había quedado destruida con un boquete porque esos drones habían impactado. También los misiles hicieron destrozos.

Yo estuve al día siguiente en un pueblo que está a 30 kilómetros de Kiev capital, también en la región, que se llama Marjaliska, y ahí un misil Iskander había borrado del mapa, había pulverizado, una calle entera del pueblo. Era un pueblo más o menos grande, un sitio muy tranquilo, un misil había caído ahí y había pulverizado una calle entera. O sea, ya no había calle. Tuve ocasión de hablar allí con los supervivientes, y te hablan de que primero lanzaron el misil y luego les lanzaron drones. Esa táctica que ya viene siendo habitual rusa de los ataques de doble toque para que cuando llegan los servicios de emergencia tengan una nueva explosión y puedan matar a más personas. Y ya te digo que fue terrorífico, porque además durante tres noches seguidas genera fatiga.
Las tres noches al filo de la medianoche empezaron los ataques, que ya empiezas a escuchar las sirenas, te metes en internet a comprobar esos canales de monitor, donde te van diciendo si han despegado cazabombarderos, si vienen solo drones, desde qué dirección vienen, porque los localizan con el radar y avisan a la población civil para que si el ataque es serio acudan a los refugios.
Miles, miles y miles de personas durmieron en las estaciones de metro en Kiev. Era tremendo verlo, recordaba a las primeras semanas de la invasión cuando Rusia perpetró ese cerco a Kiev y esos bombardeos masivos y la gente pues no le quedaba otra que refugiarse en las estaciones de metro. El fin de semana pasado fue lo mismo, las estaciones estaban atestadas, la gente estaba echada en el suelo, algunos sobre sus abrigos, otros llevaban esterillas, sillas plegables, había muchísimos niños, porque las familias con niños intentan ponerlos a salvo a la primera notificación, como es lógico, de que viene un ataque masivo.
Aun así, en la ciudad de Zhitomir mataron a tres niños de una misma familia, una casa fue bombardeada por un dron y murieron los tres niños. Los padres están muy graves en el hospital. Ayer tuvo lugar el entierro, el funeral de esos tres pequeños, y se concentró toda la ciudad de Zhitomir allí y no son las únicas víctimas. Ha habido varias escenas de víctimas y casi un centenar de heridos entre esos tres días que ha tenido continuados de ataques aéreos masivos.

Esta es la guerra, realmente lo que pasa. Te iba a preguntar sobre las declaraciones políticas, ¿hay alguna confianza en que el lunes pueda haber algún tipo de negociación o se está jugando con esa mesa de negociación otra vez para el próximo lunes?
Zelensky tiene que estar ahí y tiene que decir que está esperando a que Rusia acepte alto el fuego, aun sabiendo que eso no va a suceder. Pero tiene que estar ahí para que quede claro, para que se ponga en evidencia ante el resto de la Comunidad Internacional que Ucrania tiene la mano tendida a esas negociaciones y que es Rusia la que en estos momentos no quiere poner punto final a la guerra.
Y no va a pasar porque ahora mismo, da igual lo que digan los portavoces rusos, Rusia está enfocadísima en su ofensiva de verano. Ha intensificado la actividad en todos los frentes de combate. Está ahora mismo presionando muchísimo aquí en el Donbás, es tremendo, nada que ver con la situación hace unos meses que ya era mala, ahora es mucho peor. También en Járkov, en Sumy… Y esos ataques con los que los compaginan contra las ciudades que por si alguien tenía duda, el fin de semana pasado, de que al llevarse ese intercambio de prisioneros a cabo que había sido fruto de un acuerdo en Turquía, era el primer paso para la paz, no obstante, por la noche quedó claro con esos ataques terribles que no había ningún primer paso para la paz. Es lo que la población civil aquí tiene totalmente asimilado, pero aun así Zelensky tiene que tender la mano, tiene que acudir a todos los compromisos internacionales y tiene que dejar claro que es Putin el que ni quiere tender la mano ni quiere terminar la guerra.
Ahora también hubo una declaración, un tweet en este caso, de Donald Trump, muy al estilo Donald Trump, llamando loco a Putin, porque ya se ha visto, que ha sido el gran bluf de este año, que Donald Trump pretendía terminar con la guerra de Ucrania inmediatamente después de tomar posesión del cargo, y después de estos 130 y pico días de mandato, ha visto que no hay nada que hacer, que no está en su mano y que tampoco está en la mano de Zelensky. La pelota está en el tejado ruso, el poner punto final a esta guerra está en manos de Vladimir Putin y no tiene ninguna intención.