El coronel Assimi Goita ha sido designado este miércoles presidente del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo

Los militares prometen la celebración de elecciones en Mali en un “periodo razonable”

photo_camera Arouna Sissoko / AP - El coronel Ismaël Wague, portavoz del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo, en una rueda de prensa en Kati, Malí, el miércoles 19 de agosto de 2020

La inestabilidad y la incertidumbre amenazan el futuro de Mali. El coronel Assimi Goita ha sido designado este miércoles presidente del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo, tan solo un día después de que el presidente de este país, Ibrahim Boubacar Keita, en el poder desde 2013, presentase su dimisión y la de todo su Gobierno, horas después de haber sido arrestado en un golpe militar.

La Unión Africana (UA), la Unión Europea, Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de la ONU han condenado la detención de Keita y han exigido su libertad, así como la del primer ministro Boubou Cisse, y la de otros capturados en el golpe que tuvo lugar este martes. “Malí se encuentra en una situación de crisis sociopolítica. Ya no hay lugar para los errores. Con la intervención de ayer, lo que hemos hecho es poner al país por encima de todo, Malí ante todo”, declaró Assimi Goita tras presentarse como presidente del Comité Nacional Para la Salvación del Pueblo (CNSP).  

Goita, según ha explicado la agencia de noticias EFE, no estaba entre los favoritos para liderar esta junta militar, sino que los nombres que sonaban eran los del coronel Malick Diaw y el también coronel Sadiou Camara. El CNSP ha invitado a los secretarios generales de los ministerios a mantener una reunión en la sede del departamento de Defensa para seguir trabajando y garantizar la prestación de los servicios públicos. 

Fuerzas de seguridad en Bamako, Mali, el miércoles 19 de agosto de 2020

Es más, dadas las circunstancias, la UA ha anunciado su decisión de suspender a Mali como miembro de la organización hasta que se restaure el orden constitucional en el país. En un comunicado publicado en la red social Twitter, el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat, condenó la detención forzada del presidente de Malí y rechazó “cualquier intento de cambio inconstitucional de gobierno en Malí”. Además, en esta misma declaración oficial, pidió a los amotinados que “dejen de recurrir a la violencia y opten por el respeto a las instituciones del país”. Por otro lado, instó a la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), Naciones Unidas y toda la comunidad internacional que a “oponerse a cualquier uso de la fuerza como medio para poner fin a la crisis política en Malí”.

Los líderes del movimiento que derrocó el pasado martes al presidente Keita han anunciado que planean establecer un Gobierno de transición y celebrar elecciones. Este incidente se produce en un momento crítico para la nación africana, en donde desde el pasado mes de junio se han ido sucediendo una serie de protestas masivas, cuya principal consigna era la dimisión de Keita a quien criticaban por no ser capaz de abordar la corrupción que asola al país o restaurar la seguridad. La cúpula detrás del golpe ha pedido este miércoles a la comunidad internacional que continúen apoyando a Mali en estos momentos y han asegurado que el arresto del presidente y el primer ministro está justificado “por años de mal Gobierno, corrupción, nepotismo y un deterioro en la situación de seguridad”. 

“El patrocinio político, la gestión familiar de los asuntos estatales, ha acabado matando cualquier oportunidad de desarrollo en lo poco que queda de este hermoso país”, ha subrayado el portavoz del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo Ismaël Wague, en un discurso que ha sido recogido por el periódico The New York Times. “Estamos interesados en la estabilidad del país, que nos permitirá organizar elecciones generales para permitir que Malí se dote de instituciones sólidas dentro de un plazo razonable”, agregó en una intervención en la que apareció flanqueado por soldados y en la que pidió una “transición política que conduzca a unas elecciones generales creíbles para el ejercicio de la democracia a través de una hoja de ruta que sentará las bases para un nuevo Malí”.

Asimismo, durante este discurso anunció el cierre de todas las fronteras áreas y terrestres y la imposición de un toque de queda de 21:00 a 5.00. “Nuestro país se está hundiendo en el caos, la anarquía y la inseguridad principalmente por culpa de las personas que están a cargo de su destino”, incidió. 

La coalición “Movimiento 5 de junio- Agrupación de Fuerzas Patrióticas” (M5-RFP, por sus siglas en inglés) ha anunciado este miércoles su intención de cooperar con los militares que tomaron el poder en el país el pasado martes, de acuerdo con AFP, quien ha tenido acceso a la declaración de la oposición.  Este movimiento ha asegurado que “trabajará en el desarrollo de un plan de acción que se negociará con el Comité Nacional de Salvación del Pueblo y todos los poderes del país”. Los líderes del golpe militar han mantenido una serie de conversaciones con algunos de los máximos representantes de la oposición que han acogido con satisfacción el derrocamiento del presidente Keita. 

Un día antes, el mandatario maliense apareció en la televisión para anunciar que la Asamblea Nacional y el Gobierno serían disueltos como consecuencia de su salida. “No deseo que se derrame más sangre por mantenerme en el poder”, aseguró durante su discurso. En los últimos años, la oposición ha acusado a Keita y a su Gobierno en reiteradas ocasiones de pecar de “amiguismo” o de corrupción, sobre todo después de las elecciones del mes de agosto de 2018, cuando Keita ganó la reelección en unos comicios que, según los partidos de la oposición, estuvieron protagonizados por una serie de irregularidades.  El Gobierno hizo caso omiso a la sociedad maliense y volvió a convocar elecciones este mes de marzo a pesar del brote de coronavirus, el aumento de la violencia y del secuestro por hombres armados del principal líder de la oposición, Soumaila Cisse. 

Además, la economía del país, que depende principalmente del oro y del algodón, ha sufrido las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 y del aumento de la insurgencia. Esta situación ha llevado en los últimos meses a miles de personas, lideradas por una coalición de políticos, líderes de la sociedad civil y un imán popular, a salir a las calles para exigir la renuncia de Keita. 
 

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