Al menos dos efectivos de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y un soldado afgano perdieron la vida y otros nueve resultaron heridos en Afganistán a causa de una ofensiva interna perpetrada supuestamente por un soldado que vestía indumentaria militar afgana. Se está investigando el suceso y no se descarta tampoco un posible ataque extremista talibán, lo que podría afectar al actual curso de las negociaciones de paz.
La ofensiva se desarrolló en el cuartel de Shirzad, emplazado en la provincia de Nangarhar, al este del país asiático. “La información que tenemos indica que un individuo con uniforme afgano abrió fuego con un arma automática contra la fuerza militar conjunta estadounidense y afgana”, explicó recientemente en una nota oficial Sonny Leggett, portavoz de las Fuerzas Armadas norteamericanas radicadas en Afganistán. Leggett señaló además que se están investigando los hechos acaecidos y que los heridos están siendo tratados en una base militar de EEUU.
Mientras, una fuente consultada por la agencia de noticias AFP indicó que “un soldado afgano disparó” contra militares estadounidenses y que “los combates duraron mucho tiempo”. Además, un funcionario afgano explicó que “varios helicópteros entraron y salieron de la instalación militar causando bajas” y que no se sabe “cuántos muertos o heridos hay”.
Ningún grupo extremista ha reivindicado el atentado, pero están abiertas varias vías de investigación. Aunque hay que destacar que la región de Nangarhar, donde se materializó el ataque, es una zona de gran actividad talibán y de miembros del grupo terrorista yihadista Daesh.
No se descarta nada. De hecho, el pasado mes de diciembre, talibanes infiltrados en tropas afganas mataron a nueve soldados en otra operación parecida. Ya en julio también un soldado afgano mató a dos militares estadounidenses que se hallaban en una instalación castrense afgana en Kandahar, al sur de Afganistán. Este incidente ocurrió semanas después de que otro soldado afgano matara a un coronel del Ejército del país asiático en la provincia de Ghazni, al este.
El ataque de las últimas horas llega en medio de las conversaciones de paz que llevan a cabo en Qatar tanto Estados Unidos como los negociadores de los talibanes para poner fin al conflicto afgano y para sacar a las tropas estadounidenses del país, extremo este último que es condición indispensable para los insurgentes de cara a entablar ya un contacto directo con el Gobierno de Afganistán para pacificar la nación. Unas negociaciones que llevan buena marcha para alcanzar el fin deseado, pero que pueden ser puestas en riesgo por ofensivas como la sufrida en Shirzad.
El presidente de EEUU, Donald Trump, ya hizo alusión en su último discurso sobre el Estado de la Unión a la necesidad de retirar contingentes militares propios en determinadas zonas del extranjero para evitar pérdidas humanas y materiales, sobre todo en lugares donde no son vitales para los intereses del gigante norteamericano.
Esta escalada de violencia en suelo afgano con presencia norteamericana tiene su origen en 2001 con los atentados del 11 de septiembre en suelo estadounidense; a partir de los cuales Estados Unidos persiguió a Osama bin Laden, el por entonces líder del grupo terrorista de Al-Qaeda, al que dio muerte y desarrolló una lucha internacional contra el terrorismo yihadista que actualmente continúa.