Se respira inseguridad en Vilna. La rebelión armada del grupo de mercenarios Wagner y su líder, Yevgeny Prigozhin, genera una gran desconfianza en Lituania, el enclave de la OTAN fronterizo con la región rusa de Kaliningrado y Bielorrusia que será el centro de la geopolítica mundial los próximos 11 y 12 de julio. El escenario es inédito.
Al despliegue de las armas nucleares rusas a Bielorrusia y la amenaza de su presidente Lukashenko de usarlas, se suma ahora la sombra de Progozhin y el traslado al régimen de Minsk del grueso de su ejército de mercenarios. Esa fue la negociación por la que acabó la insurrección militar de Wagner: el exilio del Prigozhin y la oportunidad de los soldados que le siguieron de sumarse a las filas del Ejército ruso para “seguir sirviendo a Rusia”, o unirse a mismo destino que su jefe. Pero la incertidumbre de los próximos pasos de Prigozhin, a escasos kilómetros de Vilna, domina la atención en todos los movimientos de la OTAN.

“Observamos que Bielorrusia se ha convertido en un refugio para criminales de guerra”, eran las palabras tajantes del presidente lituano Gitanas Nauseda, el anfitrión de la cumbre. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, con quien se ha reunido en Vilna, ha sido igual de crítico con los acontecido: “Seguimos de cerca la situación en Rusia. Los acontecimientos del fin de semana son un asunto interno de Rusia y una demostración más del gran error estratégico que cometió Putin con su anexión ilegal de Crimea y la guerra contra Ucrania”.
Lejos de valoraciones, la cita en la capital lituana se ha centrado en las reclamaciones de Nauseda para reforzar la seguridad. El ministro alemán de Defensa que acompañaba la misiva ha cumplido con creces las demandas del país: “Estacionaremos de forma permanente 4.000 soldados en Lituania para proteger el flanco oriental de la Alianza”, que se sumarán a los 1.300 efectivos que ya dispone la OTAN en Lituania.

Pero Alemania no es la primera en actuar. España ya anunció que iba a contribuir la seguridad de la cumbre con la unidad de antimisiles NASAMS, que se desplazarían desde Letonia, donde se encuentran ahora. En cualquier caso, Stolteberg ha asegurado que la OTAN tiene 300.000 soldados listos para intervenir en caso de amenaza a cualquier Estado miembros de la organización.
Una advertencia con recorrido
Los países bálticos son la punta de lanza de la OTAN. Estonia, Letonia y Lituania son las fronteras de la Alianza Atlántica con Rusia, y precisamente ese enclave le vale como blanco de las amenazas del Kremlin, junto a Finlandia y Suecia. Fue uno de los puntos clave en la anterior cumbre de organización en Madrid, y lo seguirá siendo en la próxima de Vilna.

Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, los países bálticos han demandado más seguridad en el flanco este. La OTAN ha multiplicado por diez sus efectivos en la frontera con Rusia desde febrero de 2022, con más de 40.000 efectivos desplegados, pero la inédita revuelta militar de Prigozhin y las amenazas nucleares han obligado a Lituania a insistir en reforzarlo mucho más.
“Estamos preparados para adoptar medidas adicionales, si es necesario, para proteger nuestras fronteras”, ha defendido el primer ministro de Letonia, Krisjanis Karins. Fronteras terrestres y aéreas tras los últimos movimientos de Rusia en el mar Báltico, en el marco de la misión báltica de la OTAN.