La periodista y analista internacional, Marta González Isidoro, pasó por los micrófonos de “De Cara al Mundo” para analizar la situación de Israel tras su 75 aniversario

¿Qué amenazas afronta Israel?

AFP/YOAV DUDKEVITCH - El primer ministro más longevo en la historia de Israel, Benjamín Netanyahu

En la última entrega del programa “De Cara al Mundo”, en Onda Madrid, contamos con la participación de Marta González Isidoro, periodista y analista internacional, para analizar en una entrevista con Javier Fernández Arribas la situación de Israel tras las multitudinarias protestas contra la reforma judicial de Netanyahu, el apoyo de Pedro Sánchez a estas protestas y los últimos enfrentamientos en Gaza.

¿Por qué piensa usted que un presidente del Gobierno, por muy representante de la Internacional Socialista puede hacer un vídeo criticando a un país amigo?

No puede y no debería. Me atrevería a decir que el personaje de Pedro Sánchez, de alguna manera, ha sobrepasado al personaje que se inventó. De todas formas, es curioso porque no se puede desligar la opinión que tiene un líder de la Internacional Socialista con el papel que ejerce, en el caso de Pedro Sánchez, de presidente de una nación soberana y amiga.

Hay que tener en cuenta que en el Gobierno de España hay socios que están considerados antisemitas, y es un hecho objetivo porque hay informes abalados presentados en la Unión Europea. Pero el que un presidente del Gobierno, en su calidad de líder de una Internacional Socialista y con un Gobierno en el que determinados socios tienen unas posiciones tan profundamente antiisraelíes no es solamente un problema diplomático que ocasiona con Israel, sino que da a entender que la propia España es favorable a ese tipo de argumentos y de ideología.

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No creo yo que España sea antisemita.

No lo es, pero da la impresión. Cuando uno lee la prensa más agresiva contra España en Israel y fuera de Oriente Medio se pone precisamente el foco sobre la atención de unas palabras que han sobrepasado el personaje y la calidad de institución que representa.

Leí un artículo suyo en Vozpópuli sobre el 75 aniversario de Israel. Quizá las condiciones no sean lo que todos esperábamos para poder celebrar este aniversario.

Efectivamente. Israel celebra su 75 aniversario, es un Estado muy joven, no es el único Estado joven en la región, porque todos han nacido y han surgido en las mismas condiciones después de la Segunda Guerra Mundial. No nos vamos a retrotraer a la historia, pero sí es verdad que está pasando por un momento especialmente difícil por dos razones. Por un lado, porque a nivel regional se están produciendo unos cambios muy importantes. No solamente con los acuerdos de Abraham y con el reconocimiento de Israel en la región, sino también con el estrechamiento de nuevo de las relaciones entre Arabia Saudí e Irán, que pueden dar un vuelco a esa relación y a ese nuevo orden que se está abriendo. Ahí Israel puede tener una ventana abierta, pero también si la crisis interna se agudiza puede perder ese tren.

Por otro lado, la crisis interna, que se está viendo por esa polarización de un sector de la población que está cansada del exceso liderazgo de Netanyahu y de alguna manera percibe que no está a gusto con la nueva composición del Gobierno surgido tras las elecciones de noviembre. Por otro lado, es verdad que hay un sector de la población que está preocupada no ya por la deriva, sino por las consecuencias que una reforma judicial planteada de una forma muy agresiva puede tener en el conjunto de la legislación israelí. Luego vemos también que hay un cambio cultural y un cambio demográfico en Israel que de alguna manera puede definir los próximos 25 años del país.

¿Hay riesgo de que se perciba un Israel débil por la crisis política y eso pueda cambiar algún tipo de actitud en algunos países como Irán?

Es un riesgo. De hecho, toda debilidad o fractura interna es vista con particular gozo por parte de Irán y de las milicias proxis que financia. No solamente Hamás y la Yihad Islámica, sino también Hezbolá, los hutíes en Yemen o las milicias sirias, que son más preocupante que las milicias iraquíes.

Yo creo que no hay riesgo de fractura en Israel, por mucho que la prensa internacional hable continuamente de fractura. Son movimientos que forman parte del propio bagaje del judaísmo. Están acostumbrados a liderar y a lidiar con causas que no les gustan y forma parte de la propia democracia. No creo que el país termine o derive en un Estado teológico, teocrático o no democrático, como se apunta en Europa.

¿No hay entonces animadversión contra los ultraortodoxos como se publica?

No hay una Constitución escrita en Israel, pero las leyes básicas lo que demuestran es que hay un equilibrio que se ha sabido mantener, sobre todo, en la primera y en la segunda fase desde la creación del Estado, es decir, durante los primeros años hasta los años 80 ha habido un equilibrio entre los movimientos más laicos y los movimientos más ortodoxos.

Desde los años 80 hasta ahora, digamos que el país se ha vuelto conservador en las prácticas; sigue manteniendo las prácticas judías como un acervo cultural y también religioso en un sector que está demográficamente creciendo, pero no ha habido ruptura o peligro de que la democracia israelí transite hacia una teocracia como se apunta. Lo que sí es cierto y lo que sí me parece que en este momento estamos en un punto de inflexión es que hay una nueva demografía, no solamente en el sector ultraortodoxo que está creciendo, sino también en un sector muy laico, que se está de alguna manera apartando de la parte del judaísmo conservador cultural y se está intentando asimilar a los movimientos laicos de los países occidentales. Ese choque sí puede ser importante en los próximos años.

Pensábamos que era cuestión de poco tiempo el que Arabia Saudí se incorporara a los Acuerdos de Abraham. Ahora, con la recuperación de las relaciones con Irán, hay más dudas. ¿Cómo piensa usted que ahora mismo eso se puede estar cocinando?

Yo creo que no va a cambiar la relación con Israel. De hecho, los Acuerdos de Abraham han venido para quedarse. No creo que haya un retroceso, todo lo contrario, creo que se van a ir abriendo con el paso del tiempo a más países, incluso a países que tienen una mayoría de población musulmana chiíta, como es el caso de Azerbaiyán u otros lugares. En el caso de Arabia Saudí, está buscando su tiempo. Es verdad que la coalición de Gobierno israelí no es la más apropiada para que Arabia Saudí de pasos significativos porque la región está muy incendiada. El tema palestino está de forma muy efervescente.

¿Hay alguien que le interese esa efervescencia y atice otra vez más la crisis con los palestinos?

A Irán le interesa. Le interesa porque está cerrando el círculo. Lleva ya una década intentando posicionarse como un actor político en la región y fuera de la región, no solamente con el tema del programa nuclear, sino con el programa balístico. Es el de misiles de medio y largo alcance el que más preocupa a Israel por encima del nuclear, que es fácilmente neutralizable. Sí es cierto que Irán ha utilizado las milicias proxis, principalmente Hezbolá o los hutíes en Yemen, para cercar y para crear ese arco chií. Un arco estratégico de buscar una salida al Mar Mediterráneo, y por eso busca un corredor terrestre, pero también las milicias de Hezbolá como una forma de presión.

Pero luego tenemos también en la parte palestina que no solamente no hay un liderazgo unificado, sino que desde el punto de vista estructural es una sociedad que está quebrada, partida, sin liderazgo y que, además, no le interesa tener un Estado independiente porque vive de los subsidios de la comunidad internacional. Si se ve con rigor dónde han ido a parar los fondos en la comunidad internacional, no solamente en los organismos internacionales basados en Naciones Unidas, sino en la cooperación individual de los países, no han ido a potenciar las instituciones palestinas para que sean fuertes a nivel educativo o a nivel de infraestructuras, es decir, hay una corrupción muy sangrante en el liderazgo y no hay recambio.

Entonces, la cuestión es que hay una parte importante del liderazgo palestino, de los jóvenes palestinos, que están encontrando precisamente en Irán y en las milicias proiraníes como Hezbolá un apoyo. Y eso es un factor de desestabilización tanto por la parte palestina como por la parte de Israel. Veremos cuál es el papel que puede jugar Arabia Saudí después de reconducir sus relaciones diplomáticas con Irán, que yo creo que de si alguna manera va a servir para suavizar el foco de los hutíes, también puede servir para suavizar la situación con Hezbolá y a largo plazo llegar a un acuerdo con los palestinos. Yo creo que la cuestión del acuerdo con los palestinos, igual que el acercamiento con Arabia Saudí, es cuestión de tiempo.   

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