Sudán: la mayor catástrofe humanitaria del siglo XXI

- Contexto
- Creciente catástrofe
- Éxodo sin fin
- El hambre como táctica de guerra
- ¿Existe un futuro optimista?
Sudán atraviesa una terrible etapa a consecuencia de la guerra civil que desde hace varios años enfrenta al Ejército nacional liderado por Abdel Fattah Al-Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) comandadas por Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti.
Una contienda bélica que está dejando un panorama desolador para la población, que está padeciendo la denominada mayor catástrofe humanitaria del siglo XXI.

Contexto
Tras la caída del régimen Omar Al-Bashir en 2019, Sudán inició una transición que prometía democratización y paz. Se firmaron acuerdos con grupos armados y se conformó un Gobierno de transición, pero todo se construyó sobre bases débiles.
En abril de 2023, estalló un conflicto entre las Fuerzas Armadas y las FAR, antiguos aliados en el golpe militar de 2021 contra el Ejecutivo del primer ministro Abdalla Hamdok.
Lo que debía ser una transición democrática impulsada tras la caída de Al-Bashir terminó en una lucha por el control total del país.
La lucha se ha concentrado en zonas urbanas como Jartum (la capital) y en la región de Darfur. Las FAR han sido especialmente acusadas de cometer atrocidades contra comunidades africanas no árabes, incluyendo masacres, violaciones y desplazamientos forzados, lo que podría considerarse un genocidio.

Creciente catástrofe
La noche del 2 de junio, se registró un violento ataque en la región de Darfur del Norte, en las inmediaciones de Al-Coma, que tuvo como objetivo un convoy humanitario. La caravana, compuesta por 15 camiones pertenecientes al Programa Mundial de Alimentos (PMA) y UNICEF, transportaba aproximadamente 100 toneladas métricas de suministros críticos en materia de nutrición, salud, educación y agua, saneamiento e higiene (WASH), destinados a asistir a niños y familias en la ciudad de El Fasher.
El ataque dejó al menos cinco personas fallecidas y varios heridos. La ONU ha señalado, tanto al Ejército sudanés como las FAR como responsables de una “grave violación del derecho internacional humanitario”. Este trágico suceso es solo uno de los múltiples episodios que reflejan la magnitud del desastre humanitario en curso.
Con una población de aproximadamente 51 millones de personas, el país ha sufrido decenas de miles de muertes a causa del conflicto. Además, los datos reflejan una preocupante realidad en materia de derechos humanos: el 72 % de los encuestados ha reportado haber sido víctima de violencia física y sexual, detenciones arbitrarias y reclutamiento forzado.
A esto se suma una crisis infantil alarmante: el 66 % de los menores en edad escolar no está asistiendo a clases, lo que compromete seriamente el futuro de toda una generación.

Éxodo sin fin
Desde que estalló el conflicto, aproximadamente 4 millones de personas se han visto forzadas a abandonar el país, buscando refugio en naciones vecinas como Etiopía, Egipto, la República Centroafricana, Eritrea, Sudán del Sur, Chad y Libia.
Mamadou Dian Balde, director regional de la Agencia de la ONU para los Refugiados, advirtió sobre la gravedad de la situación: “Los desplazados terminan buscando seguridad en países que ya enfrentan sus propias crisis, lo que limita gravemente nuestra capacidad para brindar incluso la asistencia más básica”. Esto puede generar un riesgo eminente para la estabilidad regional e incluso global.
El caso de Chad ejemplifica claramente estas repercusiones. Según ACNUR, el número de refugiados en el país vecino se ha triplicado en poco más de dos años. Esto ha llevado al país a una situación límite, con sus ya frágiles sistemas de asistencia completamente desbordados.

El hambre como táctica de guerra
En mayo de 2018, el Consejo de Seguridad de la ONU inició un avance significativo en el derecho internacional humanitario. Una resolución reforzó los compromisos establecidos en los Protocolos Adicionales de los Convenios de Ginebra de 1977, prohibiendo expresamente el uso del hambre como método de guerra. Mas allá, los grupos armados deben facilitar el acceso sin restricciones a la ayuda humanitaria. También se demandó investigar y sancionar los ataques dirigidos contra infraestructuras esenciales.
Por primera vez, 7 años después, se están abriendo procesos judiciales contra individuos acusados de utilizar deliberadamente el hambre como arma de conflicto. Los primeros casos relevantes están teniendo lugar en Gaza y Sudán.
En Sudán, las proyecciones para 2025 son devastadoras: más de 3,2 millones de niños podrían padecer desnutrición aguda y, al menos, 770.000 estarían en estado crítico. Pero mientras la emergencia humanitaria se agrava, el acceso a estas poblaciones es cada vez más difícil. Las autoridades bloquean permisos de entrada y las organizaciones humanitarias enfrentan amenazas constantes, en un escenario que evidencia cómo la guerra se vuelve no solo más violenta, sino también más deshumanizante. Negar asistencia no es solo una omisión: es una estrategia de guerra que castiga a los más vulnerables.

¿Existe un futuro optimista?
En 2025, la ONU y sus socios hicieron un llamado urgente para recaudar 6.000 millones de dólares destinados a atender la crisis humanitaria en Sudán. También, en un intento por responder a la creciente inestabilidad en la región, algunos Estados han promovido en las últimas semanas el levantamiento del embargo de armas sobre Sudán del Sur, una medida apresurada y profundamente controvertida. Organizaciones como Amnistía Internacional han advertido que esto podría agravar aún más la violencia en un territorio ya al borde del colapso.
Sin embargo, más allá de estos gestos puntuales, predomina una actitud de distancia y pasividad. Potencias como Estados Unidos y varias naciones europeas han reducido drásticamente sus contribuciones a la ayuda humanitaria, priorizando otras crisis como las de Gaza y Ucrania.
Aunque hay ayuda sobre el terreno. En el contexto de la ayuda humanitaria, Médicos Sin Fronteras desempeña un papel fundamental en la respuesta a la crisis en Sudán. Esta organización médico-humanitaria internacional y sin fines de lucro ha estado presente en el país desde 1979. Desde el inicio del conflicto en abril de 2023, ha mantenido un esfuerzo constante para responder a las nuevas necesidades de la población afectada. Actualmente, brinda apoyo a 15 centros comunitarios de atención, 22 hospitales, y 42 centros de salud primaria e incluidas clínicas móviles. Además, desarrolla campañas de vacunación, trata casos de desnutrición y responde a brotes de enfermedades. No obstante, las restricciones impuestas por el Gobierno y la limitada respuesta de la comunidad internacional siguen dificultando el acceso y la eficacia de la ayuda humanitaria.
Ante este panorama, el ex primer ministro Abdalla Hamdok ha insistido en que la única vía sostenible para superar el conflicto radica en la implementación de un proceso político inclusivo que conduzca al restablecimiento de un Gobierno civil. Mientras tanto, Sudán permanece atrapado en lo que la directora ejecutiva de UNICEF cataloga como “la crisis humanitaria más grande y devastadora del mundo”.