Unos días antes de la apertura de la 32ª Cumbre de la Liga Árabe, el 19 de mayo, el presidente argelino recibió, el martes 10 de mayo, al ministro saudí de Asuntos Exteriores, el príncipe Faisal bin Farhan Al Saud.

Tebboune, mal recibido en la cumbre árabe de Riad

tebboune et le prince farhane

El objetivo de la visita del ministro saudí era tratar un tema muy importante a los ojos del reino saudí, muy interesado en el éxito de la cumbre árabe.
Contrariamente a lo que quisieron dar a entender las autoridades argelinas, el ministro saudí no fue a Argel para entregar al presidente argelino la invitación para asistir a la cumbre de Riad. Ésta le fue entregada por otra vía. El del embajador del reino en Argel ante el Ministerio argelino de Asuntos Exteriores.


Según una fuente próxima al círculo presidencial argelino, el príncipe Faisal Bin Farhane Al Saud fue enviado especialmente para hacer comprender al presidente argelino que el rey Selmane no desearía ver un espíritu belicoso ni la menor animosidad entre los participantes y, en particular, los jefes de los Estados presentes en la cumbre de Riad. La indirecta es clara. Esta es la posición del gobierno de Argel con respecto a su vecino marroquí. Es imposible que el rey Selmane vea a Tebboune haciendo muecas o gesticulando hostilmente en presencia del rey Mohamed VI si éste se encuentra entre los presentes.


Cabe recordar que sólo Argelia y Marruecos, dos países miembros de la Liga Árabe, no mantienen relaciones diplomáticas. Éstas se rompieron por iniciativa de Argel el 24 de agosto de 2021, tras una reunión del Consejo de Alta Seguridad, que había decretado, en la misma ocasión, el cierre del espacio aéreo argelino a todo avión matriculado en Marruecos. Una ruptura de relaciones regularmente adornada por mensajes belicosos transmitidos por la prensa oficial argelina a Marruecos. Una belicosidad que llega hasta el punto de impedir la participación de la selección marroquí de fútbol en el campeonato africano sub-23.


Sin proponer una mediación para evitar otro rechazo que afectaría al orgullo saudí, el príncipe Faisal expresó su deseo de que las dos delegaciones, argelina y marroquí, se reunieran al margen de la cumbre para limar las diferencias que envenenan las relaciones entre los dos países. Como de costumbre, el presidente argelino negó la existencia de litigio alguno por parte de Argelia. Sin embargo, insistió en la amenaza israelí que supone para Argelia la normalización de las relaciones entre Marruecos e Israel. A lo que el ministro saudí respondió que el reino saudí lograría obtener un compromiso oficial marroquí si la parte argelina aceptaba entablar conversaciones con su vecino.


Sin ser dueño de la decisión, como lo fue su predecesor Andelaziz Buteflika, el actual inquilino del palacio El-Mouradia se comprometió a hacer todo lo posible para garantizar el éxito de la cumbre de Riad. Un compromiso insignificante a ojos de los saudíes en la medida en que Tebboune aún no había recibido la invitación para participar. También es insignificante en la medida en que el país organizador insiste en los hechos y no en las palabras para garantizar el éxito de la reunión. Es lo que ya ha conseguido al ser el impulsor del regreso de Siria al redil árabe sobre una base seria y con unas condiciones muy concretas que Damasco ha estado dispuesto a aceptar.


En el fondo, los argelinos han comprendido el mensaje del emisario saudí, pero no parecen ceder un ápice en su posición hostil contra Marruecos. La supervivencia de un régimen que se alimenta de amenazas imaginarias y de la existencia de enemigos internos y externos para desviar la atención del pueblo argelino de los problemas reales que aquejan a un país joven y rico gobernado por una gerontocracia que lo ha empobrecido por su incapacidad para gestionar la riqueza mediante la mala administración, la corrupción y el robo. Prueba de ello es el número de generales, jefes de gobierno y ministros condenados a largas penas de prisión.