Túnez-Libia: ¿un acercamiento de los dos vecinos en 2023?

Mientras los combates entre milicias rivales se reanudaban en Trípoli el 14 de agosto pasado, Túnez se mostró como un apoyo inquebrantable al Gobierno de Unidad Nacional de Libia (GUN dirigido por Abdulhamid Dabeiba, primer ministro de la entidad desde el 13 de marzo de 2021) al acoger a varios heridos en los recientes enfrentamientos en la capital libia desde el 20 de agosto. Desde la reforma constitucional de Kaïs Saïed del 25 de julio de 2021, Túnez también ha experimentado un episodio de múltiples crisis en todos los ámbitos que afectan a su estabilidad económica, política y social.
En este contexto, el alcance de las relaciones entre Túnez y el gobierno de Trípoli despierta la interrogación, especialmente en lo que se refiere a la duplicidad de las relaciones entre los dos países “hermanos”. En este sentido, 2023 marca un acercamiento significativo entre los dos Estados, a pesar de las disensiones que subsisten.
Un complejo de superioridad histórica de los tunecinos sobre el vecino libio
La proximidad geográfica y humana de Túnez y Trípoli es un hecho histórico bien probado. Las tribus del sur de Túnez y de la Tripolitania están intrínsecamente vinculadas y las fronteras, trazadas de manera bastante arbitraria bajo los Otomanos y después durante el protectorado francés, no han permitido diferenciar fundamentalmente los dos países. De hecho, Túnez y Libia estaban a punto de unirse en 1974 para formar un nuevo Estado, la República Árabe Islámica, proyecto finalmente abandonado por el presidente tunecino Habib Bourguiba, que temía una crisis política. Sin embargo, desde la década de 1980 y la mayor afirmación de las identidades nacionales de los dos Estados, Túnez, históricamente más abierto a la comunidad internacional, se ha ido separando gradualmente de sus asociaciones con Libia, deseando mantener su neutralidad táctica y encontrar asociaciones más estables.
Además, a partir de 2011 y tras el fracaso de la transición democrática posterior a Gadafi, los combates y la violencia se sucedieron en Libia, lo que provocó la emigración de más de un millón de libios a Túnez, que no rechazó acoger a esos refugiados, la mayoría de los cuales todavía viven en Túnez en 2023. Este impulso humanitario, junto con la distribución de alimentos y paquetes humanitarios en Libia durante la década de 2010, forjó en los tunecinos un sentimiento relativo de superioridad sobre una población libia sumida en el caos.
En ese clima, las autoridades libias enviaron a Túnez en enero un convoy de varios camiones cargados de alimentos que escaseaban en Túnez, como harina o aceite. Esta ayuda ha sido percibida como una humillación por el pueblo tunecino, que no ha dejado de reaccionar en las redes sociales: recibir ayuda de un estado fallido ha sido visto como una afrenta. Esa operación de ayuda humanitaria se había reiterado en abril, sin contradecir a la opinión pública tunecina.

¿Hacia una nueva orientación de la asociación económica?
Desde 2022 y el fin de las restricciones comerciales relacionadas con el Covid-19, la asociación económica entre Túnez y Libia se ha acelerado: el gobierno tunecino registró en 2022 una mejora del 67% del comercio con respecto al año 2021, alcanzando un valor de 3027 millones de dinares tunecinos. Libia sigue siendo el primer socio comercial africano de Túnez, según cifras del Observatorio Económico de la Complejidad, el comercio entre Túnez y Libia ha crecido casi un 46,9% en los últimos cinco años.
El año 2023 también deja observar la intensificación de la asociación económica entre ambos países con la multiplicación de conferencias, foros o encuentros de alto nivel entre representantes políticos y empresariales, todo ello a pesar de los sucesivos puntos de desacuerdo. Por ejemplo, en enero se organizó en la ciudad de Misrata, en Trípoli, el primer foro tunecino-libio para el desarrollo de la industria y el comercio.
Pero la iniciativa notable del año 2023 por el momento sigue siendo la creación de un corredor comercial continental Túnez-Libia hacia los países del África subsahariana anunciado el 10 de agosto por losministros de Economía de ambos países, con la meta de desarrollar la zona fronteriza de Ras Yedir. En un contexto de diversificación de sus asociados económicos, Túnez está llevando a cabo una dinámica de diversificación de sus asociaciones internacionales, más allá de los tradicionales aliados de Europa occidental. Además de la creación de esta zona, ambas partes también han compartido su intención de formar una comisión bilateral dedicada a la integración de este corredor en la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLECAF).
La reciente reunificación de los bancos centrales de las dos entidades políticas libias para formar el Banco Nacional de Libia el 22 de agosto parece una buena señal para impulsar una asociación que sólo requiere inversiones de ambos Gobiernos para funcionar.

El reto migratorio, punto de fricción entre los dos Estados
Desde julio, el reto migratorio ha vuelto al centro de las preocupaciones de la relación Túnez-Trípoli. La política tunecina de expulsión de los migrantes irregulares subsaharianos en las fronteras libia y argelina ha provocado la ira de las organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos, acusando a Túnez de violar los derechos humanos al expulsar a cientos de personas a la zona fronteriza de Ras Jedir, en condiciones extremas por debajo de los 50°C.
La reacción de las autoridades libias ante la afluencia de cerca de 700 migrantes, según las estimaciones del lado tunecino, ha afectado la reputación internacional de Túnez. La Guardia Fronteriza libia publicó varios vídeos a finales de julio, que se compartieron en medios de comunicación libios del GUN, como The Libya Observer, en los que rescataban a los migrantes que vagaban por el desierto. La reacción de los políticos tunecinos no se hizo esperar, criticando la decisión de las autoridades libias y poniendo un freno a la relación.
Por otra parte, las entrevistas telefónicas y otros encuentros que tuvieron lugar durante ese período no permitieron disipar las dudas sobre la voluntad bilateral de gestionar la crisis migratoria. Por ejemplo, a principios de julio, Nabil Ammar y Najla El Mangoush, ministros de Asuntos Exteriores de Túnez y Libia, respectivamente, señalaron la necesidad de cooperar contra las “redes del crimen organizado”. Esto se concretó con un acuerdo el 9 de agosto con el establecimiento de un acuerdo entre las dos partes para la distribución de los migrantes irregulares.
Ahora mismo, la problemática migratoria parece haberse estabilizado entre Túnez y Trípoli, eclipsada por los recientes enfrentamientos entre milicias armadas en Trípoli.

Túnez, mediador internacional en la crisis libia
Debido a su frontera directa con Libia, Túnez ha sido a menudo una base y un punto de cruce directo para los convoyes humanitarios y las operaciones militares y políticas que han tenido lugar en Libia, incluida la UNSMIL (Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia). De hecho, las principales embajadas occidentales habían deslocalizado sus embajadas y consulados durante gran parte de la década de 2010, como Francia, Alemania o Italia. Por lo tanto, Túnez es en general el punto de encuentro de todas las misiones, organizaciones o think tank que se interesan de cerca o de lejos por la situación política en Libia.
Por ejemplo, Túnez acogió en marzo una reunión de múltiples instituciones, entre ellas la UNSMIL, el Comité 5+5 para Libia y los Jefes del Estado Mayor de los ejércitos del GUN y del Ejército de Liberación Nacional (ALN), bajo las órdenes del mariscal Khalifa Haftar.
En una reunión con el embajador de Estados Unidos en Túnez y el enviado especial de Estados Unidos en Libia el 22 de agosto, el ministro de Asuntos Exteriores tunecino Nabil Ammar recordó el compromiso de Túnez con una solución del marasmo político libio entre las dos partes (GUN y el mariscal Khalifa Haftar) sin intervención extranjera. De hecho, una nueva intervención extranjera en Libia podría afectar la estabilidad de Túnez tanto como su neutralidad estratégica con respecto a sus
vecinos regionales. No se debe omitir tampoco los intereses de seguridad nacional de Túnez, que considera tal amenaza la presencia de numerosos contingentes extranjeros en la frontera libia.
Por consiguiente, las perspectivas de la relación entre Túnez y Libia siguen siendo prometedoras: asociaciones económicas en marcha, un acercamiento político seguro entre Túnez y el GUN, así como la certeza de la neutralidad tunecina en la crisis libia. Sin embargo, la invitación del Mariscal Khalifa Haftar el 22 de agosto pasado a una delegación rusa para “conversar sobre una asociación militar más profunda” presagia la continuación de un conflicto latente en Libia con la voluntad de este último de no dejar el poder en manos del Gobierno de Unidad Nacional.