Turquía ha colocado un sistema de defensa aérea en el aeropuerto de Maitika (Mitiga), al norte del territorio libio y cerca de Trípoli, de cara a proteger esta base donde aloja a parte de sus Fuerzas Armadas dentro del escenario de la guerra civil que asola la nación y que enfrenta al Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), dirigido por el mariscal Jalifa Haftar, y al Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj.
El nuevo entramado de protección ante ataques aéreos provisto por el Ejército turco en esta infraestructura aeroportuaria es de diseño estadounidense, denominado modelo Hawk, aunque de fabricación turca tras obtener la licencia de este, bautizado en este caso como XX1, según fuentes militares.
A pesar del compromiso que se adquirió en la pasada cumbre de Berlín del 19 de enero, se sigue suministrando equipamiento y soldados a las partes enfrentadas. El cónclave del país germano significó la reunión, por primera vez en años, de los bandos opuestos en el conflicto libio que dura ya siete años y que se originó por el choque entre las fuerzas que acabaron derrocando al dictador Muamar el Gadafi en 2011. En el encuentro en la ciudad alemana, Sarraj y Haftar (antiguo miembro de la cúpula militar de Gadafi) acordaron un “plan integral” para solventar el problema de la guerra libia, con la aplicación de un alto el fuego y una comisión de verificación integrada por ambas partes para garantizar que no fuese incumplido. A pesar de este encuentro, se han venido sucediendo los sucesos violentos y la escalada bélica con acusaciones mutuas de violaciones del alto el fuego. Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, llegó a hablar incluso de “juego sucio” por parte del líder del LNA.

Ahmed al-Mismari, portavoz de las Fuerzas Armadas de Haftar, advirtió que la coalición formada por el GNA y Turquía habían aprovechado el armisticio decretado para situar el sistema de defensa antiaéreo en la base de Maitika, además de supuestamente desembarcar más armas, vehículos militares y mercenarios, según palabras recogidas por el medio EG24News. Junto a ello, fuentes castrenses también indicaron que Turquía había desplazado un importante número de drones Bayraktar TB2, capacitados para la vigilancia y el ataque. Una infraestructura aeroportuaria de Maitika que ha sido objetivo en diversas ocasiones de las acometidas del LNA.
Tras un acuerdo previo entre Sarraj y Erdogan, se pactó la llegada a Libia de efectivos turcomanos y mercenarios a sueldo de Turquía provenientes de Siria; además se rubricó un convenio económico para el reparto de aguas en el Mediterráneo central de cara a la explotación de extracciones de gas, algo denunciado por Chipre y Grecia por violar supuestamente las leyes internacionales al incursionar en aguas jurisdiccionales de islas griegas.
La Organización de Naciones Unidas (ONU), que patrocina desde 2016 al GNA, sigue evidenciando que se está violando el alto el fuego pactado y el embargo de armas decretado porque se reproducen los enfrentamientos y porque sigue llegando material a los grupos armados rivales en la zona.
El país turco liderado por Recep Tayyip Erdogan trata de consolidar posiciones importantes en torno a la capital tripolitana ya que ahí está instalado el Ejecutivo de Sarraj, sustentado internacionalmente por la ONU y, más recientemente, por la propia Turquía y Qatar. Frente a un LNA apoyado sobre el terreno por Rusia, Francia, Arabia Saudí, Egipto o Emiratos.

Las huestes de Jalifa Haftar controlan ya gran parte del territorio, a falta del enclave de Misrata y del principal bastión oficialista de Trípoli, después de haberse hecho con ingentes zonas del resto del territorio y con yacimientos petrolíferos clave como los de Al-Sharara y Al-Fil, cuestión que no es menor ya que la principal fuente de riqueza existente en el país norteafricano es la del crudo.
El LNA argumenta que su cruzada está destinada a acabar con los reductos terroristas refugiados en Trípoli para instaurar la paz en el país y un posterior proceso político de transición. En este sentido, Abdel Hadi al-Hawij, responsable de Exteriores del Ejecutivo de Tobruk representado por el LNA de Haftar, remarcó que, después de "la liberación de Trípoli de sus carceleros", el "Gobierno de Tobruk” buscará un diálogo y una reconciliación nacionales para reconstruir un "país para todos los libios sin marginación o exclusión".
Mientras, el GNA defiende su posición al presentarse como el poder político legítimo en Libia frente a lo que entienden como golpe militar rebelde.