Un cuarto buque de perforación turco se sumará en agosto a las operaciones de exploración de hidrocarburos puestas en marcha por Ankara en el Mediterráneo oriental, un área donde rivaliza por los recursos naturales con Israel, Líbano, Grecia, Chipre o Egipto. El vicepresidente y antiguo viceprimer ministro, Fuat Oktay, fue el encargado de anunciar la incorporación inminente de la nueva embarcación, denominada Abdulhamid Han en honor al trigésimo cuarto sultán otomano, durante una ceremonia celebrada en la República Turca del Norte de Chipre con motivo del Día de la Paz y la Libertad del 20 de julio. Un gesto simbólico, gasolina para el nacionalismo.
Con 238 metros de eslora, 42 de manga y 68.000 toneladas de peso, el Abdulhamid Han se convertirá en el buque más potente de la flota de la “Mavi Vatan” (en español, Patria Azul) la doctrina marítima turca desplegada hace cuatro años con el objetivo de imponer su dominio sobre las aguas del Mediterráneo oriental, controladas en gran parte por Grecia, “en base a los derechos de soberanía que corresponden a Turquía”, según la versión del Gobierno. La nueva embarcación cuenta con una profundidad máxima de perforación de 12.200 metros, y posee una torre de 104 metros de altura y capacidad para 200 tripulantes.
“Los recursos de hidrocarburos del Mediterráneo no son juguetes de los grecochipriotas. Ninguno de los intentos de excluir a Turquía y a la República Turca del Norte de Chipre en el Mediterráneo Oriental ha tenido éxito y no lo tendrá”, subrayó desde Nicosia el vicepresidente turco, quien puso en valor las cualidades del buque Abdulhamid Han, adquirido en noviembre por la empresa estatal de energía Turkish Petroleum Corporation (TPAO, por sus siglas en inglés) para acompañar a los Fatih, Yavuz y Kanuni, el resto de los componentes de la flota turca. Hasta el momento, la embarcación ha estado activo en el puerto meridional de Taşucu.
La medida, anunciada a bombo y platillo desde los medios oficialistas, podría reavivar las disputas políticas y territoriales con Grecia y Chipre. En agosto de 2020, Turquía inició unas maniobras militares en aguas del Mediterráneo tras conocer que sus rivales habían realizado ejercicios aeronavales conjuntos ante la escalada de las tensiones. Ese fue el clímax. Entonces estuvo a punto de estallar un conflicto que viene de lejos y mezcla múltiples causas. Desde la delimitación de las aguas territoriales hasta la división territorial de la isla de Chipre, pasando por la explotación de los vastos recursos energéticos.
Abdülhamid Han sondaj gemimizin önümüzdeki ay Akdeniz’de faaliyetlerine başlaması planlanıyor. pic.twitter.com/dTQknW5qeM
— Fuat Oktay (@fuatoktay) July 20, 2022
Los aliados de la OTAN, cuyos líderes apenas mantienen abiertos canales de diálogo desde que el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan decidiera vetar las conversaciones con el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, por haber presionado contra la venta de cazas F-16 a Turquía en su visita a Estados Unidos, han protagonizado una batería de choques dialécticos –y no solo dialécticos– por los hidrocarburos y otros asuntos jurisdiccionales. Recientemente, Ankara ha acusado a Atenas de haber violado el espacio aéreo y el estatus de las islas del Egeo para desplegar bases militares, acusaciones rechazadas de plano por las autoridades helenas.
El día y emplazamiento desde donde Oktay ha hecho el anuncio no es casual. Nicosia es la capital de Chipre, una isla fragmentada en cuatro partes. Los grecochipriotas controlan la mitad suroeste y los turcochipriotas, la noreste. Una línea marca la divisoria, la denominada zona de amortiguación gestionada por Naciones Unidas. Por último, Reino Unido controla dos áreas de Bases Soberanas en tanto que potencia colonial, que nunca fueron cedidas. El 20 de julio de 1974, una intervención militar turca como consecuencia del golpe de Estado grecochipriota que pretendía anexionar la isla a Grecia provocó la partición, vigente en la actualidad.
Chipre forma parte de la Unión Europea. De hecho, es el último Estado miembro en sufrir una o varias escisiones. La parte grecochipriota funciona con amplia autonomía y es reconocida por la comunidad internacional, mientras que la mitad turcochipriota está controlada ‘de facto’ por Turquía, siendo la nación euroasiática la única que reconoce su soberanía. El derecho internacional, sin embargo, no supone un problema para Erdoğan, que presiona desde hace años para repartir de forma equitativa los recursos energéticos próximos a la isla de Chipre.
El statu quo no beneficia a Ankara, que ha boicoteado los esfuerzos de Atenas por declarar una zona económica exclusiva (ZEE) en las diminutas pero numerosas islas griegas desperdigadas en las proximidades de la costa turca, la más extensa del Mediterráneo, una conquista legal que eliminaría de un plumazo la capacidad de maniobra de Turquía. El diálogo, única vía contemplada por la legalidad internacional para la resolución del diferendo, está estancado. A las partes se le resiste el acuerdo y la proliferación de embarcaciones solo alimenta el frentismo.