Ranil Wickremesinghe sucederá a Rajapaksa como presidente de Sri Lanka hasta el final de su mandato, en 2024, mientras los movimientos populares del país se reorganizan también en su contra

Un nuevo presidente para Sri Lanka

AP/ERANGA JAYAWARDENA - Los legisladores de Sri Lanka eligieron el miércoles al seis veces primer ministro Ranil Wickremesinghe como presidente, desafiando el riesgo de que la votación reavivara la agitación entre un público indignado por la grave crisis económica, humanitaria y política del país surasiático

Sri Lanka. La ‘lágrima de la India’. Un pequeño Estado insular en el océano Índico cuyo renombre en la escena internacional parecía, hasta hace escasas semanas, no exceder los límites del turismo, la tranquilidad y las costas paradisiacas. Un país casi desconocido hasta que las mediáticas imágenes de hordas de manifestantes asaltando el Palacio Presidencial saltaron a las portadas de todos los medios y dieron la vuelta al mundo. 

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Durante días la situación del país atrajo las miradas de la mayor parte de la comunidad internacional; miles de protestantes toman las calles esrilanquesas en respuesta a la peor crisis del país hasta la fecha. Los manifestantes se hacen con el control del Palacio Presidencial. La residencia del primer ministro es asaltada también. Ambos, los jefes de Estado y de Gobierno –Gotabaya Rajapaksa y Ranil Wickremesinghe, respectivamente – anuncian su dimisión para “garantizar un traspaso pacífico del poder”. El presidente Rajapaksa abandona el país. Se declara el estado de emergencia. 

Uno detrás de otro, el territorio esrilanqués ha venido encadenando convulsos acontecimientos que parecían dirigir al país hacia un diferente, pero incierto, horizonte sociopolítico. Sin embargo, el nombramiento de Ranil Wickremesinghe como presidente, respaldado por gran parte la formación Sri Lanka Podujana Peramuna (SLPP) de la que formaba parte su predecesor, sugiere unos cambios menos radicales. 

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Wickremesinghe, el eterno presidenciable 

Ranil Wickremesinghe, representante de 73 años del Partido de Unidad Nacional (UNP), uno de los políticos con más experiencia en el escenario político de Sri Lanka, lograba este miércoles sellar por fin su ambición de dirigir el pequeño país insular, tras haber ocupado la jefatura de Gobierno hasta en 5 ocasiones, y haber rozado la presidencia, al menos, 7 veces.

De hecho, las últimas semanas han dado a Wickremesinghe la oportunidad de llegar a ostentar ambos cargos. Mientras que, por un lado, la dimisión del entonces primer ministro, Mahinda Rajapaksa (hermano de Gotabaya Rajapaksa), el pasado mes de mayo, colocaba a Wickremesinghe a la cabeza del Ejecutivo esrilanqués; la posterior salida de Gotabaya Rajapaksa del país –atemorizado por el descontento ciudadano– ha llevado al político a suceder al depuesto presidente en la jefatura del Estado. 

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Y es que, pese a que tanto Rajapaksa como Wickremesinghe anunciaron su dimisión tras el asalto al Palacio Presidencial del 9 de julio, solo el presidente esrilanqués concluyó su renuncia el pasado miércoles, cuando escapó del país en un vuelo militar con destino a las islas Malvinas. Solo con el propósito de viajar desde allí hasta Singapur. Desde entonces, el otrora primer ministro Wickremesinghe ha asumido el cargo de jefe de Estado interino

Y así, como presidente interino de Sri Lanka, Wickremesinghe decretaba este martes un estado de emergencia en el país (para evitar nuevos disturbios que pusieran en riesgo las votaciones parlamentarias de este miércoles 20). Y, también como presidente interino, llegaba a la Cámara esrilanquesa para enfrentarse, en una votación secreta, contra el candidato del partido SLPP, Dullas Alahapperuma –principal oponente de Wickremesinghe –, y el de la coalición izquierdista NPP, Anura Kumara Dissanayake, por el liderazgo de Sri Lanka.

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134 de los 225 parlamentarios dieron su respaldo a Wickremesinghe como sucesor electo del depuesto Rajapaksa, por lo que, durante los siguientes dos años, el “eterno presidenciable” de 73 años se convertirá en el presidente ‘de facto’ encargado, ahora, de retomar las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre un posible rescate financiero. 

Sin embargo, para los manifestantes que han liderado unas protestas de más de 100 días, la victoria de Wickremesinghe parece significar la reimposición del mismo régimen que arrastró al país al descalabro económico, y un motivo para levantarse de nuevo. “Esta es la elección de 225 parlamentarios, no la elección del país”, decía uno de los manifestantes para la agencia de noticias EFE. 

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La peor crisis desde su independencia en 1948

El movimiento ciudadano esrilanqués surgió de manera masiva a finales del pasado mes de marzo, cuando miles de personas se lanzaron a las calles del pequeño país para exigir la dimisión de Rajapaksa por su nefasta gestión de la crisis económica que asolaba al país. La peor desde su independencia de Reino Unido en el año 1948. 

El incumplimiento de unas deudas internacionales que superan ya los 51.000 millones de dólares estadounidenses, la drástica reducción de las divisas y una inflación superior al 55% despertaron el descontento en el seno de la población. Pero la incapacidad de importar productos básicos –tales como alimentos o medicamentos –, los cierres de escuelas, las cancelaciones de procedimientos médicos de urgencia y las prohibiciones de ventas de combustibles al público fueron las gotas que colmaron el vaso. 

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Y es que, según la población esrilanquesa, las erráticas políticas gubernamentales son, desde hace ya más de tres años, incapaces de dar respuesta a los problemas turísticos causados por una serie de atentados en la Pascua de 2019, y por la pandemia de la Covid-19. Algo clave en un país cuya principal fuente de ingresos es, precisamente, el sector del turismo. 

En este escenario, algunos de los manifestantes que se hicieron con lugares emblemáticos como la Secretaría de la Presidencia, en la capital esrilanquesa de Colombo, y que lograron la huida de Rajapaksa, esperan ahora conseguir lo mismo con el recién nombrado jefe de Estado, Wickremesinghe. “Ahora ya sabemos que Wickremesinghe es más inteligente que Gotabaya o Mahinda Rajapaksa", explicaba Lahiru AM Fernando, uno de los protestantes que ahora teme por el arresto de quienes permanecen en los campamentos, a la agencia EFE. “Ya arrestó en los últimos días a varias personas. Por eso queremos empezar, de nuevo nuestra, protesta pacífica contra Ranil. Go home Ranil”.

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¿Una crisis contagiosa en ciernes?

Ahora, mientras las consecuencias de la guerra ruso-ucraniana parecen alargar su sombra en el escenario internacional con cada día que pasa, crecen los temores de que situaciones como esta se repitan a lo largo y ancho del mundo. Sobre todo, en los países en vías de desarrollo. “Los países con altos niveles de deuda y un espacio político limitado enfrentarán presiones adicionales. No hay que mirar muy lejos, Sri Lanka es una señal de advertencia”, decía la directora del FMI, Kristalina Georgieva. 

Pues, aunque el levantamiento de Sri Lanka es atribuible a factores bastante específicos, como la deficiente gestión de las autoridades; la inflación desbocada, la disminución crítica de las divisas y la creciente factura energética son elementos desestabilizadores comunes que la pequeña nación insular comparte ya con otros vecinos, como Bangladesh, Laos, Nepal o Pakistán. Resultando, en palabras de Georgieva, en un futuro internacional “extremadamente incierto”.