En boca de todos. Así se encuentra Arabia Saudí desde hace meses. El país liderado de facto por el príncipe Mohammed bin Salmán (MBS, de aquí en adelante) está captando la atención de buena parte del mundo. Y lo está haciendo por diversos factores que se analizarán en las siguientes líneas. Si bien es cierto que sus movimientos en política exterior o los múltiples fichajes de estrellas del fútbol europeo son algunos de los motivos que más ruido están generando, la realidad es que el trabajo de los saudíes cuenta con muchas aristas, todas ellas establecidas de forma premeditada y concienzuda.
Vision 2030 es la referencia, el marco del que forman parte todas las iniciativas de un país que ha apostado fuertemente por erigirse como uno de los líderes a nivel mundial en el plazo más corto posible. Y el camino, al menos por el momento, está consiguiendo grandes resultados. La voluntad de alejarse de la dependencia del petróleo ha hecho que Arabia mire a otros campos y los esté abordando de tal forma que son muchos los que ya miran de reojo al país saudí, primero, como un actor determinante de las relaciones internacionales, y segundo, como un más que probable destino laboral.

Un nuevo jugador clave en el Orden Mundial
Es una de las prioridades del Gobierno saudí. Querían ganar importancia en la escena política, dejar atrás la imagen del petróleo y el dinero. Convertirse en elemento clave del panorama geopolítico era un camino que Riad quería emprender, y lo ha hecho de forma contundente. Su histórica disputa con Irán, escenificada en Yemen, acabó – auspicio chino mediante –, y han restablecido sus relaciones diplomáticas poco menos de una década después. Una de las mayores grietas de Oriente Medio quedó cerrada y la estabilidad, que siempre ha brillado por su ausencia en la región, parece más cercana.
Los pasos en esa dirección no han hecho sino aumentar a medida que pasa el tiempo. El último, uno de los objetivos prioritarios de Arabia, entrar como miembro de pleno derecho en el grupo de los BRICS – asociación económico-comercial formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica –. Junto a Argentina, Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos, los saudíes han sido invitados a formar parte de la asociación que une ahora a países que difícilmente podrían haberse sentado en una misma mesa de negociación hace unos meses. De ahí que todo movimiento, con China como director de orquesta, siga una ruta meticulosamente dibujada.

Arabia Saudí gana enteros para convertirse en elemento clave del tablero internacional. Su ya conocido poderío económico se está viendo fuertemente refrendado por una evolución política que pretende llevarlos al centro de la escena mundial. Algo que está propiciando que muchos hayan comenzado a mirar de reojo al país saudí, no sólo como un gigante petrolífero, sino también como un atractivo destino laboral.
NEOM: Trabajar en el proyecto de 500.000 millones de dólares
El buque insignia de Vision 2030. Un megaproyecto sostenido por cuatro iniciativas que pretenden atraer decenas de miles de trabajadores procedentes de todo el mundo. Descrito por sus creadores como la oportunidad de vivir en un “nuevo futuro” que ya se encuentra en construcción, ofrece puestos en los campos de “industrialización e innovación, desarrollo corporativo, salud y seguridad, finanzas, deportes, planificación estratégica y tecnología, conservación marina, compromiso gubernamental y servicios y operaciones gubernamentales”.

Para entender su magnitud hay que conocer NEOM. Compuesta por Sindalah, The Line, Trojena y Oxagon, se trata de un proyecto comenzado desde cero. El más sorpresivo y la apuesta más fuerte, The Line, es una ciudad dispuesta en una línea recta de 170 kilómetros de largo, 200 metros de ancho y 500 de alto. Preparado para albergar a nueve millones de personas, The Line pretende ser el modelo que seguir de las ciudades del futuro, aunque muchos expertos crean que puede tratarse de una misión imposible. Sólo el tiempo podrá decir si esta forma de vida en una ciudad autosostenible y sin emisiones de CO2 es realmente una posibilidad o una utopía que acabó en fracaso.

Sindalah es el culmen del lujo saudí y, sobre todo, más cerca de lo que ya conocemos. Se trata de una isla de completo lujo localizada en el Mar Rojo y que podría empezar a recibir sus primeros clientes en el transcurso de 2024. Más de 840.000 metros cuadrados en los que hoteles, yates y campos de golf poblaran toda su extensión. Será otro de los complementos que conforman NEOM, aunque con un claro objetivo de elevar el lujo al siguiente nivel y obtener grandes beneficios que sostengan toda la inversión que se está haciendo en el camino hacia Vision 2030.
Por otro lado, Oxagon será la ciudad industrial flotante más grande del mundo. Además, será completamente sostenible y es definida como “un centro de industrias limpias y avanzadas con cero emisiones”. Y, por último, Trojena que, localizada en la provincia de Tabuk, pretende estar terminada para 2026. Se trata de un emplazamiento con un lago de agua dulce, villas y hoteles de ultra lujo y, como elemento clave, una pista de esquí artificial que estará operativa todo el año. Y es precisamente ese elemento uno de los más importantes ya que es uno de los motivos que han permitido a Arabia Saudí ganar la candidatura para albergar los Juegos de Invierno de 2029, en lo que es una muestra más de la apuesta saudí por el deporte.

El deporte como puerta a Europa
Los Juegos de 2029 es uno de los primeros pasos en este camino que cuenta con muchos otros frentes. Actualmente, el fútbol y los fichajes de los equipos de la Saudi Pro-League están en el centro de todas las miradas, pero es que el movimiento de Riad hacia el deporte es una apuesta decidida. Así lo deja ver su candidatura conjunta con Grecia y Egipto para organizar el Mundial de fútbol 2030. De hecho, la intención de los saudíes era hacerlo de forma individual, pero los estatutos de la FIFA no lo permiten ya que Qatar, de su misma confederación, acaba de celebrar el de 2022.
Así es como Arabia pretende alejar esa imagen dependiente del petróleo hacia una que tenga el deporte como bandera. Pretenden fortalecer su fútbol con fichajes galácticos a golpe de talonario, pero también incentivar el crecimiento desde las canteras – también haciéndose valer de su incansable músculo económico, claro está –. Desde Riad se lanzó una propuesta que tentó a más de uno en Europa. Se ofrecían 4.000 dólares al mes y vivienda a cambio de jugar para equipos de la tercera división del fútbol saudí.

Quieren construir el fútbol – “su fútbol” – desde las divisiones más bajas. No sólo es traer a los mejores a la categoría élite, también quieren aumentar el nivel de las inferiores para fomentar este deporte desde lo más pronto posible. Lo que no cambia es la forma de atraer a los mejores. El dinero debe ir por delante y, aunque se diga que el dinero no lo es todo, la forma de emplearlo puede ayudar mucho a conseguirlo. Traer jugadores, invertir en infraestructura que permita el desarrollo de estos, y elevar el nivel tanto en las etapas de crecimiento como en el producto final, hacen que se genere un entramado que, si todo sigue el curso esperado por los saudíes, pueda tener su propio fútbol de máximo nivel.

Sin embargo, este enfoque en el deporte rey se ha hecho de diversas formas. También se ha usado para acercar la imagen de Arabia Saudí a los países europeos, trayendo partidos importantes del Viejo Continente. Las supercopas de España e Italia son dos buenos ejemplos de ello. Partidos de élite traídos a Oriente Medio con doble objetivo: acercar el fútbol de primer nivel a su sociedad al tiempo que muestran su país como alternativa para albergar competiciones de máximo nivel y atraer a extranjeros.
Todo se hace en consonancia con una estrategia que, como ya se ha recalcado en numerosas ocasiones, no deja lugar a las sorpresas porque está medida al milímetro. Para hacerlo posible, hay un gigante detrás, como es el Fondo de Inversión Saudí, que gestiona prácticamente todos los movimientos del país y que trabaja bajo la atenta mirada de MBS. Desde la compra del Newcastle United hasta la creación de una nueva aerolínea. Todo pasa por las manos del elemento clave y diferenciador que está potenciando al país.

El Fondo de Inversión Pública saudí
Todo se sustenta gracias al fondo. Es la piedra angular sobre la que giran las iniciativas del país y la que, como no puede ser de otra manera, acercan Vision 2030. El Fondo de Inversión Pública Saudí (PIF, por sus siglas en inglés) es el método de financiación de toda esta serie de proyectos entre la que se ha erigido un nuevo elemento ambicioso y que, curiosa pero no casualmente, ha elegido el fútbol para darse a conocer en Europa. La aerolínea Riyadh Air, nuevo patrocinador principal del Atlético de Madrid, acaba de nacer y, aún sin vuelos programados hasta el año 2025, ya ha comenzado a llamar la atención de muchos.
Las aerolíneas componen una de las marcas potentes de muchos países de Oriente Medio. Fly Emirates, Etihad Airways o Qatar Airways son algunos de los ejemplos más importantes de Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Ahora es Arabia quien quiere unirse a esta tendencia con una aerolínea, y lo quiere hacer a lo grande. En el tiempo que queda hasta el despegue de sus aviones, el director de operaciones de Riyadh Air asegura están “buscando el primer conjunto de pilotos para unirse a nuestro equipo, lo que nos guiará durante el período de capacitación y se desarrollará hasta el lanzamiento de la aerolínea”.

Los números de la inversión del PIF en esta aerolínea son superlativos. Se trata del acuerdo más cuantioso firmado por Boeing en toda su historia con la venta de hasta 121 modelos 787 Dreamliners. El objetivo es conseguir transportar a 330 millones de pasajeros para el año 2030, una meta que, aun pudiendo parecer lejana, podría ser factible en vistas de la inversión que está llevando a cabo al Reino. Como este, son muchas las patas que sostienen un modelo de expansión sin precedentes y que ya está acaparando las miradas de todo el mundo.
Arabia Saudí quiere dejar de ser un país económicamente fuerte para ser una fortaleza en todos los aspectos. La maquinaria está puesta en marcha. Ocio, economía, deporte, transporte e innovación son algunos de los campos en los que han centrado su desarrollo. Lo que parece claro es que la imagen del país saudí está cambiando, su importancia en la política internacional ha crecido de forma exponencial y está bajo la atenta mirada de cada vez más personas.