La capital vivió uno de los peores episodios de este conflicto: el sitio de Sarajevo

Bosnia-Herzegovina, crónica de una paz frágil

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Siguen quedando las cicatrices de la guerra en la antigua Yugoslavia.

“La verdad no sé si sabes con detalle cómo empezó todo en los noventa, pero fue así”, comenta Merita en un bar en el centro de Sarajevo sobre la situación que está viviendo Bosnia y Herzegovina. Todo empezó el pasado julio, cuando el entonces todavía Alto Representante para Bosnia-Herzegovina, Valentin Inzko, aunque en ese momento tan solo le quedaba una semana de mandato, introdujo una enmienda en el Código Penal bosnio. Esta medida castigaba con cárcel la glorificación de criminales de guerra y el negacionismo de los crímenes contra la humanidad y del genocidio que cometieron en Srebrenica las fuerzas serbobosnias.

La joven, en cambio, no se refería solo a eso, sino a todas las tensiones entre las distintas comunidades que han protagonizado los últimos meses de los Balcanes Occidentales: agresiones constantes entre serbios y albaneses en los municipios al norte de Kosovo, los altercados ocurridos en Belgrado el pasado mes contra activistas antinacionalistas y ahora, así como dice la joven que ocurrió en los noventa, las tensiones han llegado a las instituciones oficiales de BiH.

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Srebrenica: Dos lecturas de un genocidio

La medida de Inzko no debería suponer un problema puesto que Srebrenica es el único genocidio de los Balcanes, ocurrido durante las guerras yugoslavas, reconocido por la Comunidad Internacional. Más de 8.000 musulmanes fueron sacados de sus casas y asesinados a manos de las tropas en serbias en julio de 1995. En los años posteriores decenas de proyectos de localización de cuerpos han sido puestos en marcha con el fin de encontrar a las víctimas, o parte de ellas, ya que las mismas excavaciones demostraban que partes del mismo cuerpo eran encontradas en diferentes fosas comunes. Aun así, quedan decenas de víctimas sin encontrar.

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El fotógrafo Tarik Samarah estuvo años documentando lo ocurrido en este pequeño pueblo al este de Bosnia; la historia que contiene su material se siente nada más entrar en Galerija 11/07/95, la primera galería conmemorativa de Bosnia, situada en el centro la capital del país. Este espacio pretende preservar la memoria de la tragedia de Srebrenica y de las exactamente 8.372 personas que murieron en las masacres. Fotografías de las víctimas; hombres en su mayoría, pero también mujeres y niños te miran nada más entrar. Una habitación donde pones cara a esos más de 8.000 cuerpos que fueron desenterrados los años posteriores o que siguen desaparecidos. Tras esta, imágenes de los supervivientes, de las excavaciones, de las familias llorando a sus seres queridos te acompañan a lo largo de la visita. Para acabar, la indiferencia y el racismo de la Comunidad Internacional, presente en ese verano de 1995 a través de unidades holandesas. Tras un informe revelado meses después de las matanzas, los representantes de Países Bajos tuvieron que dimitir en bloque. Sin embargo, ninguna compensación ha sido dada a las familias que fueron abandonadas a merced de las tropas serbias, mientras que aquellos que debían protegerles les negaban dicha protección.

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"El genocidio [en Srebrenica] no ha ocurrido y eso es una evaluación duradera de todos nosotros. No vamos a sucumbir a las decisiones que provienen del alto representante", decía Milorad Dodik, miembro serbio de la Presidencia colegiada en Bosnia-Herzegovina, en respuesta a la enmienda de Inzko. Y así lo manifiestan también los actos de Serbia. Murales de los generales y culpables de los crímenes ya juzgados siguen decorando las calles de Belgrado. Y mejor no tocarlos. Bien lo saben las activistas Aida Corovic y Jelena Jacimovic, quienes fueron detenidas, a principios de noviembre, por tirar huevos al mural de Ratko Mladic. Mladic, más conocido como ‘el carnicero de los Balcanes’, fue el jefe de Estado Mayor durante la guerra de Bosnia y fue considerado culpable del genocidio de Srebrenica. Algo que niegan en Serbia, y en el mismo mural del militar se lee “general, tu madre debería estar orgullosa”.

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Bosnia vuelve a desmoronarse

La música en directo en el bar suena alta. Decenas de personas se amontonan cantando y bebiendo. El centro de Sarajevo a esta hora parece no acordarse de la guerra que asoló el país por más de tres años. Tampoco de la pandemia. “Ahora el Parlamento no está funcionando. Los miembros serbios lo están boicoteando”, cuenta preocupada la joven ignorando el estruendo a su alrededor.

La enmienda del Alto Representante ha provocado la reacción de la parte serbia. Dodik aseguró que Inzko "ha puesto la lápida a Bosnia-Herzegovina” y adelantó que la República Serbia de Bosnia iniciará ahora el proceso de separación del país. "Inzko continúa cometiendo crímenes contra el pueblo serbio. Con esto ha mostrado que odia a los serbios”, dijo entonces. Por su parte, el ministro del Interior de Serbia, Aleksandar Vulin, dijo que dicha decisión es un "acto de venganza", que debe ser "impedida o ignorada”.

No es la primera vez que Dodik alza la voz con este tipo de amenazas separatistas. Ya, hace tres años, el líder de la parte serbia calificaba la disolución del Ejército serbobosnio en uno nacional como un gran error. Y ha manifestado siempre su intención de que el territorio serbio en Bosnia tenga sus propias fuerzas de seguridad.

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Sin embargo, “aquí no es como en Kosovo. Todas las comunidades se relacionan; en un mismo grupo de amigos hay jóvenes bosnios y serbios, y no hay problemas entre nosotros”, explica Merita al hablar sobre la separación en las comunidades étnicas en BiH. Al salir del bar el ambiente es el mismo, jóvenes disfrutan de la vida nocturna de la ciudad. Todos ríen paseando por las calles oscuras, y el miedo que parece tener la joven por otro posible conflicto en el país parece único de ella.

A la luz del día, la atmósfera es diferente. La capital vivió uno de los peores episodios de este conflicto: el sitio de Sarajevo. Este fue el asedio más prolongado a una ciudad en la historia moderna, durante el cual se estima que más de 12.000 personas murieron y 50.000 que resultaron heridas durante este bloqueo que duró más de cuatro años.

El país balcánico no quiere olvidar su historia. ‘Quien olvida su historia está condenado a repetirla’, se lee a la entrada del Museo del Genocidio, en el mismo centro de la ciudad. Sarajevo en sí es un recuerdo constante al conflicto. No solo por los museos o exposiciones, sino porque muchos de sus habitantes han decidido no reconstruir las paredes de sus edificios. Es por ello por lo que ir andando entre agujeros de bala es lo normal en la ciudad. Calles como Sniper Alley están repletas de estos. Y en el suelo, rosas rojas recuerdan el lugar donde las víctimas fueron alcanzadas por esas balas.

Ahora, a dos semanas del 26º aniversario de la ratificación de los Acuerdos de Dayton, Bosnia vuelve a vivir la escalada más alta de tensiones desde la guerra. Así como pasó con Kosovo este pasado verano. Las palabras de Merita resuenan, “en los noventa empezó así”.

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Dayton en peligro

La guerra de Bosnia fue la última y más sangrienta de las guerras de los Balcanes. Un conflicto que dejó más de 100.000 muertos y alrededor de dos millones de desplazados. Merita cuenta su historia, la de su familia, pero sus ojos no se humedecen hasta que no recuerda por lo que pasó su mejor amiga. Ambas son de Kozarac, un pequeño pueblo situado al norte del país. En mayo de 1992 fue aislado y bombardeado por las fuerzas serbias (el 90% de población de Kozarac era bosnio- musulmana, más conocidos como bosniacos). 800 personas murieron, 1.200 fueron capturadas por las tropas serbias y llevadas a campos de trabajo y más del 50% de la ciudad fue completamente destruida. “Dudo mucho que ella te cuente su historia”, comenta la joven sobre lo que vivió su amiga, “es demasiado dura y personal, aunque aquí todo mundo ha vivido algo así”.

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Fueron los Acuerdos de Dayton, firmados el 14 de diciembre de 1995, los que establecieron mecanismos para acabar con las hostilidades, como la desmilitarización y la reconstrucción del país, la celebración de elecciones libres, la creación de una nueva Constitución y el traslado de refugiados a sus hogares. Además de esto, este texto disponía cómo quedaría dividida Bosnia-Herzegovina. La antigua provincia yugoslava era la más diversa de la región, siendo un 44% de su población bosniacos, el 32% serbobosnios ortodoxos y el 17% bosniocroatas católicos.

Las partes acordaron que el país se dividiría en dos entidades autónomas: la Federación de Bosnia- Herzegovina, de población bosniaca y croata, y la República serbobosnia de Srpska. En este mismo sentido, el nuevo texto constitucional esclareció la forma de Estado de BiH sería colectiva. Es decir, la Presidencia se compondría de tres miembros: uno bosnio y uno croata elegidos por la Federación y un serbio elegido por la República Srpska. Esta presidencia se rota cada ocho meses entre los tres elegidos durante un mandato de cuatro años.

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Y ahora, 26 años después de que Dayton fuese ratificado, parece que la paz que este pretendía se desmorona. Los más pesimistas aseguran que, si ambas fuerzas siguen tensando la cuerda, podríamos estar ante un nuevo conflicto armado. Dodik amenaza con separar la República de manera definitiva, aunque su mayor proclama ha sido su intención de crear unas Fuerzas Armadas propias de su territorio y, de esta manera, acabar con la fuerzas armadas unificadas que fueron acordadas en Dayton. Algo con lo que él nunca estuvo de acuerdo.

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La Comunidad Internacional a la espera

Por su parte, la Comunidad Internacional está a la espera. El ahora Alto Representante en Bosnia - Herzegovina, Christian Schmidt, ya ha advertido en su primer informe que “las posibilidades de nuevas divisiones y conflictos son muy reales”. Además, Schmidt advirtió que los actos de Dodik "ponen en peligro la paz y estabilidad del país y de la región”.

Son nueve los miembros de Parlamento Europeo que le han pedido Josep Borrell, Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, aplicar sanciones a Dodik, quien consideran está violando lo acordado en Dayton. Además, el comisario europeo para la Ampliación, Olivér Valhelyi, advirtió el viernes a los líderes de Bosnia que si siguen las divisiones entre serbios, bosnios y croatas, hay riesgo de que se pierdan hasta 1.500 millones de euros en inversiones europeas.

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Rusia, a su vez, hace su juego. Es, junto a China, el mayor apoyo de Dodik. Ya ha condenado la enmienda del Alto Representante, figura la cual no reconoce. Bosnia supone la puerta de Rusia a los Balcanes Occidentales, puesto que desde la llegada de Vucic al poder las relaciones con Serbia no son tan buenas como parecen. Y desde que Montenegro y Macedonia del Norte entraron a formar parte de la OTAN, en 2017 y 2020 respectivamente, se han cortado relaciones con estos. Es por ello por lo que el líder serbobosnio cuenta con Rusia y ya ha aclarado que le apoyará si la UE le aplica sanciones.

Todo está a la espera. Dodik asegura que no habrá que llegar a las armas y que no hay posibilidad de que lo que ocurrió en los noventa se repita. Sin embargo, los últimos acontecimientos han despertado los fantasmas del pasado entre la población bosnia.

“Merita no para de enviarme cosas sobre Bosnia. Tiene miedo”, me cuentan ya de vuelta en Kosovo.
 

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