Aunque la media europea es de 80 litros por persona y año, España se ha convertido en el segundo productor de Europa y el noveno del mundo

Cada español se bebe 58 litros de cerveza al año

Los cada vez más sofocantes calores están provocando un considerable aumento del consumo de cerveza, sólidamente instalada a la cabeza de las bebidas refrescantes. Pese a las cifras que arrojan que cada español se bebe 58 litros por año, muy por debajo de los 80 que consume de media cada ciudadano europeo, España, con 41 millones de hectólitros, se ha convertido en el segundo país productor de cerveza de Europa, solo sobrepasado por Alemania, y se ha encaramado a la novena plaza del mundo, tras rebasar a Polonia y Reino Unido, en una clasificación encabezada por China (360 millones de hl), seguida de Estados Unidos (203), Brasil (143) y México (135).

Tales datos fueron la raíz de la jornada celebrada en la sede de la Fundación Alternativas: La aportación de la cerveza a la economía española y de la UE. Entre los datos globales aportados más interesantes figuran las más de 10.000 fábricas de cerveza instaladas en Europa, 491 de ellas en España, que proporcionan 2,5 millones de empleos, y que inciden notablemente en uno de los capítulos más decisivos, especialmente para los países mediterráneos, el turismo. De hecho, los 58 litros/año que figuran en la estadística española se deben en buena parte a lo que ingieren los turistas extranjeros. Otra gran particularidad española es la irrupción en tromba de la cerveza sin alcohol, que ya acapara el 13% de las ventas. En palabras de Jacobo Olalla, director general de la Asociación de Cerveceros de España, “esta seña de identidad es el síntoma de que el consumidor español no busca el contenido alcohólico (bajo) de esta bebida, sino su frescor y sabor, sin renunciar por supuesto a la socialización”.

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Las cifras de consumo se consideran moderadas en el marco de los patrones de consumo mediterráneos: más del 90% de las ocasiones, ya sea en el hogar o fuera de él, se asociaron con momentos de consumo de otros alimentos. De los 300.000 bares que existen en España, entre el 20 y el 40% de su cifra de negocio está asociada al consumo de cerveza, porcentaje que puede llegar al 80% en establecimientos enclavados en zonas rurales especialmente cálidas.

El valor añadido del sector cervecero en España supera ya los 9.000 millones de euros, generados por los 450.000 empleos que proporciona el sector, el 87% de ellos en el sector de la hostelería, con una aportación en impuestos de 5.840 millones de euros, y donde la recaudación del IVA ha aumentado un 31%.

Simon Spillman, director de Cerveceros de Europa, se felicitaba del gran atractivo suscitado en España por el binomio tapa/pintxo-cerveza, un estandarte que recogió Jacobo Olalla, que propone se promueva un sello distintivo que considere a las “tapas españolas” como bien cultural inmaterial.

En la jornada se hizo mucha referencia al lúpulo, el elemento diferenciador de esta bebida, y la planta que aporta el amargor y característico aroma a la cerveza. Esta planta trepadora, que precisa humedad y sol, aporta una gran rentabilidad a los agricultores, y se la conoce como el “oro verde”. León, y más en concreto la ribera del Órbigo, recolecta el 90% de las mil toneladas de flores de lúpulo que se producen en España, y que apenas cubren la mitad de las necesidades de las fábricas españolas. Es por ello, que nuevas plantaciones de lúpulo se están instalando en Galicia, Cataluña, La Rioja, Navarra, País Vasco y Andalucía. Su cultivo requiere una gran especialización, lo que contribuye al asentamiento en tales zonas de agricultores muy capacitados.

Moderada por la exministra de Agricultura, Elena Espinosa, la jornada abordó también los objetivos del sector para el año 2025, muchos de los cuales están ya en una fase avanzada de culminación: alcanzar el 80% del volumen de cerveza comercializada en envase reutilizable; consumir un 100% de electricidad de origen renovable en su producción; reducir un 10% en la ratio de consumo de agua por hl de cerveza producido y alcanzar el residuo cero en la producción.