Pekín ha abierto sus puertas a Moscú y a la colaboración internacional para instalar en nuestro satélite natural una estación científica habitada en la década de 2030

China busca socios para construir una base habitada en la Luna

PHOTO/Presidencia Rusia - China y Rusia tienen que cooperar. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, es reacio a limitarse a contemplar cómo su vecino Xi Jinping lidera un proyecto para poner los pies en la Luna

Con la luz verde del Partido Comunista Chino y del propio presidente Xi Jinping, los ingenieros y los científicos espaciales chinos trabajan a velocidad de crucero en el diseño de la que podría convertirse en la primera base humana en la Luna.

Con la firme voluntad por parte de las autoridades de Pekín de que sus astronautas pongan los pies sobre la Luna en un futuro cercano, los planes trazados por la Administración Nacional del Espacio de China o CNSA ‒acrónimo de China National Space Administration‒ han abierto las puertas a la presencia en el proyecto de agencias espaciales de terceros países.

La iniciativa ha sido bautizada con el nombre de Estación Internacional de Investigación Lunar o ILRS ‒acrónimo de International Lunar Research Station‒ y ya ha sido presentada a la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos de Naciones Unidas.

La Estación Internacional de Investigación Lunar de China se levantará en las cercanías del polo sur, con mayores posibilidades de extraer agua y oxígeno, imprescindibles para la supervivencia de los astronautas.

Los primeros estudios expuestos por la CNSA apuntan a que la ILRS se construirá en las cercanías del polo sur lunar, dónde existen más posibilidades de extraer recursos naturales que puedan convertirse en agua y oxígeno, imprescindibles para la supervivencia de los astronautas.

Las misiones iniciales darán comienzo en unos pocos años, continuarán a la largo de toda la década con una primera serie de misiones robóticas del programa Chang’e,  el nombre de la diosa china de la Luna. Si es necesario, las misiones se prolongarán lo que haga falta hasta principios de la década de 2030.

El objetivo está planteado para poder contar a mediados de 2030 con una sólida base temporal en la que puedan vivir y trabajar durante cortos espacios de tiempo varios equipos de astronautas y desde la que puedan desplegar vehículos terrestres y aéreos. Los planes actuales de la CNSA contemplan una prolongada presencia humana para el periodo 2036-2045.

En primer plano, el director de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA), Zhang Kejian (izquierda), junto al presidente de la Agencia Espacial de Francia (CNES), Jean-Yves Le Gall (centro), y el administrador de la NASA, Jim Bridenstine, con las manos en los bolsillos. En la medida de lo posible, Bridenstine intenta evitar estrechar relaciones con la CNSA para evitar plagios de tecnología
Una base científica internacional al mando de China

La finalidad del proyecto consiste en levantar y explotar en el polo sur lunar la primera estación científica de la humanidad. Los astronautas allí estacionados acometerían experimentos científicos de larga duración e intentarían aprovechar todos los recursos que les brinda nuestro satélite natural.

La apuesta de contar con presencia extranjera en los grandes planes espaciales de China no obedece a una necesidad de obtener recursos económicos. Representa la aplicación de una estrategia global encaminada a lograr la participación de las potencias espaciales, como Rusia, Europa, Francia, Alemania, Italia, España e incluso Estados Unidos, que se muestra reacia a toda colaboración en materia espacial.

La nueva política espacial también está enfocada para atraer a su esfera de influencia a los países emergentes de Asía, África y América del Sur, hasta ahora ausentes de la Estación Espacial Internacional y del futuro complejo orbital Gateway, ambos liderados por Estados Unidos, con la participación de Europa, Japón y Rusia.

La plataforma orbital lunar Gateway es un proyecto liderado por la NASA con la finalidad de servir de puente al despliegue de astronautas a la superficie lunar

Los primeros pasos que contempla el proyecto ILRS con participación de terceros países son las misiones exploratorias robóticas Chang’e-6, 7 y 8. Tanto la Agencia Federal Espacial de Rusia ‒Roscosmos‒ como la Agencia Espacial Europea (ESA) mantienen conversaciones desde hace tiempo con China de cara a concretar los términos de su contribución.

Por supuesto, la nación que observa con mayor detenimiento el ambicioso proyecto lunar chino es Rusia, que se ve desbordada por la magnitud de las iniciativas chinas en todos los órdenes del campo espacial.

Con el visto bueno del presidente Vladimir Putin, los equipos directivos de Dimitri Rogozin, máximo mandatario de Roscosmos, y de Zhang Kejian, desde mayo de 2018 al frente de la CNSA ‒la organización china equivalente a Roscosmos‒, están en continuo contacto en aras a determinar la contribución de Rusia a la construcción de la estación internacional de investigación lunar.

El máximo responsable de la Agencia espacial de Rusia, Dimitri Rogozin, y su equivalente chino, Zhang Kejian, mantienen estrechos contactos para determinar la contribución de Rusia a la construcción de la estación internacional de investigación lunar
Rusia y Europa, los primeros interesados

Ambas partes suscribieron en septiembre del año pasado dos acuerdos para cooperar y coordinar las misiones que ambos países tienen previsto poner en órbita a partir de 2024: la china Chang’e-7 y la rusa Luna-26.

Rusia se compromete a aportar su tecnología a la misión Chang’e-7, que aportará imágenes de la zona del polo sur y buscará la presencia de hielo en la zona. China por su parte contribuirá a la rusa Luna-26, un orbitador con 14 instrumentos que se dedicarán a cartografiar la superficie lunar al completo y estudiar el impacto del viento solar y los rayos cósmicos de alta energía. A Chang’e-7 le seguiría Chang’e-8 en 2027, entre cuyos experimentos se cuenta el de efectuar pruebas de impresión en 3D.

China quiere tener a mediados de 2030 una base científica internacional temporal en la que astronautas puedan llevar a cabo experimentos y desplegar ingenios terrestres y aéreos. Y hacerla permanente en el periodo 2036-2045.

La ESA también mantiene un especial interés en todas las iniciativas de Pekín abiertas a la cooperación, de manera muy especial sus planes de exploración lunar. Incluso cuenta desde 1993 con un alto directivo responsable de las relaciones con China, el sueco Karl Bergquist.

Bergquist asegura que la Agencia sigue “muy de cerca” las diferentes misiones Chang’e y la iniciativa ILRS para encontrar “intereses programáticos comunes”. Y es que el proyecto ILRS guarda muchas semejanzas con el concepto de “aldea lunar” o Moon Village planteado por el director general de la ESA, el alemán Jan Woerner, nada más ocupar el cargo el primero de julio de 2015, pero cuyo mandato concluye el 30 de junio de 2021. 

China mantiene en la cara oculta de la Luna el pequeño vehículo todo terreno de 140 kilos Yutu-2 desde enero de 2019

Los planes actuales son lanzar la misión Chang’e-5 a finales del presente año, muy posiblemente en los últimos días de noviembre. De 8,2 toneladas, su finalidad es traer a la tierra muestras lunares para analizar la composición de su suelo. Si tiene éxito, la misión Chang’e-6 despegaría en 2023-2024 con el objetivo de posarse en las cercanías del polo sur lunar y estudiar la zona. En caso contrario, intentaría repetir la misión fallida asignada a Chang’e-5

China mantiene sobre la cara oculta de la Luna desde enero de 2019 el pequeño vehículo todo terreno de 140 kilos Yutu-2 (en español, conejo de jade 2), desplegado desde la sonda Chang’e-4, lanzada al espacio en diciembre de 2018.

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