Aunque todos los ojos y los esfuerzos estén puestos en combatir la pandemia del coronavirus, que ya ha dejado más de millón y medio de infectados y ronda la cifra de los 80.000 fallecidos, muchas son las personas que continúan su viaje hacia Europa a la desesperada en embarcaciones paupérrimas y con pocas opciones de llegar con vida a la costa si no son rescatadas. Según la ONG alemana Sea-Eye, su barco Alan Kurdi (nombre del niño sirio que apareció ahogado en una playa de Turquía en 2015), ha rescatado a 150 inmigrantes en dos operaciones en los últimos días en el Mediterráneo central.
El primer rescate, que se produjo este lunes, la ONG logró rescatar a 68 personas a bordo de un bote en alta mar enfrente de la costa de Libia. También otras 43 personas fallecieron en el hundimiento de una patera en la ruta hacia Canarias. El buque de rescate informó en su portal web que la milicia libia les disparó mientras rescataban a 68 personas de un barco de madera superpoblado en aguas internacionales. Sea-Eye dijo que, durante el rescate, una lancha rápida con bandera libia puso en peligro el trabajo de su tripulación: “Después de disparar al aire, aproximadamente la mitad de las personas en el bote de madera saltaron al agua, en pánico y sin chalecos salvavidas e intentaron nadar hasta el Alan Kurdi”, ha manifestado la ONG.
Este lunes, el Alan Kurdi llevó a cabo un segundo rescate de 82 personas, entre ellas una mujer embarazada. En la zona, según la ONG, había otros barcos (de los que normalmente dan apoyo a las plataformas petrolíferas), que denegaron el auxilio. Para esta segunda intervención, Sea-Eye señaló que el Asso 29, un barco mercante italiano que sirve a las plataformas petrolíferas de Eni, frente a Libia, no intervino en el rescate, a pesar de estar muy cerca del barco naufragado.

Los Ministerios italiano y maltés anunciaron a Alemania que no consentirán un desembarco de estas personas en sus territorios, como consecuencia de la crisis sanitaria que ambos países están viviendo. El barco humanitario se mantuvo a 25 millas de la isla italiana de Lampedusa en espera de un puerto para desembarcar.
El Alan Kurdi es el único barco que mantiene su actividad en el Mediterráneo central, después de que embarcaciones de otras ONG se hayan retirado al haber sido obligadas por las autoridades italianas a guardar un periodo de 15 días de aislamiento tras llevar a puerto a los inmigrantes rescatados.

La realidad en la valla de Melilla continúa a pesar de la COVID-19. Un grupo de 260 personas protagonizaron en la madrugada del lunes una entrada masiva y violenta, donde al menos, 55 personas lograron superar el dispositivo policial.
Según la Delegación del Gobierno de la ciudad autónoma, el asalto tuvo lugar en torno a las cinco de la madrugada. El grupo que logró entrar en territorio español se dirigió hacia el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla para ser acogidos. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo que se llevarían a cabo los pasos habituales en estas circunstancias, aunque matizó que las expulsiones a Marruecos no iban a poder hacerse, ya que la frontera con Marruecos permanece totalmente cerrada a causa de las medidas que Mohammed VI tomó debido a la pandemia de la COVID-19.
Amnistía Internacional, a través de sus redes sociales, declaró al respecto que “todas las personas que llegan tienen derecho a ser tratadas con dignidad y humanidad. Puede que vengan huyendo de guerras. Puede que hayan perdido a sus familias. O puede que la miseria las haya impulsado a dejarlo todo en busca de un futuro mejor”.