Opinión

Alto-Karabaj, irredentismo en el Cáucaso

photo_camera Atalayar_Conflicto Nagorno-Karabaj

Una vez más, las huellas dejadas a lo largo de la historia causan mella en el presente, en este caso en la zona del Cáucaso, concretamente en la región del Alto-Karabaj o Nagorno-Karabaj. Se trata de un territorio armenio localizado en suelo azerí, fruto de un sistema estratégico de control, que aseguraba la heterogeneidad y hostilidad en sus territorios. Su convivencia fue forzada a pesar de las discrepancias, fomentando la hostilidad la Unión Soviética se aseguraba su presencia y la intervención en sus relaciones. Con la desintegración de esta, los territorios soviéticos consiguieron su independencia, consagrándose Armenia y Azerbaiyán como Repúblicas y rebrotando la problemática sobre la pertenencia del territorio del Alto-Karabaj. 

Esta región consta de 4.400 kilómetros cuadrados, localizada en una zona de paso de gaseoductos, en la que convive una población mayoritaria armenia católica-ortodoxa y una minoría azerí, de procedencia turco-islámica suní. Tras la independencia, el Alto-Karabaj solicita la adhesión a Armenia, siendo apoyado por el 90% de la población en un referéndum en los años 80. En su inicio, las peticiones se desarrollaron de manera pacífica; sin embargo, tras la negativa de Azerbaiyán de ceder el territorio, se tornaron violentas, desarrollándose así una limpieza étnica por parte de ambas naciones, considerada como una de las guerras más sangrientas del siglo XX, dejando más de 30.000 muertos, de los cuales 25.000 fueron de procedencia azerí, y más de un millón de desplazados en la diáspora armenia, quienes huyeron especialmente a Estados Unidos.

Ambos territorios contaban, y cuentan, con apoyo internacional, saliendo beneficiado en este caso Azerbaiyán, aliado de Turquía por sus lazos culturales, étnicos y religiosos, Israel, Afganistán y Pakistán, además de Irán, quien, a pesar de mantener relaciones cordiales con Rusia, comparte lazos religiosos y alberga a un gran porcentaje de población azerí en sus tierras. Mientras que Armenia, con su política irredentista, se encuentra sola, siendo su único apoyo Rusia movida por sus intereses estratégicos y su coincidencia religiosa; su papel es ausente, entrando únicamente en el conflicto en caso de extrema y urgente necesidad. Por otro lado, es necesario mencionar el odio histórico entre Armenia y Turquía, tras el genocidio llevado a cabo por los turcos contra la población armenia entre los años 1915 y 1923.

Así las cosas, estalla en 1988 la primera oleada violenta, denominada Enero Negro, produciéndose una persecución masiva de armenios por todo Azerbaiyán. Las tensiones se prologaron durante varios años. Fracasados los procesos de mediación internacional, las fuerzas armenias, en 1993, ocupan militarmente las zonas colindantes al Alto-Karabaj o República de Artsaj, controlando ya en el año siguiente un 14% del territorio azerí, además del propio territorio de la República, derivando en un alto al fuego sin llegar a pactar la paz.

En abril de 2016, se pone fin a la tregua y comienza la denominada “Guerra de los cuatro días”, desarrollada por el Ejército del Alto-Karabaj, respaldado por las fuerzas armenias, contra Azerbaiyán, siendo ayudado por Israel, proporcionándole artillería. Como resultado, la supuesta consecución azerí de parte del territorio reclamado, hecho negado por Armenia, y un alto al fuego bilateral, prolongado hasta este mismo año. 

En julio de 2020, el ministro de Defensa armenio rompe el alto al fuego y acaban con la vida de tres soldados azeríes en Toruz, frontera entre ambos países. Los hechos son justificados bajo la premisa de que, a pesar de ser advertidos, infringieron los mandatos de no cruzar la frontera y pisar suelo armenio. Por el contrario, el ministro de Defensa azerí argumenta que Armenia había violado en un total de 97 ocasiones el alto al fuego. Durante dos días se desarrolló un combate en la zona por ambas partes, incitando la acción internacional con protestas de la comunidad azerí en Hungría, Austria, Rusia, República Checa, Alemania y Azerbaiyán, y por la comunidad de la diáspora armenia en Canadá y Estados Unidos. Mientras que unos fundamentan la ocupación ilegal del territorio azerí, los otros alegan el ataque indiscriminado y violento por parte del Gobierno de Azerbaiyán contra la comunidad armenia.

A día de hoy el conflicto continúa tras el establecimiento de la Ley Marcial por ambas naciones, siendo en esta ocasión Azerbaiyán la supuesta propulsora de la hostilidad tras el intento de control de zonas del sur del Alto-Karabaj, viéndose obligada la ONU a intervenir, solicitando la paz ante la que, ahora sí, sería una guerra inminente.