Más que una prueba

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Es el momento en el miles de jóvenes se juegan su futuro

No ha podido evitar mirar. Tan jóvenes, tan ilusionados, tan nerviosos. Un hoy que podría ser un ayer, un siempre. Los ve y se ve en las mismas circunstancias. El fin de una etapa, el inicio de algo importante que marcará otra más importante aún. Cierra los ojos y se va décadas atrás. Demasiadas, piensa. Un viaje marcó el final de unos exámenes que no salieron como le hubiera gustado. Tampoco tan mal.  ¿Volvería a hacer la misma elección que hizo entonces? No responde, quizá debería reflexionar sobre varias cosas antes de dar una respuesta. El sonido que marca el siguiente turno hace que regrese a su realidad, aún no le toca, al menos hay otros dos o tres pacientes por delante y, además, llegó antes de la hora marcada.

No es una simple imagen. La foto dice mucho más. Ocupa la portada del periódico. Alguien lo dejó olvidado en una silla de la sala de espera de la consulta. Lo olvidó o sencillamente prefirió no llevárselo tras leerlo. Decide cogerlo, buscar en las páginas interiores el artículo completo. Ahí la perspectiva es mayor, más chicos y chicas en una sala grande, están sentados en mesas alargadas con cierta separación para evitar que se copien. Cada uno intenta disimular sus miedos y sus circunstancias, sus seguridades e inseguridades, sus ilusiones puestas en un futuro que dependerá, en gran parte, de las calificaciones que obtengan tras tres días de pruebas.

Podría leer la información, un titular que ahora no siempre garantiza informarte, pero no le interesa, prefiere la que los propios jóvenes transmiten. No es una simple imagen, es toda una explosión de sentimientos que ella mezcla con su imaginación. Tiene tiempo para analizarlos hasta que aparezca el número que una máquina le ha adjudicado al llegar al hospital. Mira tranquilamente. Bolígrafo en la boca mientras se vuelve a leer la pregunta o se piensa la respuesta; mirada al infinito para intentar visualizar en qué parte de los apuntes está el tema del examen; dedos que tapan la boca para que nadie note que resopla; folios entre las dos manos para releer lo escrito de nuevo mientras se decide qué opción es la que mejor se sabe; sonrisa triunfante que denota que tiene garantizada una buena nota; ojos desviados hacia el compañero en busca de otro gesto que le devuelva la tranquilidad; manos juntas para intentar secar el sudor que ha generado la incertidumbre… Y silencio, mucho silencio escondido en esa fotografía.

Llaman a un nuevo paciente y el sonido la desconcentra. Busca el papel que ha recogido para comprobar si es el suyo: ZK7. No, aún no le toca. Un hombre de avanzada edad se levanta con dificultad y avanza hacia la puerta que indican en la pantalla. Ahora sí lee el titular: “El futuro en juego”. Alrededor de 300.000 estudiantes se han examinado en España de lo que ahora han llamado la PAU, es decir, las Pruebas de Acceso a la Universidad. Entonces era la Selectividad. Ese entonces significa demasiados años atrás. Ella tuvo suerte porque pudo elegir la carrera deseada. El problema no es aprobar, cuyo porcentaje suele ser muy alto, sino que la note les llegue para estudiar lo que cada uno desea.

Ahora sí, llegó su turno. Deja el periódico en la silla donde lo encontró y, mientras camina hacia su médico, piensa que no es una simple foto, es el momento en el que miles de jóvenes se juegan el futuro.