Ciudad Inteligente en el Mediterráneo

Por Anwar Zibaoui
"El modelo de ciudad mediterránea, compacta, compleja, eficiente y estable socialmente, de preservación y de adaptación a los tiempos actuales, constituye uno de los ejes principales de la estrategia"
"Contraste: la orilla sur no se enfrenta a los mismos retos que las ciudades de la orilla norte de la región mediterránea"
Las civilizaciones nacen y siempre florecen en las ciudades. Algunas de las más conocidas e influyentes que dieron forma a la civilización occidental se desarrollaron en la cuenca mediterránea en 1000 AC con la aparición de ciudades-estado fenicias, como Biblos, Tiro y Sidón, en las costas libanesas.
La ciudad es un hecho permanente de la historia mediterránea. Es a lo largo de sus riberas, sobre los densos y antiguos sembrados de las poblaciones, donde se desarrollaron las actividades mercantiles, donde se articularon las rutas marítimas y donde se construyó el espacio mediterráneo.
Las ciudades ocupan apenas un 2% de la superficie del planeta pero albergan el 50% de su población, un porcentaje que debe aumentar al 75% en 2050, lo que indica que la población urbana se encuentra en una fase de crecimiento continua y que ha superado el umbral simbólico del 50%. En la próxima década, habrá cerca de 500 ciudades con más de un millón de habitantes, incluidas varias ‘megaciudades’ con más de 20 millones de habitantes.
Este crecimiento es aún más importante en la región mediterránea, sobre todo en el norte de África, Oriente Medio y Turquía. La ONU estima que los habitantes de sus ciudades representarán el 66% de su población en 2025.
Las consecuencias son alarmantes: ciudades que actualmente consumen el 75% de la producción de energía y son responsables del 80% de las emisiones de carbono en todo el mundo. Más allá del impacto ambiental, la concentración masiva de personas en las zonas urbanas crea una gran tensión en el acceso a la sanidad, la educación, el transporte, el agua y la electricidad. La necesidad de crear un nuevo modelo sostenible de desarrollo urbano resulta apremiante.
Las ciudades están en una situación paradójica. Son portadoras de desarrollo; reciben la mayoría de las actividades industriales y comerciales; y su contribución a la riqueza nacional fluctúa, según los países, entre el 50-80% del PIB; sin embargo, ese papel privilegiado no les aporta retornos económicos en la mayoría de los casos, ya que los gobiernos nacionales recogen los ingresos sin una redistribución justa. Hay ciudades así, como El Cairo, que representa el 77% del PIB de Egipto. También son claves Estambul, Beirut, Casablanca, Argel; asimismo, Barcelona, París, Milán o Atenas. Son las ciudades mediterráneas, y no los países, las que impulsarán la creación de riqueza en el futuro.
Apostar por ser ‘smart city’
Las ciudades son el tractor económico. Como generadoras principales del empleo y de la riqueza de un país, producen bienes y prestan servicios que fortalecen las oportunidades económicas para todo el territorio. Pero se enfrentan a múltiples retos, y se convierten en espejo amplificador de las dificultades con las que se encuentran los países en una globalización que no les es favorable y a la que les cuesta adaptarse.
Apostar por la ‘ciudad inteligente’ podría ser el camino para encontrar la solución. Al invertir en el capital creativo y social y en la incorporación de la tecnología, la ‘smart city’ fomenta la competitividad económica, gestiona eficazmente sus recursos y la infraestructura física, e involucra a los ciudadanos en temas de gobernabilidad. De este modo, promueve el desarrollo económico y urbano sostenible, y garantiza una mejor calidad de vida para sus ciudadanos.
Pero una ciudad inteligente no es igual a otra; no hay una talla única para todas. En la región mediterránea, la orilla sur no se enfrenta a los mismos retos que las ciudades de la orilla norte.
Muchas de las necesidades de los ciudades mediterráneas se centra en proporcionar y mantener infraestructuras: carreteras, centrales eléctricas, plantas de tratamiento de agua, sistemas de alcantarillado, sistemas de transporte, etc. La planificación de una ciudad con la infraestructura adecuada, y no sólo copiar modelos, significa confiar más en las pruebas y análisis sobre cómo las ciudades sostenibles pueden y deben crecer.
Un modelo a seguir
El modelo de ciudad mediterránea, compacta, compleja, eficiente y estable socialmente, de preservación y de adaptación a los tiempos actuales, constituye uno de los ejes principales de la estrategia, enmarcando el conjunto de directrices que para cada ámbito de actuación se proponen.
En este sentido, la asociación público-privada adquiere cada vez más importancia como modelo de participación activa, a pesar de que, en buena parte de las ciudades del Mediterráneo, este diálogo todavía es insuficiente. No obstante, hay experiencias exitosas en ciudades como Barcelona o Milán que demuestran que dicha colaboración permite afrontar proyectos de interés estratégico y contribuir de forma importante a su desarrollo.
Es importante priorizar el buen gobierno y la concertación con los diferentes agentes de una ciudad, siempre que se establezca el marco institucional que garantice su transparencia, que permita actuaciones de mayor envergadura y que asegure estabilidad en las opciones estratégicas que la ciudad emprende.
Habitabilidad, y no solo rentabilidad, debe ser la nueva apuesta. Las ciudades no pueden ser sólo lugares eficientes de hacer negocios. También tienen que ser buenos lugares para vivir y proporcionar ofertas únicas para atraer a empresas y talento. Las ciudades están en constante competencia. El papel que desempeña la identidad es clave. El carácter único de muchas ciudades está amenazado por la presión de la estandarización. En consecuencia, posicionarse y construir una reputación es una cuestión fundamental.
Pero son varias condiciones y diversos los procesos que dan forma a la identidad de una ciudad y su competitividad; por ejemplo, la calidad del medio urbano, el desempeño de la economía, la satisfacción de los residentes y la cohesión. Estos factores, tomados en su conjunto, garantizarán el éxito.
Las ciudades mediterráneas del futuro -que es hoy- son las innovadoras y emprendedoras, las que se adaptan al nuevo mundo conectado que ofrece nuevos empleos y nuevas salidas económicas. Esas son las variables fundamentales. Porque una ciudad será atractiva mientras sea diferente.