España y Marruecos: aliados estratégicos ante la competitividad global

Estación de servicio Moeve - PHOTO/MOEVE
Moeve service station - PHOTO/MOEVE
En tiempos de incertidumbre y transformación, la inteligencia no está en remar contracorriente, sino en saber aprovechar el viento a favor
  1. Iniciativas para una alianza sólida
  2. Más allá de las fronteras

Marruecos, con su ambicioso plan industrial y energético, no es un adversario, sino un socio estratégico para España. Su industria automotriz avanza con paso firme hacia el millón de vehículos anuales, con miras a duplicar la producción en pocos años. 

En paralelo, su apuesta por el hidrógeno verde y las energías renovables cuenta con incentivos que atraen a gigantes como Acciona y Moeve. No son señales de rivalidad, sino de oportunidad.

La ministra marroquí de Transición Energética, Leila Benali, lo ha dicho con claridad: Marruecos acoge con satisfacción cualquier cooperación o alianza que beneficie a todos en el comercio de energía verde. Y ahí está la clave. España y Marruecos, lejos de competir en un juego de suma cero, pueden forjar una unidad de acción en áreas estratégicas como la energía, la logística y el desarrollo industrial. No se trata de repartir migajas, sino de sentarse a la mesa con visión de futuro.

Iniciativas para una alianza sólida

Para construir una estrategia conjunta que fortalezca la competitividad de ambos países, hay que actuar en varios frentes. Aquí algunas claves:

1. Educación y formación conjunta

El talento es la verdadera moneda de cambio en la economía global. Un programa de formación profesional e industrial entre España y Marruecos podría responder a las necesidades de sectores estratégicos como la automoción, la energía y la logística. Universidades, centros de formación y empresas deberían impulsar programas de doble titulación, intercambios y formación dual adaptada a las necesidades de la industria en ambos países.

2. Inversiones recíprocas en sectores clave

El capital no entiende de fronteras, pero sí de oportunidades. Empresas españolas pueden encontrar en Marruecos un socio ideal para diversificar su producción y acceder a mercados africanos, mientras que Marruecos puede beneficiarse de la experiencia y el “know-how” español en energías renovables, infraestructuras y digitalización. Fondos de inversión conjuntos, incentivos fiscales y acuerdos de protección de inversiones pueden facilitar este flujo de capital en ambos sentidos.

3. Un hub logístico euroafricano

España y Marruecos comparten una posición geoestratégica privilegiada, pero hasta ahora han actuado más como competidores que como socios. Puertos como Algeciras y Tánger Med deben verse como complementarios, no como rivales, en la construcción de un corredor logístico eficiente entre Europa y África. Coordinación aduanera, digitalización de procesos y reducción de trabas burocráticas permitirían consolidar esta alianza logística.

4. Energía e hidrógeno verde: una apuesta compartida

Si Europa quiere liderar la transición energética, necesita energía verde en grandes volúmenes, y Marruecos tiene el potencial para generarla. España, por su parte, puede convertirse en la plataforma de distribución hacia el resto del continente. Una planificación conjunta de infraestructuras energéticas, con interconexiones eficientes y acuerdos de suministro a largo plazo, garantizaría estabilidad y competitividad para ambas partes.

5. Foros empresariales y una estrategia conjunta

No basta con buenas intenciones. Se necesitan espacios de diálogo y decisión. La creación de un foro empresarial hispano-marroquí permanente, con representación de los principales sectores estratégicos, permitiría definir objetivos comunes y eliminar barreras al comercio y la inversión. Además, una estrategia conjunta a nivel institucional ayudaría a armonizar normativas y facilitar la cooperación empresarial.

Más allá de las fronteras

España y Marruecos no son solo vecinos, sino llaves de paso entre Europa y África. En un mundo donde la competencia es global, la fragmentación es un lujo que no podemos permitirnos. El pragmatismo debe imponerse a la miopía geopolítica. Apostar por una alianza sólida y bien estructurada entre ambos países no solo fortalecería nuestras economías, sino que consolidaría nuestra posición en un mercado internacional cada vez más exigente.

Porque, al final, la historia no la escriben los que se quedan anclados en el pasado, sino los que saben adaptarse y mirar hacia adelante.