Un ministro derrotado, un satélite destruido y un proyecto inacabado

El Gobierno de Pedro Sánchez ha visto cómo en tan solo 30 días se han evaporado sus tres grandes aspiraciones espaciales.
Las limitadas ambiciones de España en el contexto espacial han quedado pulverizadas con tres serios mazazos recibidos entre mediados de noviembre y mediados de diciembre. Tres porrazos de los que todavía no se han recuperado los tres Ministerios que lideran el sector del espacio en nuestro país, los departamentos de Defensa, Ciencia e Industria.
Por un lado, la pérdida del satélite de observación Ingenio ‒también conocido por el acrónimo SeoSat‒, que deja en suspenso la conclusión del Programa Nacional de Observación de la Tierra por Satélite (PNOTS) y arroja una sombra de duda en el plano nacional e internacional sobre su futuro inmediato y su conveniente evolución. El PNOTS es una iniciativa puesta en marcha en julio de 2007 por los Ministerios de Defensa e Industria para dotar a España de autonomía estratégica en la obtención de imágenes terrestres desde el espacio.
Su finalidad es disponer de dos satélites complementarios, uno dotado con tecnología radar llamado Paz y otro de nombre Ingenio, equipado con tecnología electro-óptica. Las imágenes proporcionadas por cada uno de ellos debían permitir que el Gobierno español pudiera extraer información estratégica de ambos y de la integración de sus datos. De este modo gozaría de las ventajas de un sistema de teledetección dual solo al alcance de muy pocos países del mundo.

Mientras que Paz voló al espacio en febrero de 2018 y entró en servicio en septiembre de ese mismo año, el accidente del lanzador europeo Vega del 17 de noviembre pasado destruyó Ingenio. El resultado es que el Gobierno español va a carecer de las imágenes ópticas que debía proporcionar Ingenio, a la vez que deja el PNOTS sin uno de sus dos cimientos y sin la mitad de sus anheladas capacidades de observación.
En definitiva, la sorpresiva desintegración de Ingenio ha desorientado a los titulares de las tres carteras más implicadas en el PNOTS: Margarita Robles, Pedro Duque y Reyes Maroto. Los tres ministros tienen las alternativas sobre la mesa. Pero todavía no se han puesto de acuerdo, ni tampoco se atreven a plantear con firmeza ante Moncloa la sustitución del satélite hecho añicos, ni mucho menos ante la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. ¿Moncloa va a dejar el asunto tal y como está?

Si es así, ¿para qué el Gobierno de Rodríguez Zapatero se embarcó en el PNOTS, capacitó a la industria espacial nacional y desembolsó del orden de los 400 millones de euros? Como soluciones, parece razonable plantearse la construcción en solitario o en cooperación de un satélite que aporte y mejore las capacidades perdidas de Ingenio o, por el contrario, renunciar a la autonomía en teledetección y comprar las imágenes a terceros.
El tercer y mayor de los fiascos ‒en especial para el prestigio de la marca España‒ es la derrota campal que ha sufrido el ministro y astronauta Pedro Duque en su batalla por ocupar el cargo de director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), una de las cinco entidades espaciales más importantes del mundo.
La ESA acaba de hacer público de manera oficial ‒el jueves, 17 de diciembre‒ quien es la persona que sustituirá al actual máximo responsable de la organización, el alemán Jan Woerner, cuyo periodo de mandato concluye el 30 de junio de 2021. La decisión la ha tomado el llamado Consejo, el órgano colectivo que rige los destinos de la citada organización intergubernamental.

El elegido con los votos de la mayoría de los delegados de los 22 países miembros, entre ellos España, no es Pedro Duque sino el austríaco Josef Aschbacher, que a partir del 1 de julio de 2021 regirá los destinos de la Agencia. Persona conocida y apreciada en el sector espacial europeo e internacional, ostenta desde 2016 el puesto de director de Programas de Observación de la Tierra de la ESA. También es el jefe del Centro Europeo de Observación de la Tierra (ESRIN) localizado en Frascati, a 30 kilómetros al este de Roma (Italia).
¿Y qué ha pasado con Pedro Duque? Pues que ha sufrido una gran decepción al no haber evaluado con acierto sus posibilidades frente a las de sus competidores. El éxito de la cumbre de ministros europeos del espacio de Sevilla de noviembre de 2019 en la que el español era el anfitrión le dio la oportunidad de recibir muchos parabienes de sus colegas y también palabras de apoyo para el caso de que se presentara como candidato a director general de la ESA. Pero una cosa son las palabras de cortesía y otra muy diferente los hechos.
¿Supervaloró el hecho de ser astronauta, ministro y haber aumentado las inversiones de España a la ESA? ¿Minusvaloró a sus contrincantes? ¿Equivocó su planteamiento de alianzas? ¿Confió en las palabras de quienes le halagaban? ¿Debió haber retirado su candidatura al ir tomando conciencia de que era perdedor? Lo cierto es que no podrá ver cumplida su aspiración de dirigir la política espacial europea, abandonar su despacho del Ministerio de Ciencia e Innovación en el Paseo de la Castellana 162 y trasladarse al Cuartel General de la ESA en el número 24 de la calle General Bertrand, en el céntrico Distrito VII de París, a escasos 25 minutos caminando de la torre Eiffel.
El descalabro de Pedro Duque es también el del presidente Sánchez, que, con el revés de su ministro, suma el fracaso en sus tres intentos de colocar a otros tantos de los miembros de su Gabinete al frente de organizaciones internacionales, tal y como él mismo había anunciado el 7 de junio.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, sufrió un severo descalabro porque la propaganda oficial la daba como “favorita” para ocupar el puesto de presidenta del Eurogrupo, una instancia informal, pero de suma importancia que acoge a los ministros de carácter económico y financiero de la Unión Europea. Calviño salió de su ensoñación cuando el 9 de julio perdió la votación frente al ministro de Finanzas irlandés, Paschal Donohoe.
El caso de Pedro Duque es distinto, porque mientras que los competidores de Nadia Calviño eran todos ministros en ejercicio y el ganador iba a ser uno de ellos, en el caso de Pedro Duque era el único ministro que aspiraba al puesto. ¿Confió en que sus compañeros de la ESA no podían hacerle un feo y optarían por su candidatura frente a otras? Nunca lo sabremos.
La titular de Exteriores, Arancha González Laya, también fue empujada por Moncloa hacia las esferas del olimpo internacional. Pero a principios del mes de julio descartó presentar su candidatura para dirigir la Organización Mundial del Comercio (OMC). Las pocas posibilidades que tenía de salir elegida la hicieron desistir del intento, a pesar de que el jefe del Gobierno la apadrinaba para el puesto.