Opinión

La ley de la frontera (migraciones 2021)

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Mediado 2022, es momento de hacer balance sobre las cuestiones migratorias presentes en los medios a lo largo de 2021. La distancia en el tiempo ofrece una perspectiva diferente de los hechos, la confusión de la inmediatez deja paso a la claridad favorecida por el alejamiento, que propicia el resumen y la síntesis aquilatados, libres de las urgencias de la actualidad.  

Hemos querido dedicar este resumen a dos asuntos concretos, ambos con un protagonismo especial en los medios de comunicación hispanohablantes: la política migratoria de la presidencia de Joe Biden y, en el ámbito nacional, el efecto que en las cuestiones migratorias ocasionó la crisis diplomática que se produjo entre Marruecos y España. Los dos ejemplifican las intrincadas relaciones entre política y migraciones, al tiempo que abrieron procesos que derivaron en situaciones no previstas, solo recientemente resueltas. 

Uno de los ejes informativos que atravesaron el año lo constituyeron las noticias sobre política migratoria generadas por la Administración del presidente Biden, que inició su mandato a finales de enero de 2021. La llegada al poder de los demócratas hizo creer a muchas personas que el nuevo Gobierno flexibilizaría las duras condiciones vigentes en esa materia durante el mandato de Trump. De hecho, los republicanos acusaron desde muy pronto al nuevo presidente de enviar un mensaje de puertas abiertas a los países del sur (fundamentalmente a México y a los países del llamado triángulo norte: El Salvador, Honduras y Guatemala). 

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No obstante, como señalan análisis más equilibrados, las crisis migratorias en la frontera sur de Estados Unidos no obedecen tanto al partido o persona concretos que ocupen la presidencia en cada caso, cuanto a razones internas de la zona centroamericana (tales como el narcotráfico, las diferentes modalidades de violencia que asolan la región, la pobreza o los efectos del cambio climático). Así, la crisis de llegadas del pasado año podría considerarse un episodio más de las vividas en las épocas de Obama (2012, 2014) y Trump (2019).  

El presidente Biden encargó a finales de marzo a su vicepresidenta, Kamala Harris, la gestión directa de la política migratoria con los países antes mencionados, solicitud ampliamente comentada en los medios, que analizaron las oportunidades y los riesgos que este encargo conllevaba para ella. En aquel momento, la situación migratoria era especialmente preocupante, con más de 172.000 migrantes indocumentados detenidos por la guardia de fronteras durante el mes de marzo (un 11% de los cuales eran menores no acompañados por adultos, en una situación muy vulnerable).  

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La segunda mitad del año se centró en el fallo emitido en agosto por la Corte Suprema de Estados Unidos, que obligaba a la Administración demócrata a reinstaurar uno de los elementos centrales de la política migratoria de Trump: el programa conocido coloquialmente como “Quédate en México”, que deportaba automáticamente a los peticionarios de asilo que hubieran cruzado ilegalmente la frontera desde México, obligándolos a esperar la decisión de la justicia norteamericana en este país. Ha habido que esperar hasta estos días (concretamente al 30 de junio) para que la Corte Suprema permita al Gobierno de Joe Biden rescindir el citado programa de inmigración. 

En el ámbito español, las noticias sobre migraciones aparecen inevitable (y casi exclusivamente) asociadas a las relaciones políticas con Marruecos, que atravesaron un periodo convulso en el pasado año. 

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Las noticias de abril se centraron en la gira africana emprendida por el presidente Sánchez por Angola y Senegal, con una finalidad prioritariamente comercial, aunque, en el caso de Senegal, estuvieran muy presentes el refuerzo del control de la inmigración irregular y la reanudación de los vuelos de repatriación desde España, interrumpidos desde 2018. Las informaciones sobre este viaje destacaban el hecho de que aún no hubiera una fecha prevista para la visita oficial a Marruecos (una vez cancelada la fijada para diciembre de 2020 y no celebrada la anunciada para febrero de 2021), teniendo en cuenta la importancia de las relaciones con este país para nuestra política migratoria (y no solo para ella). 

A finales de abril se conoció la presencia en España de Brahim Ghali, jefe del Frente Polisario, hospitalizado en estado grave en Logroño, inicialmente bajo una identidad falsa, y a quien se había trasladado a España por “cuestiones humanitarias”. El hecho causó un gran malestar en Marruecos y ocasionó una crisis diplomática entre los dos países: el país africano “tomaba nota” de la decisión del Gobierno español de no informar del hecho a sus homólogos marroquíes, calificaba de “premeditada” la actitud de España y advertía de consecuencias. Estas llegaron a mediados de mayo, cuando unas 9.000 personas cruzaron la frontera española a través de Ceuta entre los días 17 y 19, con la pasividad de las fuerzas del orden marroquíes. El Gobierno español habló de “agresión” a las fronteras y solicitó y obtuvo el respaldo de Comisión Europea.  

Tras los hechos de abril y mayo, las relaciones bilaterales entre los dos países se enfriaron notablemente: la embajadora de Marruecos en España continuó en Rabat; el Gobierno español intentó, ya con un nuevo ministro de Exteriores desde el 12 de julio, un acercamiento diplomático, que en el segundo semestre del año no obtuvo resultados significativos. A finales del periodo analizado, Marruecos esperaba un “gran gesto” por parte de España para recuperar el diálogo y relanzar las relaciones bilaterales entre los dos países. Como es sabido, el gesto esperado llegó en 2022, fuera del marco temporal de este resumen, y originó nuevas turbulencias en nuestra política exterior, si bien en este caso no repercutieron tan directamente en los asuntos migratorios.

Luis Guerra es doctor en Filología, es investigador asociado del proyecto INMIGRA3-CM, financiado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo.