
Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.
Desde la finalización de la Guerra Fría, la cooperación entre los países que comparten territorio en el Ártico ha sido la tendencia principal, sobre todo en lo que se refiere a los ámbitos medioambiental y técnico. De alguna forma, el cambio climático ha puesto de relieve las grandes oportunidades y recursos que se encuentran en el suelo ártico, pero también ha desvelado lo problemática que resulta la división del territorio marítimo, cuya complejidad se ha intensificado desde el 24 de febrero, con la invasión rusa de Ucrania.
En los últimos años ha aumentado la preocupación por el clima en los países occidentales. La prueba de ello reside en la fuerza que han cobrado los movimientos sociales verdes —como Fridays for Future— y los partidos verdes, con cada vez más influencia en sus respectivas escenas políticas nacionales. El ejemplo más claro es Alemania, donde el partido verde forma parte de la coalición actual de Gobierno. Bélgica, los Países Bajos o Luxemburgo son otros Estados donde los partidos políticos verdes están aumentando su base electoral.
Estos países y muchos otros son conscientes de que la contaminación, la subida del nivel del mar, las heladas a destiempo y otras consecuencias del cambio climático no solo alteran el modo de vida en las zonas urbanas y rurales de todo el mundo, sino que tienen consecuencias a nivel político, económico y geopolítico. Y es que el cambio climático está afectando directamente al Ártico, produciendo la aparición de nuevas rutas marítimas a través de esta región y abriendo nuevas oportunidades para el transporte marítimo1. Según Javier del Valle Melendo, el interés geoestratégico actual de dicha zona responde a tres motivos. En primer lugar, se han descubierto reservas de petróleo y de gas. Este hecho proporciona una motivación para avanzar tecnológicamente tanto en la explotación como en la logística marítima, especialmente en un contexto donde los precios de la energía son elevados. En segundo lugar, destaca el interés científico, amparado por el deseo de conocer mejor y más de cerca dicha región. Al haber sido inaccesible durante siglos, el Ártico se presenta como una novedad que los científicos quieren explotar. Y, además, los movimientos ecologistas, más allá de denunciar los efectos directos del cambio climático en la región, tratan de preservar la particularidad de la fauna y la flora del Ártico. En tercer lugar, la navegación tanto comercial como turística resulta atractiva no solo para los Estados, sino también para las empresas turísticas que acercan esta experiencia a los usuarios que desean pasar unas vacaciones en unas aguas tan poco exploradas2.
Una definición reconocida científicamente se refiere al Ártico como la región más al norte del círculo polar ártico, que rodea el globo a 66o 34’ N. Así, el Ártico está compuesto por el océano Ártico y los ocho Estados que lo rodean, cinco de los cuales poseen territorio en la región. Se espera que esta región sea la siguiente fuente de energía a nivel mundial, ya que está repleta de recursos naturales, como gas natural, petróleo, diamantes, cobalto o paladio.
El océano Ártico, una gran masa de agua con una superficie de 14.100.000 kilómetros cuadrados,3 está conformado por diferentes mares, estrechos y bahías. Los ocho Estados que lo rodean son Canadá, Estados Unidos, Rusia, Dinamarca, Groenlandia, Noruega, Finlandia, Islandia y Suecia.
En la actualidad, existen disputas territoriales en esta zona debido a que los cinco primeros, los llamados Arctic five, poseen territorio en la región y sus plataformas continentales se solapan. Al poseer territorio, tienen derecho a reclamar su soberanía sobre la porción del Ártico que les corresponde bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS, por sus siglas en inglés) de 1982, encargada de resolver los solapamientos. Este tratado determina a quién corresponde la explotación de los recursos que se encuentran en el fondo marino, estableciendo las fronteras marítimas y mediando en los casos de conflicto en su delimitación.
El principal motivo por el que los Estados reclaman su soberanía sobre la porción que les corresponde en el océano Ártico es claro: buscan legitimarse para explotar sus recursos naturales. Hay que tener en cuenta que el principal problema reside en que los recursos naturales se encuentran offshore. Para esclarecer a quién pertenecen hay que acudir a la UNCLOS. No obstante, el hecho de que Estados Unidos no haya firmado este tratado internacional aumenta el nivel de dificultad para resolver las disputas territoriales y relativas a la explotación de los recursos en el océano Ártico.
Según los expertos, habrá que esperar como mínimo hasta el 2030 para que estas disputas territoriales se resuelvan4. Hasta que llegue ese momento, las tensiones mencionadas supondrán un reto para la seguridad internacional.
En la superficie de estas disputas territoriales encontramos que el deshielo abre dos nuevas vías: el Paso del Noroeste, que fluye por Estados Unidos, Canadá y Groenlandia (Dinamarca), y la Ruta Marítima del Norte, que se encuentra prácticamente en toda su totalidad bajo soberanía rusa5. Los Estados comenzaron a interesarse por el Ártico en el siglo XVI. Después de varios intentos fallidos de conquistar el Ártico por la vía marítima, en los siglos XVIII y XIX los rusos ya habían aumentado su presencia en dicha región, especialmente abriéndose paso a la Ruta Marítima del Norte (NSR, por sus siglas en inglés). Una de sus expediciones más importantes fue la Gran Expedición del Norte, que transcurrió entre 1733 y 17436. Fue Suecia la que navegó por primera vez en su totalidad la NSR en 1879. Los rusos no pudieron navegar dicha ruta hasta 19157.
Por su parte, los inicios del Paso del Noroeste (NWP, por sus siglas en inglés) se vinculan a la intención europea de encontrar rutas por el Ártico que ayudaran a reducir los tiempos de viaje entre Europa y Asia en los siglos XVI y XVII. Sin embargo, la primera ruta navegable por dicha región se inauguró en 1906, cuando el explorador polar noruego Roald Amundsen pudo atravesar el Paso del Noroeste en tres años8. Posteriormente, los canadienses y los estadounidenses comenzaron a investigar y a interesarse por esa zona, sobre todo con fines comerciales. Las ballenas constituían el principal atractivo económico9.

La teoría geopolítica clásica no entendió ni plasmó la importancia que ya tenía el Ártico a un nivel práctico por aquel entonces. Esta importancia se puede valorar por las distintas expediciones que se realizaron y las bases estratégicas que instalaron los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Hubo que esperar a mediados del siglo XX para que Alexander P. de Seversky y George T. Renner concedieran al Ártico la importancia que se merece en la teoría geopolítica. Defendieron su relevancia geoestratégica desde un planteamiento aéreo. El deshielo y la reducción de la banquisa, así como las intenciones de los Estados de la región de controlar las vías marítimas soberanas en el Ártico, hacen que en el siglo XXI se vuelva a retomar el enfoque clásico del poder marítimo desarrollado por Mahan en el siglo XIX.
Si bien en un primer momento el enfoque geoestratégico aplicado a la región se basó en alcanzar la superioridad aérea, en el siglo presente el éxito dependerá del desarrollo de un poder marítimo tanto militar como comercial resiliente, que pueda soportar las condiciones del Ártico.
No hay que olvidar que, en la práctica, este enfoque marítimo actual tendrá consecuencias tan pronto como el Ártico sea navegable. De momento, los Estados árticos involucrados —también denominados Arctic five (EE. UU., Canadá, Rusia, Dinamarca y Noruega)— no se ponen de acuerdo en su división territorial. Retomando el hilo de la historia, el Ártico se ha caracterizado desde la Guerra Fría por ser una región donde las tensiones y el conflicto eran prácticamente inexistentes. De hecho, el Ártico se entendía como un espacio potencialmente cooperativo donde existía la voluntad de defender intereses mutuos, como el medioambiente o la investigación científica. No obstante, en los años recientes, ya no es tan evidente que el Ártico esté libre de confrontación: se ha producido una progresiva remilitarización y los países han reconstruido sus infraestructuras militares o han seguido desarrollándolas10. Estos hechos avivan una dinámica de la percepción de la amenaza que puede conducir a la dialéctica de la disuasión.
Con anterioridad a dicha militarización, desde un punto de vista occidental, ya se consideraba que cualquier escenario de conflicto en la región sería propiciado por actuaciones rusas. De esta forma, Rusia se presenta como el actor clave en la escalada del conflicto. Se tenía la esperanza de que la región se mantuviera estable, ya que parecía que Rusia estaba actuando con pretensiones de mantener el statu quo11, respetando el derecho internacional y haciendo posible la reconstrucción de la confianza entre los Estados árticos. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania a principios de 2022 ha roto todos los esquemas de cooperación futura en la región del Ártico.
Si bien la percepción de amenaza y la dialéctica de la disuasión parecían un escenario improbable, actualmente se han convertido en uno de los más posibles, reavivándose las preocupaciones que surgieron en 2014 con la anexión de Crimea. Por aquel entonces, había autores que encendían las alarmas, otros se mostraban tranquilizadores y otros se posicionaban en un punto intermedio respecto a la repercusión de las acciones rusas en Ucrania. Entre los autores que alarmaron de un posible escenario de conflicto en la región figuran Scott G. Borgerson, Eric Posner y Rob Heubert. Estos coincidían en que el futuro del Ártico iba a ser negativo, pero no especialmente dirigido hacia una confrontación armada. Tenían una concepción realista de las relaciones internacionales, la cual analiza la región e identifica una vuelta a la política de poder clásica: dos grandes potencias luchando en un espacio por controlar los recursos naturales12.
Entre las posturas apaciguadoras que no consideran un escenario de conflicto, destaca Oran Young como el autor más importante. Este sostiene que la idea de una posible confrontación en el Ártico se ha exagerado, ya que, en la práctica, el acceso a los recursos naturales no es una opción fácilmente alcanzable a corto plazo. Además, al igual que Peter Hough, hace referencia a que a lo largo del tiempo se ha demostrado la existencia de la voluntad de que los mecanismos de cooperación, actualmente deficitarios, mejoren. En la misma línea, Timo Koivurora argumenta que el derecho internacional está aceptado en esta región porque beneficia los intereses nacionales de los diversos actores, sobre todo los de Rusia, que sería el principal agente desestabilizador. De hecho, otro argumento sostiene que Rusia ya tiene mucho conseguido en el Ártico, por lo que tenderá a evitar cualquier movimiento que conlleve llegar a perderlo. Otros autores, como Rosamond, ponen el acento en el papel que juegan los pueblos indígenas en la cooperación en la región. Estos han creado un sentimiento de identidad compartida que hace que las identidades diferenciadas se anulen y la confrontación resulte menos probable13.
La visión intermedia, a mitad de camino entre ambas perspectivas, viene de la mano de Christian Le Miere y Jeffrey Mazo. Estos asumen que Rusia es el principal actor que podría desestabilizar la región y que existe una serie de desafíos que afrontar para lograr una cooperación duradera: las instituciones son débiles, los recursos naturales suponen una fuente potencial de conflicto, la política nacional independiente de un Estado ártico puede suscitar tensiones con otro y, por último, otros conflictos puedan salpicar y alterar indirectamente el Ártico14.
Precisamente este último escenario estuvo a punto de tener lugar en 2014 y lo ha tenido desde el 24 de febrero de 2022, cuando Rusia invadió Ucrania. Autores como Wegge consideran que hay que entender la política en el Ártico como un subsistema dentro de un sistema político global, por lo que todo lo que ocurre en esta región es un reflejo de las dinámicas internacionales15. La principal razón de la invasión rusa es reclamar la soberanía sobre Ucrania. Esto mismo podría ocurrir en el territorio Ártico si el imaginario común de Rusia soporta la idea de que esta región también le pertenece históricamente. Aunque aún no se ha dado este supuesto, la guerra en Ucrania está alterando la cooperación en el Ártico. Sanna Kopra16, doctora especialista en la región del Ártico y autora principal del Instituto Ártico, afirma que la guerra que ha desatado Rusia tendrá grandes consecuencias a largo plazo en la seguridad y la cooperación en el Ártico: la posición de la OTAN cambiará y estará más presente y, cuando finalice la invasión, será difícil que los líderes de los Estados árticos se sienten a la mesa con Vladímir Putin como si nada hubiera ocurrido. Así, la autora considera que, como actor activo en la región, China jugará un gran papel en los efectos que pueda tener la guerra ucraniana en el Ártico. En consecuencia, autoras rusas como Natalya Vyakhireva17 ya advierten que los Estados occidentales están buscando nuevas formas de cooperación en la región para la defensa de sus valores similares y compartidos. Estas nuevas formas de cooperación están encarnadas por iniciativas como Nordic Plus o el Consejo Ártico 2.0.
Por tanto, aunque tradicionalmente la cooperación en el Ártico ha sido la tendencia predominante, en los últimos años se ha visto cómo han surgido tensiones que no habrían amenazado la voluntad de cooperación y diálogo en los foros regionales. No obstante, la invasión rusa de Ucrania ha provocado que todos los esquemas del pasado en el Ártico se rompan, haciendo que el futuro de la región sea impredecible y, por ello, se considere poco viable y atractiva frente a las rutas marítimas tradicionales.
El aumento generalizado de las temperaturas, el consecuente deshielo y la subida del nivel del mar han ayudado a visibilizar el valor que tiene la región ártica en la escena internacional. En los últimos años ha crecido la atención recibida por los escenarios que puedan surgir en el Ártico: están apareciendo nuevas rutas navegables que podrían cambiar las dinámicas geopolíticas marítimas, desplazando a actuales puntos neurálgicos —como el estrecho de Panamá, el canal de Suez o el estrecho de Malaca— y poniendo de relieve nuevas conexiones marítimas en el hemisferio norte. Estas nuevas rutas, a diferencia de las tradicionales, custodiadas por Estados en vías de desarrollo, estarían controladas por Estados que siempre han tenido una posición privilegiada en la sociedad internacional: Estados Unidos, Rusia, Canadá, Dinamarca y Noruega. Así, el Ártico se presenta como un escenario geopolítico importante donde realizar un despliegue de poder, dado su atractivo como fuente de recursos naturales.
A pesar de la carrera por controlar el Ártico tanto militar como económicamente y de las tensiones concernientes a su división territorial, cabe destacar que la cooperación ha sido la tónica general en la interacción en este espacio geopolítico. No obstante, esta tendencia cooperativa ha llegado a su fin con la invasión rusa de Ucrania, que ha convertido los escenarios futuros en inciertos. El estrecho de Malaca, el canal de Suez, el estrecho de Gibraltar o el canal de Panamá, entre otros ejemplos, no perderán su importancia geopolítica a corto y medio plazo a pesar de ser enclaves con carencias propias en cuanto a la seguridad internacional se refiere.
Sin embargo, a la vista del aumento de las estrategias concernientes al espacio ártico promovidas por distintos actores, es un hecho que esta región acapara cada vez más la atención de países y organizaciones internacionales tradicionalmente no vinculados a él. Por supuesto, este hecho será aprovechado por Rusia, el actor que más costa ártica posee, para presionar a los países de la esfera internacional, fundamentalmente en las áreas de la energía, la investigación tecnológica y el transporte marítimo. Así, mientras la UNCLOS sigue resolviendo las disputas territoriales, las tensiones y la incertidumbre en la región del Ártico siguen siendo la norma, lejos de la cooperación científica que se ha ido fomentando en los últimos años.
María Torondel Lara*
Graduada en Relaciones Internacionales, UCM Máster en Geopolítica y Estudios Estratégicos, UC3M
@LaraTorondel
Referencias:
1 DEL VALLE MELENDO, Javier. «El Ártico. Un espacio frágil entre la cooperación y la lucha por la hegemonía» (Documento de Opinión, n.o 80). IEEE, 2015, p. 6. Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2015/DIEEEO80-2015_Artico_JavierdelValle.pdf [consulta: 3/4/2022].
2 Ibidem, pp. 4-8.
3 RODRÍGUEZ, Andrea G. «Geopolítica polar: conquistar un continente que no existe», El Orden Mundial. 5 de septiembre de 2017. Disponible en: https://elordenmundial.com/geopolitica-polar-un-continente-que- no-existe/ [consulta: 5/4/2022].
4 GLOBAL BUSINESS POLICY COUNCIL. «The Council Perspective. The Future of the Arctic», ATKearney, vol. 2, n.o 1, p. 5. Marzo de 2015. Disponible en: https://www.kearney.com/documents/3677458/3679673/The+Council+Perspective-Vol-2-Issue- 1.pdf/1cad8235-0585-8c35-27ff-325e0a499901?t=1504031119840 [consulta: 10/4/2022].
5 Desde su inicio en los puertos del mar de Ojotsk, al sureste de Rusia, pasando por el estrecho de Bering, por el mar Siberiano y por el mar de Kara hasta Múrmansk, en el mar de Barents, la Ruta Marítima del Norte está bajo soberanía rusa. A partir del mar de Barents y hasta su final en los Países Bajos, la ruta se encuentra bajo soberanía europea y pasa por aguas finlandesas, suecas, noruegas, danesas, alemanas y holandesas.
6 En la expedición se añadieron a los mapas del Ártico sesenta y dos nuevas ampliaciones.
7 ALLEN OSTENSO, Ned et al. «Arctic: Study and Exploration», Britannica. 2019. Disponible en: https://www.britannica.com/place/Arctic/Study-and-exploration [consulta: 10/4/2022].
8 Esta hazaña se pudo lograr gracias a las distintas expediciones de los británicos y los daneses que, durante todo el siglo XIX, aumentaron el número de zonas mapeadas. En concreto, las expediciones danesas tenían el objetivo principal de determinar si el territorio norte de Groenlandia se conectaba al resto de la masa continental o se trataba de una isla independiente, como proclamaba EE. UU.
9 NATIONAL SNOW AND ICE DATA CENTER. «Exploration: Arctic», All about Sea Ice. 2020. Disponible en: https://nsidc.org/cryosphere/seaice/exploration/arctic.html
10 VAN DER TOGT, Tony. «Conflict Prevention and Regional Cooperation in the Arctic». Clingendael Institute, 2 de octubre de 2019. Disponible en: https://www.clingendael.org/publication/conflict-prevention- and-regional-cooperation-arctic [consulta: 10/4/2022].
11 La UNCLOS es la encargada de mediar y establecer las delimitaciones fronterizas en el Ártico como órgano competente de la ONU en el derecho del mar. En este sentido, Rusia es el país más interesado en mantener el statu quo, ya que se trata del gran actor ártico que más territorio posee en la región.
12 RUNGE OLESEN, Mikkel. «Cooperation or conflict in the Arctic: a literature review» (Working Paper, n.o 8). Danish Institute for International Studies, 2014, p. 8. Disponible en: https://pure.diis.dk/ws/files/70921/wp2014_08_Runge_Olesen_for_web.pdf [consulta: 12/4/2022].
13 Ibidem, pp. 8-12.
14 Ibidem, pp. 12-13.
15 RAHBEK-CLEMMENSEN, Jon. «The Ukraine crisis moves north. Is Arctic conflict spill-over driven by material interests?», Polar Record, vol. 53, n.o 268. 8 de noviembre de 2016, p. 2. Disponible en: https://www.cambridge.org/core/services/aop-cambridge- core/content/view/D08C7823DD1398459A24992183925A4A/S0032247416000735a.pdf/the-ukraine- crisis-moves-north-is-arctic-conflict-spill-over-driven-by-material-interests.pdf [13 de abril de 2022].
16 KOPRA, Sanna. «The Ukraine Crisis is a Major Challenge for China’s Arctic Visions». Center for Circumpolar Security Studies. The Arctic Institute. 1 de marzo de 2022. Disponible en: https://www.thearcticinstitute.org/ukraine-crisis-major-challenge-china-arctic-visions/?cn-reloaded=1 [consulta: 13/4/2022].
17 VYAKHIREVA, Natalya. «On Pause: Dialogue with Russia in the Arctic». Valdai Discussion Club. 20 de abril de 2022. Disponible en: https://valdaiclub.com/a/highlights/on-pause-dialogue-with-russia-in-the- arctic-/?sphrase_id=1377607