
La justicia es la injusticia equitativamente repartida
Maurice Chapelan
Se dice que en los momentos de dolor, frente a todo tipo de escaladas, el camino es de la esperanza y no sirve para nada refugiarse en la vanidad.
Es triste de notar cómo en estas últimas décadas la indiferencia se convirtió en un mal que corroe nuestras vidas, y cómo la arrogancia, funesta y peligrosa, no ha cesado de insuflar tanto a estados, grupos y personas un falso sentimiento de autosuficiencia e incluso de supremacía. Un sentimiento, que al fin y al cabo no es más que un escudo que oculta la debilidad o el miedo a enfrentar los verdaderos retos: los de meterse en la piel del Otro, de entender sus necesidades y atender su humanidad.
🇵🇸 Un falso funeral palestino se convierte en una farsa.
— Nathan_Jeric (@ocirej_tan) October 11, 2023
Un niño supuestamente muerto por Israel es llevado en hombros por una multitud que canta alabanzas religiosas.
las sirenas los delatan.
Dejan el cuerpo, y... ¡milagro! El niño revive. pic.twitter.com/R9VKRoc7lz
Sí, nada es más fácil que el autoengaño hasta que el tiro salga por la culata. Pero lo malo es que los que pagan siempre la factura no son los alentadores del odio ni sus familiares sino los simples e inocentes ciudadanos.
Honoré de Balzac dijo que la gloria es un veneno que hay que tomar en pequeñas dosis para no caer en la arrogancia, y a decir verdad, tanto Israel como la comunidad internacional llevan mucho tiempo ignorando a los palestinos, fingiendo y actuando como si no existieran.
Desde la firma de los acuerdos de Oslo que costaron la vida a Yitzhak Rabin asesinado por un chaval de la ultra derecha, los sucesivos gobiernos en Israel, alentados por el silencio cómplice y bendecidor de EEUU y la UE, no solo han ido desenvolviéndose de dichos acuerdos sino han apretado aún más la soga sobre el cuello de los palestinos con la instalación de más asentamientos y recortando cada vez más el espacio vital de los palestinos tanto a nivel terrestre como marítimo.
No obstante, no entiendo cómo un movimiento como Hamas que no deja de clamar su islamismo y construir su narrativa sobre el registro religioso no respete la ética de la guerra cuán alzada por el mismo profeta del islam y se empecine en pisotear a los cadáveres y maltratar a ancianos clamando Allahu akbar. Con razón decía Denis Diderot que del fanatismo a la barbarie sólo media un paso. No olvidemos que Hamas es la facción palestina de los hermanos musulmanes que mataron al presidente egipcio Anuar Saddat, y no olvidemos también que en vez de Hamas sería idóneo hablar de varios Hamas ya que la cúpula política vive en hoteles de lujo en Catar mientras que son los diferentes grupúsculos militares son los que llevan el compás localmente rindiendo pleitesía a esta parte u otra.
De igual modo, no entiendo cómo se pretende aislar a un pueblo de casi dos millones y medio de habitantes en un franja de 40 km de largo y 10 de ancho, una olla de presión y un infierno a cielo abierto como llevamos años escuchando sin hacer nada, donde el 70% de los gazauíes que son jóvenes no han conocido nunca a un israelí, y el 75% de ellos está en el paro a pesar de tener gas y petróleo a un palmo de su costa. Recordemos también que El PIB de una persona que vive en Gaza es de 2.000 dólares anuales frente a 45.000 para un israelí. Sí, no entiendo que a una juventud sin rumbo ni perspectiva de futuro, se le pida que abrace la paz y entienda de empatía.
Para escapar de la justicia que le acorrala desde años atrás, y con su último gobierno de coalición con la última derecha, Netanyahu está llevando Oriente Medio al abismo y su país a la ruina. Él, su ministro de justicia, artífice del intento de controlar el Consejo Supremo de Justicia, así como el responsable de la seguridad nacional son tres incendiarios que no han cesado de sembrar los racimos de la cólera.
Después de meses de manifestaciones callejeras en Israel contra de su intento de ‘mainmise’ sobre el Consejo Superior de Justicia, esta guerra con Hamas viene para acallar las voces críticas dentro del ejército. Con la puesta en marcha de un gobierno de unidad nacional, ya tiene en el bote a la oposición. Juntos somos invencibles le dice a ésta y ya habrá tiempo para la crítica, añade.
Cuando Netanyahu llegó al poder en 1996, sus primeras declaraciones fueron: ¡Oslo es el problema y no la solución! Desde entonces, no ha cesado de crear discordia y división entre los palestinos, entre la autoridad palestina y Hamas, su divisa de cara a Hamas es el “laisser faire”, es decir sostener una tensión de leve intensidad, controlable, y entrar a Gaza cada equis tiempo (2008, 2012, 2014) para “cortar el césped” como repite con sarcasmo.
Con los últimos trágicos, nauseabundos y condenables acontecimientos, no me cabe duda que Netanyahu y sus socios de la últraderecha son el peor enemigo de los israelíes, igual que Hamás es el peor enemigo de los palestinos. No olvidemos que en julio pasado tuvieron lugar grandes manifestaciones en Gaza contra el gobierno de Hamas que fueron reprimidas duramente por éste con encarcelamientos, vejaciones y torturas.
Estos dos bandos extremos se buscan y se encuentran, comparten intereses y naturaleza carroñera ya que viven de los cadáveres que van sembrando en sus bodas de sangre. Hamas y la derecha israelí han saboteado los acuerdos de Oslo que tuvieron lugar entre la izquierda israelí y la OLP. En 2005, y con el beneplácito de Sharon, Hamas ocupó Gaza matando a centenares de miembros de la OLP. Aún más, desde 2014, no hay ningún diálogo, aparte de lo que a temas de seguridad se refiere, entre el gobierno israelí y la autoridad palestina.
La barbarie a la que asistimos ahora era entonces sólo cuestión de tiempo. Con ella pasamos de la infravaloración a la sobre reacción, es decir una vez ocurrido lo que menos se esperaba de Hamas, ¿qué nivel de violencia alcanzará la reacción de Israel?
Existe una sapiencia que dice: “Ojo por ojo y nos quedaremos todos ciegos”. La historia de este conflicto –como de otros- nos demuestra que el Software basado en la revancha y la venganza no hace más que alimentar los extremismos y empeorar la situación. No hace falta -o quizás sí- recordar que el papel de un gobierno es proteger a su población y no vengarse. Por y para ello, necesitamos hombres de estado que piensan en las futuras generaciones no a políticos oportunistas que solo piensan en ganar las futuras elecciones a costa de radicalizar a los pueblos como es el caso en Israel en los últimos años.
Dicho lo dicho ¿Cuáles pueden ser los guiones que nos esperan ahora?
-Uno: Que el gobierno israelí siga con el bombardeo aéreo sobre Gaza durante un periodo limitado para provocar un mayor número de muertos y demostrarle al malherido y cabreado pueblo israelí que las bajas palestinas han sido mayores que las suyas. Hasta el día de hoy viernes 13 de octubre, Israel ha lanzado más de 6.000 bombas sobre Gaza causado casi dos mil muertos (entre ellos una decena de rehenes según Hamas) y unos diez mil heridos. Dicho ataque podría ser seguido por una incursión terrestre limitada para llegar al final a negociaciones a través de intermediarios con el fin de intercambiar presos.
-Segundo: Que se opte por una incursión terrestre global hasta acabar con Hamas y apoderarse de Gaza. Este guion requiere mucho tiempo y supone un elevado número de bajas en los rangos del ejército israelí que se verá obligado a conquistar calle por calle, túnel por túnel, sin contar las bajas de los rehenes. Más, se corre el eminente riesgo de la entrada en acción de otros actores tanto locales como extranjeros en una guerra que podría reestructurar la relación de poder en Oriente Medio y tumbar el Trato del Siglo patrocinado por EEUU llamado los Acuerdos de Abraham que esperaba la adhesión de Arabia Saudí y cumplir por tanto el objetivo de varios actores regionales encabezados por Irán.
En todo caso, por muchos ataques del gobierno de Netanyahu sobre Gaza e independientemente de su grado y naturaleza, lo cierto es que por desgracia, con este macabro ataque de Hamas, el problema palestino ha vuelto a ocupar su merecido sitio en el escenario internacional. Llama la atención que el mapa que refleja el posicionamiento de los países frente a esta nueva grave crisis presenta las mismas líneas de fracturas que la guerra ruso-ucraniana. Esto quiere decir que el mundo ha cambiado mucho, que Occidente ya no tiene el monopolio de la política internacional, y que las soluciones de los conflictos serán aún más complejas.
De hecho, la competencia o la superposición entre estos dos conflictos confirman la tesis que sostiene que una guerra echa a la otra. Este nuevo conflicto sirve a Rusia que como bien sabemos mantiene una estrecha colaboración militar con Irán en su guerra en Ucrania. Irán como bien sabemos, es uno de los mentores esenciales de Hamas. La convergencia de intereses de varios nuevos actores internacionales en mundo en plena reestructuración hace presagiar el carácter global, demoledor y duradero de esta nueva guerra si EE.UU da rienda suelta a Israel en llevar su revancha a límites kafkianos.
Asimismo, este nuevo conflicto ha asociado para el resto de los tiempos la figura de Netanyahu con la de un leader que no pudo proteger a su pueblo y garantizar su seguridad, o sea la peor imagen que puede tener un político israelí en un estado que se ha forjado en torno de la idea o el fantasma de la seguridad.
Ante tal peligrosa escalada, y en afán de evitar el peor de los guiones, para todos, cabe preguntar quién es el honesto intermediario (the honest broker) aceptable para las dos partes beligerantes.
No cabe duda de que EEUU y la UE pueden ejercer grandes presiones sobre el gobierno israelí pero sólo para rebajar el grado de castigo colectivo bárbaro e injustificado. Ahora bien, para intermediar en vista de encontrar soluciones, creemos que Catar que lleva años -en un juego macabro a triple banda (Israel-Catar-Hamas)- pagando los salarios de los funcionarios palestinos en Gaza así como todos los gastos de la reconstrucción puede hacerlo. Otros países como Egipto, Turquía, Alemania y Marruecos pueden tener también un interesante papel para que:
1-A corto plazo:
-Crear un corredor humanitario seguro para hacer llegar víveres y medicamentos a la población martirizada de Gaza.
-Imponer el derecho humanitario de guerra.
-Intercambiar prisioneros y rehenes.
-Parar el proceso de limpieza étnica –y deportación futura al desierto de Sinaí que Egipto rechaza- que padece una población que se encuentra atrapada entre el bloqueo israelí y la dictadura de Hamas.
2-A medio plazo:
Volver a las negociaciones en vista de encontrar una definitiva solución a este conflicto, la de dos estados como estipulan los acuerdos de Oslo o la integración de Palestina en Israel en un estado democrático y equitativo. Cabe destacar que los acuerdos de Abraham no tienen en cuenta a los intereses de los palestinos en general y los de la gente de Gaza en particular. La UE, para prevenir que le alcancen los daños colaterales de este violento conflicto, tiene varias palancas para facilitar seriamente esta vez las negociaciones: Primero, por ser la ente que más dinero aporta a Palestina (Gaza incluida), y segundo por ser el primer socio económico de Israel. Para ello, hace falta primero un interlocutor palestino que goza de credibilidad.
En mi opinión, Maruan Barghouti que yace en las cárceles israelíes desde décadas sin ser el autor material de ningún atentado es el único que puede mover líneas.
Para terminar, y frente a los fanáticos de ambos lados, frente a su perversa voluntad de volver siempre a los registros religiosos para aniquilar al otro y perpetuar los conflictos, he aquí un pasaje de ‘la milonga del moro judío’ de Dino Ferakis (cantada por Jorge Drexler) esperando que de este terremoto salgan nuevos y limpios manantiales, y de este volcán nuevas islas de paz y empatía:
Yo soy un moro judío
Que vive entre los cristianos
No sé quién es mi Dios
Ni cuáles son mis hermanos
No hay muerto que no me duela
No hay bando ganador
No hay nada más que dolor
Y otra vida que se vuela
La guerra es muy mala escuela
No importa el disfraz que viste
Perdonen que no me aliste
Bajo ninguna bandera
Vale más cualquier quimera
Que un trozo de tela triste
¡Esperemos!