Opinión

El Gobierno italiano, ante una posible nueva crisis de deuda soberana

PHOTO/FILE - Giorgia Meloni
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Desde que entre junio de 2018 y agosto de 2019 el entonces Ejecutivo italiano (encabezado, en la práctica, por sus dos viceprimeros ministros Luigi di Maio y Matteo Salvini) estuviera en un “litigio” constante con las autoridades comunitarias a cuentas de los Presupuestos Generales del Estado para 2019 (recordemos que por dos veces estuvo a punto de abrirse expediente a la tercera economía de la eurozona por exceso de deuda, aunque finalmente todo quedó en mero aviso), los diferentes Gobiernos italianos habían evitado cualquier tipo de conflicto con la Unión Europea y, muy en particular, con la Comisión. 

A todos ellos les benefició el hecho de no aplicarse el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para los presupuestos de los años 2021, 2022 y 2023, pero ahora, con este de nuevo activo, aunque no bajo las “dracronianas” condiciones de 2010-2016, la primera ministra Meloni, que el 22 de octubre cumplirá su primer año como presidenta del Consejo de Ministros, se encuentra con que tiene cada vez más cerca una nueva “crisis de la deuda soberana” que podría llevar la prima de riesgo hasta, seguramente, los 350 puntos básicos (ahora mismo, esta prima se mueve entre los 190 y 200).

Comencemos por señalar que el Gobierno Meloni, a pesar de su aplastante victoria en las elecciones de septiembre de 2022, y de la amplísima “maggioranza” que esta otorgó al centroderecha (casi 120 senadores sobre un total de 200), nunca generó confianza en los mercados, por más que Meloni dejó claro desde el primer momento que pensaba seguir la “hoja de ruta” marcada por el anterior “premier” (Mario Draghi) y que se concretaba en el llamado PNRR, que partía de la base de que al país se le habían concedido 209.000 millones de euros para el presupuesto europeo de 2020-27 con el fin de fomentar economías digitales y plenamente compatibles con el cuidado del medio ambiente. 

Y es que el primer obstáculo con el que se encontró la nueva presidenta del Consejo de Ministros fue que ningún economista de “relumbrón” quiso ocupar la cartera de Economía y Finanzas. Ella había dicho durante la campaña electoral que, en caso de ser ella la ganadora de las elecciones, su elegido sería el prestigioso economista Fabio Panetta, en ese momento miembro del “board” del Banco Central Europeo (BCE). Pero llegó el momento de formar gobierno y ahí no asomaba por ningún lado la figura de Panetta, que en realidad solo aceptaba volver a su país si era para convertirse en el nuevo gobernador del Banco de Italia, a sabiendas de que el relevo de Ignazio Visco se encontraba muy cercano. 

Y así fue: Panetta fue nombrado antes de este verano nuevo gobernador de “Bankitalia”, con lo que se cumplió lo que no pocos esperaban. Debilitando, al mismo tiempo, la posición transalpina en el BCE, que no sólo perdió a Panetta, sino también a Andrea Enria, que con Mario Draghi presidiendo el banco con sede en Frankfurt am Main (Alemania), se había hecho cargo de la supervisión del Mercado Único, pero que ahora ha sido sustituido por una alemana.

Aunque Mario Draghi se hizo cargo del Gobierno en plena crisis del “coronavirus” (13 de febrero de 2021), no tardó en verse la enorme confianza que su persona generaba en los mercados: fue saberse que había recibido del presidente Mattarella el “incarico” de formar Gobierno y de inmediato la Bolsa subió y la prima de riesgo bajó, a pesar de la elevadísima deuda pública que el país tenía en ese momento. La realidad es que, mientras el Gobierno Draghi fue recibido por los mercados con solo 91 puntos básicos de prima de riesgo (15 de febrero de 2021), el Gobierno Meloni, en cambio, se encontró (22 de octubre de 2022) con nada más y nada menos que 235 puntos básicos. 

Y es que, por paradójico que parezca, los mercados desconfían más del centroderecha que del centroizquierda. Porque fue un Gobierno de centroderecha (el IV Gobierno Berlusconi) el que finalmente acabó intervenido por la Unión Europea (siendo sustituido por Mario Monti, primer ministro el 16 de noviembre de 2011), y ahora de nuevo con el centroderecha ostentando la “maggioranza”, Meloni se acabó encontrando con que no era precisamente bien recibida por los tenedores de deuda pública emitida por el Estado italiano.

La prima de riesgo se mantuvo, entre febrero de 2021 y mayo de 2022 (esto es, hasta casi el final del Gobierno Draghi, que cayó el 20 de julio de 2022), no sólo por debajo de los 200 puntos, sino en no pocas ocasiones por debajo de los 100 puntos (por ejemplo, el mes completo de septiembre de 2021 estuvo entre los 94 y los 99), pero fue llegar Meloni y la norma fue pasar casi siempre de los 150 puntos básicos. Seguramente a ello no ayudaba el que en la campaña electoral hubiera hecho unas promesas de gasto que su rival Matteo Renzi, ahora en la oposición con el “Terzo Polo”, había calificado de “programa lleno de promesas irrealizables”. 

Lo cierto es que Meloni conformó un Gobierno con personas valiosas, como Nordio en Justicia, Tajani en Asuntos Exteriores o Piantedosi en Interior, pero quedaba claro que el área económica era la más floja con diferencia. Solo había dos economistas de valía en el Parlamento en ese momento: Tremonti, elegido parlamentario con el partido por Meloni, pero vetado por ser el titular de Economía y Finanzas cuando la célebre intervención de noviembre de 2011; y Cottarelli, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional y senador por el Partido Democrático (PD). 

Cottarelli, al estar en la oposición, no podía hacerse cargo de esta cartera, y además decidió abandonar la política cuando la radical de izquierdas Ely Schlein se hizo con la Secretaría General del PD en febrero de este año. Así que Meloni no tuvo más remedio que nombrar a Giancarlo Giorgetti, “número dos” de la Liga de Salvini, ministro de Economía y Finanzas, porque al menos había sido ministro de Desarrollo Económico con Draghi y había estudiado en la prestigiosa Universidad Bocconi, donde se forman las élites económicas del país. Pero no era más que una solución de circunstancias ante la falta de candidatos, porque Giorgetti en realidad era y es un político nato que tiene las nociones sobre Economía muy justas.

La mejor prueba de la poca confianza que tienen los mercados en que la tercera economía de la eurozona pueda refinanciarse está en los niveles de las primas de riesgo de los países más endeudados. La mismísima Grecia, con la mayor deuda pública sobre PIB de toda la Unión Europea, tiene actualmente su prima de riesgo en el entorno de los 150 puntos. Y otros países cuya deuda, como la italiana y la griega, también pasa del 100% sobre PIB, están aún en mejor situación: España, en los 100-105 como máximo; Portugal, en los 74-77; Bélgica, en los 64-67; y, finalmente, Francia, en los 54-57.

Para situar el punto de inicio de está más que probable nueva crisis de la deuda soberana, hay que remontarse al pasado mes de julio, cuando se supo que la economía transalpina había decrecido un -0.3%, en un trimestre (el de abril-junio) normalmente de crecimiento. 

Pero la vuelta del verano ha sido aún peor: el Ejecutivo ha tenido que reconocer que la previsión inicial de crecimiento del 1% para el año 2024 pasaba a ser de 0,8%; y que la del año siguiente, en lugar del 1,7% sería del 1,5%. A partir de ahí, el Ministerio dirigido por el “legista” Giorgetti debe presentar, primero, el documento del DEF (donde se fijan los objetivos de déficit y deuda), y luego deberá presentar a la Comisión Europea el borrador o anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado para el año 2024, que serán examinados “con lupa” durante el mes de noviembre para en diciembre retornar al Parlamento nacional para su definitiva aprobación. 

Ahí será clave el papel que jueguen las temidas agencias de calificación, como Fitch, Moody´s o Standard&Poors, que se niegan a poner la “A” que sí le conceden, en cambio, a las deudas alemana, francesa y española, respectivamente. Ellas serán las que dicten sentencia sobre la capacidad del país para refinanciar su deuda, que en ningún caso se prevé que pueda bajar del 139-140% en años venideros, esto es, ochenta puntos por encima de lo establecido en el Tratado de Maastricht (que exigía un máximo de 60% de deuda sobre PIB nacional).

Al Gobierno Meloni le ha perjudicado mucho el encarecimiento de las materias primas: no solo Italia, sino también Alemania y Francia, tienen muy bajas previsiones de crecimiento para el año 2024 porque la industria está viendo que sus costes de producción se disparan, y que resulta cada vez más difícil vender tanto a nivel nacional como internacional. 

Pero, claro está, de entre las tres la que tiene mayores problemas es precisamente la tercera economía de la eurozona, porque esa deuda sobre PIB, más el crónico bajo crecimiento (cuando no recesión) es una losa que pesa cada vez más. Y es que todo fue muy fácil para la joven política romana durante su primer año de gobierno (a excepción del tema migratorio, sobre el que la Unión Europea acaba de llegar a un pacto muy importante), pero ahora le va a tocar afrontar lo mismo que a otros que también presidieron el Consejo de Ministros. La única solución, ante el aumento del déficit, es reducir el gasto, pero ya se sabe que eso genera mucha impopularidad. 

¿Lo hará Meloni, o preferirá inclinarse por la senda de la demagogia y el populismo que tanto gusta a su compañero de gobierno Matteo Salvini? Lo veremos en poco tiempo.

Pablo Martín de Santa Olalla Saludes es profesor de la Universidad Camilo José Cela y autor del libro “Historia de la Italia republicana, 1946-2021” (Sílex Ediciones, 2021).