Argelia, Secciones de Armas Especiales

El grupo audiovisual público France Télévisions tenía previsto difundirlo este domingo 16 de marzo, en su cadena France 5, dentro del programa “La case de l´histoire”, pero decidió aplazarlo sine die, pretextando que era más actual y urgente analizar los últimos acontecimientos a propósito de las negociaciones de Estados Unidos y Rusia sobre Ucrania.
El documental, titulado precisamente “Argelia, Secciones de Armas Especiales”, realizado por la directora Claire Billet y el historiador Christophe Lafaye, con el apoyo de la productora francesa Solent y de la argelina Thala Films, y financiación de la propia France TV, la suiza RTS y la región de Borgoña Franco-Condado, fue emitida de inmediato por los canales públicos de la TV argelina. Algunos medios del país magrebí, en especial el diario oficialista El Moudjahid, calificaron de “escándalo monumental” la cancelación de la emisión del documental en su antigua metrópolis, recalcando que “Francia viola la libertad y silencia un documento que revela sus crímenes”.
En honor a la verdad, he de decir que la pieza es accesible a su visionado a través de la página web de France TV, operación, eso sí, para la que es imprescindible acreditarse e introducir una clave.
Y, una vez contemplado, cabe concluir que el documento es especialmente interesante, y a todas luces de suma importancia para un más completo conocimiento de la tragedia que supuso la guerra de la independencia de Argelia. En este caso concreto, revela que Francia utilizó armas químicas prohibidas por el Protocolo de Ginebra de 1925 en su guerra contra el Frente de Liberación Nacional de Argelia (FLN) entre 1956 y 1962, aun cuando Francia fue el primero de los 135 países que firmaron el acuerdo contra estas armas, ampliamente utilizadas durante la I Guerra Mundial.
El historiador Christophe Lafaye ha podido documentar la creación en 1957 de la Brigada de Armas Especiales, cuyos 119 equipos realizarían el denominado Plan Challe (en honor del general Maurice Challe), con una doble misión: en primer lugar, gasear las cuevas ocupadas por los guerrilleros argelinos con CN2D, una mezcla del potente irritante cloroacetofenona y del vomitivo adamsita, un derivado del arsénico. A ellos se les añadía un tercer componente, el kieselguhr, un polvo silíceo capaz de transportar las partículas del gas tóxico a los sitios más recónditos del cuerpo humano. El lanzamiento de estas armas al interior de las cuevas obligaba a huir tanto a los combatientes como a los aldeanos civiles que se refugiaban en estas cavernas (hay identificadas 440), que se refugiaban en ellas huyendo de las fuerzas francesas. Caso de no marcharse, morían asfixiados.
El segundo objetivo del empleo de tales armas químicas era su contaminación periódica, de manera a inutilizar las cuevas como lugares donde refugiarse. Ese envenenamiento se ha revelado muy persistente, por cuanto aún hoy los restos de aquellos gases adheridos a las paredes de las cavernas las han convertido en muy peligrosas y solo accesibles si se entra en ellas convenientemente equipado con máscaras y trajes protectores.
Estas cuevas han tenido un uso ancestral por parte de la población campesina de Argelia, que las utilizaron como almacén de provisiones y refugio ante calamidades atmosféricas o epidémicas. La documental cifra entre 5.000 y 10.000 los combatientes argelinos que perecieron gaseados. No hay en cambio una cuantificación exacta de los que sobrevivieron, pero a costa de tener en adelante una vida marcada por todo tipo de enfermedades concomitantes con aquellos envenenamientos. En el deterioro de las relaciones argelino-francesas, el Gobierno de Argel esgrime incluso la calificación de “crímenes de guerra” respecto de este episodio de aquel enfrentamiento.
Los franceses tampoco salieron indemnes de aquella operación, ya que aquellas cuevas argelinas sirvieron también como centros de detención para soldados galos prisioneros del FLN. De hecho, más de sesenta años después del final de aquella guerra sigue sin saberse qué fue de 700 soldados franceses desaparecidos en aquella contienda. El documental también muestra que no pocos soldados de las secciones de armas especiales expuestos a estos gases desarrollaron enfermedades pulmonares, cánceres de estómago y de piel, leucemia, etc. Uno de aquellos veteranos que presta su testimonio, Yves Cargnino, obtuvo una sentencia del tribunal de pensiones de Besançon, que reconocía que sus terribles daños pulmonares eran atribuibles a los efectos del gas CN2D en Argelia.
Si todos estos datos y detalles han logrado plasmarse en el documental se debe en gran parte a que Francia abrió los archivos del Servicio Histórico de Defensa entre 2012 y 2019. Sin embargo, a partir de ese año, el Gobierno francés esgrimió la Ley de 2008 sobre archivos no comunicables so pretexto de que “podrían posibilitar el diseño, fabricación, uso y ubicación de armas de destrucción masiva”. La consecuencia es que los historiadores profesionales han visto enormemente restringido su acceso a tales archivos y a su correspondiente investigación.
En diversas entrevistas acordadas por el historiador Christophe Lafaye a medios especializados, tales como “Histoire Coloniale”, señala que “no fue solamente el Ejército francés el que tomó la determinación de utilizar aquellas armas químicas, fue una decisión política del entonces ministro de Defensa Maurice Bourgès-Manoury”. Este político, perteneciente al Partido Radical, también llegaría a ocupar el cargo de primer ministro en aquella infausta IV República, concluida en 1958 con la entronización del general Charles de Gaulle y una Constitución que le otorgaba poderes casi equivalentes a los de una monarquía absoluta, y que rige en Francia hasta el día de hoy.