La filosofía de las enseñanzas del Islam (3)

Cabe preguntarse, ¿cuál es la actitud del Santo Corán ante el estado natural del hombre?  ¿Cómo intenta controlarlo? Y ¿qué consejos nos ofrece a este respecto?

Pues bien, según el Santo Corán, el estado natural del hombre está estrechamente relacionado con sus estados moral y espiritual, tanto que incluso su manera de comer y de beber afecta a su estado moral y espiritual. Si el estado natural de una persona está sometido al control de los mandamientos de la ley divina, se convierte en su estado moral, afectando profundamente a su espiritualidad, del mismo modo que, según dicen, todo lo que cae en una mina de sal se convierte en sal. Por esta razón, el Santo Corán hace hincapié en la relación existente entre la limpieza física y las posturas corporales, con el culto, la pureza interna y la humildad espiritual.

El profundo efecto que ejercen las condiciones físicas sobre el alma se confirma tras un detenido examen. Por ejemplo, cuando nuestros ojos se llenan de lágrimas, aunque las lágrimas no sean sinceras, nuestro corazón se entristece de inmediato. Del mismo modo, cuando reímos, aunque la risa sea artificial, el corazón se alegra. También se ha observado que la postración física en la oración conduce a la humildad del alma. Por el contrario, cuando nos erguimos y alzamos la cabeza con orgullo, esta actitud conduce a la arrogancia y vanagloria. Estos ejemplos establecen claramente que las condiciones físicas sin duda afectan a las condiciones espirituales.

La experiencia también nos demuestra que distintos alimentos afectan de diferente manera al intelecto y a la mente. Por ejemplo, una observación minuciosa revela que las personas que se abstienen de comer carne experimentan la pérdida paulatina de la noble facultad del valor, que es un don divino. Esta consideración está apoyada por la evidencia de la ley divina de la naturaleza: los animales herbívoros no poseen el mismo grado de valor que los carnívoros. Igual puede decirse de los pájaros. Así pues, no cabe duda de que la moral se ve afectada por la alimentación.

Por el contrario, aquellos que se limitan a un régimen consistente principalmente en carne y que comen pocas verduras, perderán paulatinamente su humildad y su dulzura. Aquellos que optan por un término medio desarrollan ambos tipos de cualidad moral. Por esta razón, el Dios Altísimo dice en el Santo Corán:

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“Comed y bebed pero con moderación” (7:32), es decir, comed carne y otros alimentos, pero no comáis nada en exceso, para que vuestro estado moral no se vea adversamente afectado, y para que vuestra salud no se perjudique.

Hemos hablado del efecto del comportamiento físico sobre el alma, y del mismo modo podemos destacar el efecto que ejerce el alma sobre el cuerpo. Por ejemplo, cuando una persona se siente triste, sus ojos se llenan de lágrimas, pero cuando está alegre, sonríe. Todos nuestros actos naturales - comer, beber, dormir, despertarnos, andar, descansar, bañarnos, etc., - afectan a nuestra condición espiritual. Nuestra estructura física está íntimamente relacionada con nuestra total condición humana. Una lesión en determinada zona del cerebro provoca la pérdida inmediata de la memoria, mientras en otra zona puede causar la inconsciencia. El aire contaminado afecta al cuerpo, y a través del cuerpo a la mente, hasta que se daña todo el sistema interno, al que están unidos los impulsos morales, y la desgraciada víctima fallece apoderada por la locura. De ahí que las lesiones físicas revelen la misteriosa relación entre el alma y el cuerpo, una relación que está por encima de la comprensión humana.

Una reflexión profunda muestra que el cuerpo es la madre del alma. El alma no viene del exterior al vientre de una mujer embarazada. Es una luz oculta en el semen, que comienza a resplandecer con el desarrollo del embrión. La Palabra de Dios Altísimo nos enseña que el alma se engendra del cuerpo que se desarrolla en el claustro materno, como queda establecido en el Santo Corán:

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“Y posteriormente hacemos que se desarrolle en una nueva creación. Bendito sea, pues, Al’lah, el mejor de los creadores”. (23:15).

Esto significa que Dios otorga una nueva creación al cuerpo desarrollado en el claustro materno, y esa nueva creación se denomina alma. Pleno de bendiciones es Dios, Creador sin igual.

La afirmación de que una nueva creación se manifiesta a partir del cuerpo es un misterio que revela la realidad del alma, y señala la estrecha relación entre el alma y el cuerpo. También nos enseña que la misma filosofía se revela en los actos, movimientos y palabras inspirados por el amor de Dios, es decir, que el alma está oculta en estos actos sinceros, igual que está oculta en el semen. Al desarrollarse paulatinamente el cuerpo responsable de dichos actos, aparece el alma en él oculta, y al completarse el desarrollo del cuerpo, el alma, ya no oculta, resplandece con todo su esplendor, revelando su aspecto espiritual. Es entonces cuando tales acciones adquieren vida. Esto significa que al desarrollo total del conjunto de acciones, sigue el fulgor de la luz interna, como el resplandor de un relámpago. Tal estado está descrito por Dios Altísimo en el Santo Corán, cuando dice:

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“Así pues, cuando lo haya moldeado con perfección y le haya insuflado de Mi espíritu, postraos en sumisión a él”. (15:30)

Este versículo señala que al formarse el molde responsable de las acciones, el alma resplandece dentro de él. Dios la describe como Suya, ya que el molde se desarrolló por completo sólo tras vencer los deseos terrenales. Así resplandece la luz divina, antes oculta, y al ver esta manifestación divina, todos los hombres, atraídos naturalmente, deben postrarse ante ella. Todos aquellos que perciban esta luz se postran ante ella, excepto Iblis, que ama las tinieblas.

El alma es creada

Retomando el tema inicial, es verdad que el alma es una luz fina que se desarrolla dentro del cuerpo y se alimenta en el útero. Al principio, está oculta, y nadie la percibe, pero más tarde se manifiesta. Desde el principio, la esencia del alma está presente en el semen. La relación misteriosa entre el alma y el semen responde al designio y a la voluntad de Dios. El alma es una esencia brillante del semen. No se puede decir que es parte del semen en el sentido en que la materia es parte de la materia, ni que viene de fuera o cae en la tierra y se mezcla con la materia del semen. El alma está latente en el semen, igual que el fuego está latente en el pedernal.

La Palabra de Dios no enseña que el alma descienda de los cielos como entidad aparte, ni que caiga sobre la tierra desde la atmósfera, mezclándose al azar con el semen, y entrando con él en el vientre. Tal noción carece totalmente de base. La ley natural lo rechaza. Advertimos a diario que miles de insectos infectan los alimentos impuros y pútridos, y se generan en las heridas sin lavar. La ropa sucia cría miles de piojos, y se generan varias especies de gusanos en el estómago humano. No se puede decir que todos estos vengan de fuera, ni que desciendan de los cielos. La verdad es que el alma se desarrolla dentro del cuerpo, lo que también demuestra que no es auto-existente, sino que es creada.

El segundo nacimiento del alma

El deseo de Dios Altísimo, al crear con Su perfecto poder el alma del cuerpo, parece ser un segundo nacimiento del alma a través del cuerpo. Los movimientos del alma siguen a los movimientos del cuerpo. Si éste se mueve en cierta dirección, el alma lo sigue. Una función del Libro de Dios es, por lo tanto, ocuparse del estado natural del hombre; es por esto por lo que el Santo Corán se preocupa tanto de la reforma del estado natural del hombre, dándole directrices acerca de todos los asuntos que al hombre atañen - su risa, su llanto, su forma de comer, de beber, de vestir, de dormir, de hablar, de callar, de contraer matrimonio, de permanecer soltero, de andar y de pararse, su aseo, su modo de cumplir las ordenanzas del baño y purificación, su sumisión a una disciplina en estado de salud o en estado de enfermedad, etc., - y reafirma que la condición física del hombre afecta profundamente a su condición espiritual. Hoy no dispongo del tiempo necesario para entrar en una exposición detallada de todas estas directrices.

(lpbD) – la paz y las bendiciones de Dios sean con él.

[Continuaremos con la entrega 4, donde hablaremos sobre el progreso gradual del hombre y los tres métodos de reforma que propuso el Santo Profeta Muhammad [lpbD] en un momento de máxima  necesidad cuando la inmoralidad prevalecía por doquier en la civilización pre-islámica]. 

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