Paco Soto
Pie de foto: el escritor marroquí Mohamed Choukri.
Mohamed Choukri (1935-2003) fue uno de los grandes de la literatura marroquí del siglo XX. De origen social muy humilde, Choukri, que hablaba perfectamente español y conocía y respetaba a sus vecinos del Norte, revolucionó la narrativa marroquí de la segunda parte del siglo pasado. Contribuyó decisivamente a que la literatura de su país entrara en la plena modernidad, y se enfrentó a muchos poderes: político, económico, social y religioso. Choukri nunca fue un activista político, pero no olvidó que tuvo que luchar mucho en esta vida para, en una primera etapa, superar el analfabetismo y la miseria impuestos por un sistema injusto, la alianza entre el colonialismo español en el norte de Marruecos y los poderosos locales. Dedicarse a la literatura no fue una tarea fácil para Choukri, que tuvo que enfrentarse a la doble moral y la hipocresía de una sociedad conservadora y clasista como la marroquí, que no tolera que se hable en público de lo que se vive en el día a día: las injusticias, el hambre, el sufrimientos de los más desfavorecidos, la explotación laboral de los menores de edad, la prostitución, la pedofilia, la homosexualidad… Choukri, gran bebedor y fumador, amante de la vida y del sexo, rompió moldes estéticos y narrativos y traspasó fronteras literarias.
Algunos nunca se lo perdonaron, pero muchos otros, dentro y fuera de este gran y maravilloso país que es Marruecos, se lo agradecieron y se lo siguen agradeciendo. Un personaje como Choukri se merece muchos homenajes. Es lo que ha hecho el cine de la mano del director y guionista melillense Driss Deiback. El realizador rindió un homenaje al escritor en el documental ‘Choukri, un hombre sincero’, un corto que fue presentado el pasado 9 de enero en la ciudad marroquí de Meknes en el marco de las actividades del año Amazigh (bereber). El escritor español Sergio Barce, que vivió hasta los 13 años en la localidad marroquí de Larache (norte de Marruecos), dio a conocer la noticia en su blog personal. La prensa española no dijo ni mu al respecto. Driss Deiback es también el realizador del documental ‘Los perdedores’, que tuvo una gran repercusión mediática.
Novelista, poeta y dramaturgo
Mohamed Choukri nació en un pueblo miserable del Rif, Beni Chiker, situado cerca de Melilla y de Nador, y murió en Rabat a los 68 años. Novelista, poeta, dramaturgo y ensayista, compaginó diversos géneros: novela, relato y dietario. La familia pobre y numerosa donde nació Choukri no hablaba árabe, sino rifeño, un dialecto de la lengua bereber. Su padre era soldado en el ejército colonial español en el protectorado del norte de Marruecos, pero en 1945 desertó y se trasladó con la familia a Tánger, la gran capital marroquí del Estrecho, que en aquellos años era una ciudad multicultural y cosmopolita. Choukri aprendió español y se tuvo que buscar la vida como pudo, sobre todo como guía para los marineros que llegaban a Tánger. Tuvo que soportar los malos tratos físicos y los abusos sexuales de su padre, y esta situación le obligó a abandonar el domicilio familiar y a ir a vivir en las calles de Tánger.
Hambre, miseria, prostitución y drogas
Conoció la miseria, el hambre, las drogas, la prostitución, la violencia… Fue detenido por la policía y encarcelado en 1955, y en la cárcel, ayudado por otro recluso, aprendió a leer y escribir el árabe clásico, muy diferente de la dariya (árabe dialectal marroquí) y del rifeño. En 1956, se instaló en Larache, donde se matriculó en un colegio de enseñanza primaria. Siguió estudiando y en los años sesenta, regresó a Tánger, la ciudad donde siguió viviendo el resto de su vida. Esta nueva etapa fue un periodo muy intenso para Choukri. Un periodo marcado por los excesos alcohólicos, las prostitutas, a las que Choukri siempre respetó, y la vida nocturna. Choukri conoció a escritores extranjeros como Jean Genet, Paul Bowles y Tennessee Williams. En 1966, Choukri publicó sus primeras obras; y en 1973, conoció el éxito internacional con la novela ‘El pan a secas’, primera parte de una trilogía autobiográfica. La traducción francesa de este libro, ‘Le pain nu’, fue prologada por el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun en 1980.
‘El pan a secas’
‘El pan a secas’ provocó un escándalo en Marruecos y muchos otros países árabes. La versión original árabe no salió a la luz hasta el año 1982; y en 1983, Driss Basri, poderoso ministro del Interior y hombre de confianza del rey Hasan II, prohibió la novela, porque así se lo recomendaron los ulemas (eruditos musulmanes), que no pudieron aguantar las referencias explícitas al sexo y las drogas. La novela pudo venderse legalmente en Marruecos en al año 2000, durante el reinado de Mohamed VI. La trilogía siguió con ‘Tiempos de errores’ y ‘Rostros, amores, maldiciones’. Choukri es autor de otras obras como ‘El loco de las rosas’ y ‘La tienda’ y de textos autobiográficos basados en su relación con escritores como Bowles, Genet y Williams. Tradujo al árabe poemas de autores españoles como el romántico Gustavo Adolfo Bécquer, los hermanos Antonio Machado y Manuel Machado, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, José Antonio Labordeta y Susana March. La obra literaria de Choukri está escrita en árabe. En ella el escritor utilizó con gran libertad la dariya y el rifeño.
“Inteligencia y sensibilidad innatas”
Mohamed Choukri murió de cáncer en el Hospital Militar de Rabat el 15 de noviembre de 2003, y fue enterrado en el cementerio de Marshan de Tánger dos días después en presencia de ministros, altos funcionarios y personalidades del mundo de la cultura. El rey Mohamed VI envió a un representante de la casa real al entierro. Choukri creó una fundación con su nombre que es la depositaria legal de sus derechos de autor y conserva sus manuscritos. Dejó en su testamento una pensión vitalicia a Fathia, la ayudante doméstica que lo acompañó en los últimos 20 años de su vida. El periodista Javier Valenzuela, buen conocedor de Marruecos, definió a Choukri como “un gran escritor y una persona maravillosa”. En un artículo publicado con motivo de su muerte en el diario El País, Valenzuela recalca que Choukri estaba “dotado de una inteligencia y una sensibilidad innatas y extraordinarias”, y “fue un autodidacta”. “No deja esposa ni hijos ni fortuna material de ningún tipo, pero sí unos textos impresionantes”, destaca Valenzuela en su artículo.