El camino hacia el empoderamiento económico de las mujeres en Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez
En los países de Oriente Medio y el norte de África se estima que se podría aumentar el PIB en 2,7 billones de dólares en 2025 si se permitiera que las mujeres participaran igual que los hombres en el mercado laboral.
El retroceso que genera la brecha de género ya existente en materia de salarios y la crisis económica generada por la pandemia llevan a un retroceso constante y la imposibilidad de derrumbar los obstáculos que limitan la participación de la mujer.
El último informe de la OCDE, publicado en noviembre, bajo el título ‘Cambiar las leyes y romper las barreras para el empoderamiento económico de las mujeres en Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez’ (en inglés, árabe y francés), destaca algunas de las reformas legislativas, políticas e institucionales introducidas en Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez en apoyo del empoderamiento económico de las mujeres.
Para presentar sus resultados y propuestas de acción, Casa Arabé contó en su última conferencia con la participación de Carlos Conde, director de la División de Oriente Medio y África Relaciones Globales de la OCDE, Soukaina Bouraoui, directora ejecutiva del Centro de Mujeres Árabes para la Formación y la Investigación (CAWTAR), y Charlotte Goemans, analista política en Género y Desarrollo de la OCDE y una de las principales autoras del informe. El acto de Casa Árabe fue coordinado por Olivia Orozco, coordinadora de Formación y Economía.
El informe precede a la crisis de la COVID-19 ya que actualmente la situación es mucho que antes de los análisis. “Los progresos y logros a nivel legislativo han ratificado las normas internacionales, diferentes convenciones, las Constituciones”, contó Charlotte Goemans. Apuntó que ha habido iniciativas para la igualdad del trabajo, participación de las mujeres en el diálogo social. Encontramos una mejora notable y acciones clave en este momento.
Necesitamos que el sector privado participe, reforzar las capacidades y es importante revisar las leyes. Por ejemplo, el deber de obediencia, que obstaculiza la participación de las mujeres en el mercado laboral, así como de la herencia, la violencia hacia las mujeres y los niños, un elemento que ha aumentado durante la pandemia, según se señaló en la charla de Casa Árabe.
Estas poblaciones son muy jóvenes con un aumento demográfico muy amplio, en un modelo económico que tiene dificultades para crear empleo. Ya que hay un predominio de empleo público y hay un sector privado que no consigue crecer, es limitado y pequeño. “Las mujeres activas en los países MENA representan la mitad del porcentaje mundial, 20% en vez de 48%, doble discriminación”, subrayó Carlos Conde.
Este cambio está en buen camino, pero todo el mundo tiene contribuir en él; sin embargo, no todos quiere hacerlo. Se puede coger una buena práctica de un país y llevarla a los demás, no tiene nada que ver con importar una cosa de Noruega a China, sino de Arabia Saudí a Marruecos, por ejemplo. Es una cosa que intentamos desde hace 15 años, hay que hacer reformas y seguir trabajando para que estas reformas se puedan adoptar en otros países, según se explicó.
Todos los países tienen fallos, no sólo los árabes y norteafricanos, aunque los demás países han acabado con brechas que los países árabes no han cerrado. “Como hoy en día se puede aterrizar en Marte, podemos cerrar esas brechas”, mencionó Soukaina Bouraoui.
En el campo político hay mecanismos para que haya una mayor participación de las mujeres, pero es de solo el 11% la ocupación parlamentaria femenina que existe en esta región. Respecto al sector privado, depende de un país a otro, pero hay pocos empresarios en Túnez, por ejemplo, el emprendimiento es un motor fundamental y tiene muchísimo retraso en estas naciones.
La digitalización está asimismo retrasada en estos países. La COVID-19 lo ha demostrado, los pobres se han quedado totalmente marginalizados y las mujeres pobres están totalmente olvidadas.
Muchas veces hablamos como si todo fuese muy bien en temas de cooperación, cuando se trata de procedencias de dinero, si en el país que recibe el dinero no existe transparencia entonces no sirve de nada ese dinero. Las mujeres necesitan acceso a la información y una buena gobernanza, como se señaló.
Mientras el estatuto no sea igualitario en la vida privada, eso va a repercutir en la vida pública. No hay igualdad y hay que corregirlo trabajando sobre las leyes de la esfera privada.
No se va atrás en el tema de las leyes en cuanto a las mujeres, porque los políticos no se van a atrever para ir hacia atrás y no se van a hacer nuevas leyes desiguales. “Los gobernantes hacen como que no escuchan, pero sí lo hacen”. La sociedad civil, sobre todo la femenina, está presente y tiene mucha experiencia y no se permitirá volver para atrás. Como, por ejemplo, en el caso de la Constitución tunecina, como se explicó en el evento de Casa Árabe.
Soukaina Bouraoui apuntó que los nuevos retos son los tres choques: Primavera Árabe, cambio climático que va a afectarnos aún más en el Mediterráneo tanto norte como sur, y COVID-19, que obligará a una nueva vía.
Asimismo, habrá que luchar contra la persistencia enorme cultural y los estereotipos, tiene que haber una “contracultura” que tenga un discurso tan seductor como el nostálgico. Otro factor que hay que cambiar es el analfabetismo. Además de la dificultad de asistencia ante la justicia para ayudar a las mujeres vulnerables, que es un obstáculo para el avance de la inclusión de la mujer.
Todos los avances y los logros se han quedado intactos a pesar de la pandemia mundial y la crisis que esta ha traído. Sin embargo, esto no quiere decir que no quede mucho que hacer en la región para que se llegue a una igualdad de género en el marco económico.
