Una lectura enriquecedora: “Los viajes de Alí-Bey por África y Asia”


Por César Dezfuli

 Una nueva edición de “Los viajes de Alí-Bey por África y Asia” reúne, por primera vez desde 1814, el texto completo, incluido su prólogo, así como sus láminas y sus valiosos mapas a tamaño real, acompañados además por fotografías actuales de los lugares mencionados por el autor y nuevos mapas detallados de su itinerario. Ha sido elaborada por Roger Mimó, quien ha emulado a Ali Bey siguiendo su itinerario en un largo viaje por diez países y ha incluido más de un millar de notas a pie de página, en las que demuestra el rigor científico de la obra.  

¿Quién es Ali-Bey y qué le llevó a seguir sus pasos?
Alí Bey es el alter ego de Domingo Badía, una figura muy compleja y controvertida. Fue uno de los últimos grandes hombres de la ilustración, preocupado tanto por la investigación científica como por el progreso de la sociedad hacia un mundo más justo y más libre. Él pensaba que los pueblos estaban oprimidos por tiranos que se aprovechaban de su incultura y que mediante la educación y la extensión de los conocimientos las clases populares iban a adquirir conciencia de sus derechos y a exigirlos. Se hizo pasar por un príncipe oriental para poder viajar por África en una época en que dicho continente se hallaba prácticamente cerrado a los europeos y acabó por asumir ese papel como una segunda personalidad, escribiendo su libro desde la óptica de un musulmán con espíritu autocrítico.

A mí se me ocurrió seguir los pasos de Alí Bey para escribir mi propio libro de viajes y emprendí un largo periplo de casi medio año por los países donde él había estado. Pero a medida que iba avanzando en la investigación me di cuenta de que no existía una buena traducción al español de su obra (editada originalmente en francés) y de que realizarla, acompañándola con notas a pie de página y fotos de los lugares mencionados era algo mucho más interesante que contar las pequeñas anécdotas de mi viaje.

 ¿Le ha sido fácil dar con todos esos lugares por los que Ali-Bey pasó hace casi 300 años? ¿Cuál fue el lugar que más le impresionó?
Algunos de los lugares donde había estado Alí Bey hace doscientos años son muy conocidos, pero otros no lo eran en absoluto y uno de los méritos de mi edición consiste en haber conseguido trazar su itinerario exacto. Para ello he tenido que efectuar muchos tramos de los viajes repetidas veces hasta dar con los puntos exactos por donde había discurrido. Uno de los sitios más difíciles de localizar fueron unas catacumbas que hay en las afueras de Alejandría: no logré dar con ellas hasta mi cuarta estancia en la ciudad, ya que el monumento está colmatado de tierra y ha caído en el olvido más absoluto.

El lugar que más me impresionó fue quizás el templo de Jerusalén, en parte por su significado histórico y espiritual, pero también porque allí no ha cambiado prácticamente nada en estos doscientos años y encontré ante mis ojos, como quien dice, cada una de las piedras descritas y dibujadas por Alí Bey.

 Inició sus viajes antes del inicio de las revueltas árabes, ¿pudo observar durante sus viajes ese fervor latente? ¿Le ha ayudado a la distribución de su libro el publicarlo justo en un momento en que el mundo árabe está en el centro del debate social?
Sí, afortunadamente hice mi gran viaje por oriente en 2002/2003 y los demás viajes para completar la información en diferentes épocas, el último en 2010, antes de que estallaran los conflictos actuales de los países árabes que habrían hecho muy difícil mi trabajo, aunque durante mi primer periplo estalló la guerra de Irak y fue también un momento algo delicado.

Lo que pude observar es absolutamente distinto en unos países y en otros. En Tunicia, en 2002, se vivía francamente bien y todo el mundo estaba muy satisfecho; cuando volví en 2009, la moneda se había devaluado a la mitad, la gente sólo hablaba del paro y de la carestía de la vida y era evidente que el gobierno carecía de soluciones a todos estos problemas, de modo que algo tenía que suceder. En Egipto, un crecimiento demográfico muy superior al crecimiento económico y las diferencias sociales entre el 2 % de la población que lo tiene todo y el 98 % que no tiene prácticamente nada son factores de una fuerte inestabilidad, frente a la cual el gobierno de Mubarak sólo recurría a soluciones policiales; esto hacía intuir que algo iba a suceder, como efectivamente sucedió, pero la caída de Mubarak no ha comportado mejora alguna, más bien todo lo contrario, ya que ésta sólo podría venir de un profundo cambio social que está muy lejos de producirse. En Siria, en 2003 se vivía bastante bien y en 2010 mucho mejor, de modo que la gente estaba cada vez más satisfecha y nada hacía pensar en una revolución; cierto es que el amplio mosaico de grupos étnico-religiosos no daba mucha cohesión al país, pero yo pienso que nada habría sucedido allí si no hubiese sido por las influencias exteriores; para mí, en Siria no hay una guerra civil, como se suele creer en occidente, sino que es el campo de batalla de una guerra internacional no declarada.

Pero no, no creo que los conflictos del mundo árabe hayan servido para promocionar el libro de Alí Bey, pues poca gente busca las raíces de los mismos en una época tan lejana, pese a que en algún caso podría encontrarlas. Por ejemplo, Alí Bey fue testigo presencial de la revolución wahabí que un siglo más tarde daría lugar al régimen actual de Arabia Saudita, uno de los participantes en esta guerra no declarada de la que hablaba hace un momento. El análisis que hizo Alí Bey de aquel movimiento reviste una importancia excepcional y sin duda puede ayudar a entender lo que ha sucedido posteriormente.