El general Stephen Townsend ultima los acuerdos de defensa de Estados Unidos con Argelia, Túnez y Marruecos
El periplo protagonizado la semana pasada por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, que le ha llevado a trasladarse a Marruecos, Argelia y Túnez para firmar importantes acuerdos de cooperación en materia de defensa con los responsables de los tres países del norte de África ha estado precedida por visitas de altos mandos militares y responsables de instituciones financieras.
En fechas anteriores a la llegada del jefe del Pentágono, generales e importantes directivos del Departamento de Comercio han acudido a Rabat, Argel y Túnez para perfilar los últimos detalles y eliminar los puntos de discrepancia de los acuerdos que Mark Esper iba a suscribir.
Como exteniente de Infantería egresado en 1986 de la Academia Militar de West Point, y todo un veterano del Pentágono, la intención del secretario de Defensa era la de conocer con suficiente antelación y de primera mano las preocupaciones y demandas que las autoridades civiles y militares de las tres naciones le iban a formular de forma directa como enviado del presidente Donald Trump.
Mark Esper eligió mensajero, interlocutor y solucionador de problemas al jefe del Mando de Combate de África (AFRICOM), el teniente general Stephen Townsend, a quien conocía de su anterior etapa como jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina cuando el político era el secretario del Ejército (2017-2019).
El jefe del AFRICOM y su séquito llegaron a Túnez el 9 de septiembre e inmediatamente visitaron al presidente Kais Saied para trasladarle que la Administración Trump consideraba al país como un importante aliado y que continuará entrenando y facilitando tecnologías de vigilancia electrónica a las unidades militares tunecinas para mantener la seguridad de su frontera con Libia.
La delegación militar encabezada por el teniente general Stephen Townsend mantuvo un largo encuentro con el ministro de Defensa, Ibrahim Bartagi, para dejar cerrado un acuerdo en materia de defensa que ha tardado dos años en concretarse. Aunque menos ambicioso que la hoja de ruta que finalmente se ha acordado con Marruecos, establece un programa de cooperación a 10 años en el intercambio de inteligencia, transporte aéreo, mando y control, vigilancia, reconocimiento y operaciones humanitarias
Antes de abandonar Túnez con su misión cumplida, el alto mando militar aprovechó su estancia para establecer una videoconferencia con el nuevo ministro de Defensa libio, Salah Eddine al-Namrush, al que expresó el apoyo de la Administración Trump al proceso de diálogo intra-libio liderado por la ONU y la lucha contra el terrorismo, así como el interés del Pentágono por la salida de todas las fuerzas militares y mercenarias extranjeras del país.
El máximo responsable del AFRICOM retornó al norte de África unas fechas antes que el secretario de Defensa. Aterrizó en la capital argelina el 23 de septiembre para reunirse con el presidente Abdelmadjid Tebboune, que también ejerce del cargo de ministro de Defensa. Su misión consistía en plantear argumentos para incrementar las no fáciles relaciones con las autoridades de Argel, las más reticentes de los tres países en llenar los acuerdos con asuntos de importancia.
Con una posición geoestratégica clave para la seguridad del norte de África y del Mediterráneo, el general de cuatro estrellas Stephen Townsend expresó al recién elegido presidente argelino ‒en el poder desde diciembre de 2019‒ la conveniencia de fortalecer los lazos bilaterales y aumentar la cooperación y las ayudas de Estados Unidos, en especial en la lucha contra las organizaciones terroristas vinculadas con Al-Qaeda.
La delegación militar norteamericana también mantuvo un encuentro con el ministro de Asuntos Exteriores, Sabri Boukadoum, para tratar del conflicto de Libia. Ambos conversaron sobre las consecuencias del motín militar ocurrido en Mali a mediados de agosto. En su reunión con el recién nombrado jefe de las Fuerzas Armadas, el teniente general Said Chanegriha ‒que a finales de junio estuvo en Moscú para cerrar compras de armamento‒, intercambiaron puntos de vista sobre métodos para impermeabilizar los miles de kilómetros de frontera que Argelia comparte con Libia y Mali.
El caso de Marruecos es diferente al de Argelia y Túnez. El reino alauí es un firme, fiable y comprometido aliado de Estados Unidos en la región y las relaciones del Pentágono con las Fuerzas Reales son muy estrechas en todos los sentidos. Con el acuerdo bien definido, Rabat hizo una llamada a Washington en busca de ayuda para potenciar su industria aeroespacial y de defensa.
Antes que el secretario de Defensa pusiera los pies en territorio marroquí, una delegación oficial de carácter económico presidida por el director ejecutivo de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC), Adam Boehler, se personó junto con altos representantes del Consejo Nacional de Seguridad y la presidenta del Export-Import Bank de Estados Unidos (EXIM), Kimberly Reed.
En colaboración con otras agencias gubernamentales, entre ellas el Departamento de Defensa, la DFC actúa como banco de ayuda al desarrollo. Su función es abrir el camino a las inversiones norteamericanas hacia sectores como la energía, la sanidad, las infraestructuras críticas y el campo aeroespacial para apoyar la política exterior de Estados Unidos. La delegación se reunió con altos cargos del Gobierno del primer ministro marroquí, Saadeddine el Othmani, y representantes del sector privado en su intento de ampliar las inversiones en las industrias estratégicas del país.
En el plano militar, una de las vías del Pentágono para favorecer la estabilidad de la región es mejorar la cooperación, la interoperabilidad y el adiestramiento de las Fuerzas Armadas de los tres países con sus equivalentes de Estados Unidos y las naciones de la OTAN. El principal instrumento elegido son los ejercicios tácticos aeroterrestres African Lion, maniobras conjuntas de periodicidad anual en los que participa el Ejército español.
El ejercicio de 2020 estaba programado para llevarse a cabo en territorio de Marruecos, Túnez, Senegal y España entre el 23 de marzo y el 3 de abril. Encaminado a evaluar las capacidades de despliegue y combate de una fuerza multinacional formada por alrededor de 5.000 efectivos frente a grupos terroristas, debían intervenir unidades militares de Marruecos, Túnez, Egipto, Mauritania y Senegal, con la participación de núcleos operativos de Alemania, Australia, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido y España. Sin embargo, la propagación de la pandemia de COVID-19 obligó a mediados de marzo a cancelar la operación.