Francia redujo a la mitad la cantidad de visas otorgadas a marroquíes y argelinos, provocando la apertura de una crisis que podría traer mayores consecuencias

El problema migratorio que podría agrandar la brecha entre Rabat y París

PHOTO/AP - El rey marroquí Mohammed VI y el presidente francés Emmanuel Macron, a la izquierda, tras inaugurar una línea de alta velocidad en la estación de tren de Rabat

Francia debe abordar cuanto antes uno de los problemas que pueden llevar a distanciarse de su mayor aliado en el norte de África. Las relaciones con Marruecos no son las mejores después de que París decidiese reducir a la mitad los visados otorgados a marroquíes y argelinos hace unos meses. La justificación de los franceses se basa en la negativa del reino alauí a aceptar el regreso de inmigrantes irregulares que quieren deportar de territorio francés. Sin embargo, la situación sigue bloqueada y la tensión entre las autoridades políticas de Francia aumenta cada día que pasa.

Ya cuando se produjo el anuncio de la reducción de visados, Rabat la tachó de “injustificada”. En el reino alauí creen que el grupo que sale damnificado mayoritariamente es el de las clases medias, por lo que pidió en reiteradas ocasiones una rectificación que, por el momento, no ha llegado desde París. Esta negativa es la que, según los observadores, estaría haciendo aumentar el descontento en Marruecos y creen que podría agrandar la brecha que se comenzó a abrir hace unos meses. Por eso, se han intensificado los esfuerzos en el país europeo, sobre todo porque en Francia quieren evitar a toda costa perder su influencia en el norte del continente africano.

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Sabedores de la importancia que tienen sus vínculos con el Reino, Francia ha intentado limar asperezas mediante el expresidente François Hollande. El predecesor de Emmanuel Macron hizo un llamamiento ayer miércoles desde la capital de Marruecos pidiendo “reactivar la asociación que une a Francia con los países del Magreb, especialmente Marruecos”. Hollande también hizo referencia al desencuentro que ha llevado a este distanciamiento y manifestó su pesar por lo que considera “malentendidos”, a lo que añadía que se deben “llevar a la mesa los temas que nos pueden unir, y excluir los que nos pueden dividir”.

En agosto, desde Marruecos avisaban de que “todos los lazos que han tardado décadas en forjarse se irán rompiendo poco a poco”. En ese momento se comenzó a calificar esta problemática como una crisis “silenciosa” y de una “humillación” por parte de Francia. El analista internacional marroquí Hicham Motad, hablaba de la imagen exterior que proyectaba el país presidido por Macron y aseguraba que esta decisión de reducir drásticamente el número de visados emitidos refleja “la magnitud del fracaso catastrófico de la política francesa en la gestión del expediente migratorio”.

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Sin embargo, la visión que se tiene – o al menos se tenía cuando se decidió reducir el número de visados – es que es “una decisión drástica y sin precedentes, pero también una decisión necesaria”, decía el entonces portavoz del Gobierno francés, Gabriel Attal, que defendía que su país “no puede mantener” a todos aquellos inmigrantes irregulares que los países magrebíes se negaban a aceptar de vuelta. En septiembre del año pasado, París optó por reducir en un 50% los visados a argelinos y marroquíes, y en un 30% a los tunecinos, abriendo la brecha que, un año después, lejos de cerrarse, continúa agrandándose.

El problema de esta situación entre Rabat y París es que algunos expertos van más allá y creen que esta crisis “silenciosa” no es el único motivo de distanciamiento entre franceses y marroquíes. Y, lejos de sorprender a nadie, las miradas se centran en el expediente del Sahara. Desde Marruecos piden a Francia una posición más contundente en este asunto, algo que no parece cerca de ocurrir teniendo en cuenta que prometieron a Argelia no “reconocer la soberanía marroquí”, hace escasas semanas durante el encuentro entre Catherine Colonna, ministra francesa para Europa y Asuntos Exteriores, y el jefe de la diplomacia argelina, Ramtane Lamamra.

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El asunto del Sahara resulta aún más complejo cuando se trata de Francia ya que, en su esfuerzo por contentar a marroquíes y argelinos, no pueden satisfacer a sus dos socios del Magreb. A todo ello se une la suspensión de la cotización de la empresa francesa Lydec de la Bolsa de Valores de Casablanca, convirtiéndose en la segunda que sufre esta suspensión en menos de un año, siguiendo los pasos de Danone. Este contexto no invita al optimismo, aunque en Francia saben que van a tener que poner de su lado para resolver el bloqueo y “superar las tensiones para construir proyectos conjuntos”, como afirmaba el ministro francés de Comercio Exterior, Olivier Bechte, este pasado martes cuando se encontraba de visita en territorio marroquí.