Escalada de tensiones entre Argelia y Marruecos en el campo digital

En un nuevo giro en las ya tensas relaciones entre Argelia y Marruecos, el enfrentamiento diplomático ha dado paso a un nuevo escenario: el ciberespacio. La reciente ola de ciberataques, junto con una narrativa mediática polarizada, evidencia una peligrosa radicalización de las disputas entre ambos países magrebíes.
La chispa más reciente en esta confrontación digital fue el ciberataque que tuvo como objetivo a la Caja Nacional de Seguridad Social de Marruecos, donde se filtraron documentos confidenciales que generaron una gran controversia nacional. Los datos comprometidos revelaron cifras relacionadas con los salarios en empresas privadas financiadas por el Estado, reavivando debates sobre la equidad y la transparencia económica en Marruecos.
Este acto fue reivindicado por piratas informáticos argelinos, quienes además recibieron elogios públicos por parte de medios de comunicación alineados con el gobierno de Argel. Periodistas de canales estatales llegaron a calificar el ataque como un "logro", cruzando líneas éticas y legales que los expertos internacionales en ciberseguridad han condenado con firmeza. Tal respaldo mediático a un acto delictivo representa una flagrante violación del derecho internacional, que prohíbe y penaliza la piratería informática.
Ante este escenario, la respuesta no se hizo esperar. Jóvenes marroquíes hackearon la Oficina de Correos de Argelia y difundieron sus datos internos, intensificando así el intercambio de golpes cibernéticos. Esta dinámica de represalia recuerda a un caso reciente entre Argelia y Malí, donde hackers malienses respaldados por Turquía penetraron instituciones sensibles argelinas, en respuesta a ataques previos de piratas informáticos argelinos.
Más allá de los actos técnicos de piratería, preocupa especialmente el papel que están desempeñando los medios de comunicación estatales argelinos. Tradicionalmente utilizados para propagar rumores y noticias falsas sobre Marruecos, ahora han dado un paso más al aplaudir activamente acciones ilegales, fomentando un clima de hostilidad en redes sociales e incentivando nuevos ataques digitales.

Activistas han denunciado esta actitud como una forma de desviar la atención pública de otros escándalos internos, como el reciente derribo de un dron maliense por parte del ejército argelino, hecho que ha tensado las relaciones entre Argelia y varios países del Sahel.
El uso sistemático de la propaganda por parte de ciertos sectores mediáticos argelinos plantea un serio desafío para la estabilidad regional. Intelectuales y periodistas independientes argelinos han comenzado a alzar la voz contra esta tendencia, denunciando el uso de discursos incendiarios y la erosión de cualquier apariencia de profesionalismo en la prensa oficial.
Uno de los críticos ha sido el activista argelino Said Bensedira, quien arremetió contra la Agencia de Noticias Argelina por su lenguaje vulgar y servilismo hacia el régimen. Según Bensedira -citado por Al-Arab-, estas prácticas reflejan el descenso alarmante de los estándares de la prensa argelina y su uso como instrumento de agitación política.

Por otro lado, la comunidad de expertos en ciberseguridad advierte que esta cadena de ciberataques y contraataques no debe pasarse por alto. La creciente frecuencia y sofisticación de estas operaciones apuntan a una posible guerra cibernética regional, que podría afectar no sólo a los gobiernos implicados, sino también a infraestructuras críticas, sistemas financieros y servicios públicos.
Estos expertos advierten sobre una peligrosa evolución de las tensiones políticas hacia un conflicto digital descontrolado, señalando también la falta de medidas disuasorias por parte de organismos internacionales y regionales, que hasta ahora no han logrado responsabilizar a los actores implicados ni establecer límites claros en el ciberespacio.

Asimismo, esta situación pone de manifiesto la urgente necesidad de reforzar los mecanismos internacionales de cooperación en materia de ciberseguridad, así como de imponer sanciones a quienes promuevan o celebren públicamente la piratería informática. El silencio o la indiferencia de la comunidad internacional podría ser interpretado como un visto bueno para que estas agresiones continúen y escalen.
La creciente hostilidad digital entre Argelia y Marruecos ilustra cómo los conflictos geopolíticos tradicionales pueden transformarse en nuevas formas de confrontación, más difíciles de rastrear y controlar. Lo más alarmante no es sólo la acción de los piratas informáticos, sino el hecho de que los medios oficiales legitimen y fomenten estas acciones, enmascarándolas como actos de “patriotismo”.