Faluya, nudo gordiano de Daesh

Francisco J. Berenguer Hernández/IEEE

Resumido por Iván Guarasa

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Antes de la invasión de las tropas de Estados Unidos en Irak en el año 2003, Faluya era una ciudad prácticamente anónima. Con una población de no más de 350.000 habitantes se sitúa al oeste de la capital. Localizada en el epicentro de la población suní, fue la protagonista de dos de las batallas más importantes de la guerra de Irak. La primera operación conocida como “Operación Resolución Vigilante” tuvo lugar en el mes de abril del año 2004 y fue un fracaso ya que el ejército norteamericano no pudo ocupar la ciudad. El hecho decisivo fue que no solo defendieron la ciudad los insurgentes locales, sino que vinieron de todo el país.

Fue necesaria una segunda escalada y se desarrolló en noviembre de ese mismo año cuando comenzó la Operación Furia Fantasma que esta vez contó con el apoyo estadounidense, iraquí y británico liderado por el Cuerpo de Marines norteamericano. Sin embargo, a pesar de mermar el número de insurgentes fue necesaria una tercera ofensiva en Faluya en el año 2006. Una vez finalizada la batalla, la ciudad pasó a manos del gobierno iraquí, trasladándose el foco principal de la insurgencia a la capital provincial, Ramadi. Con estas tres operaciones quedó patente la condición estratégica de Faluya tanto por su cercanía a Bagdad, como por ser parte del epicentro suní del país.

La recuperación de Faluya por parte del Gobierno iraquí se ha hecho esperar mucho tiempo ya que la Coalición internacional ha dado prioridad a la recuperación de Mosul, la segunda ciudad más importante del país. Tanto el reconstruido ejército iraquí como las tropas norteamericanas están desplegadas en el norte, próximas a Mosul lo que hace que Faluya, como dice un informe de Human Rights Watch, tenga una extremada carencia de alimentos básicos en la ciudad y que está sumiendo a la población civil en graves penurias.  A los intentos de estableces corredores humanitarios que permitieran a la población civil escapar de Faluya, Daesh ha colocado francotiradores con el fin de impedir esta asistencia a la ciudad.

Esta circunstancia unida al hecho de que varios asesores que en la anterior guerra de Irak ayudaron a la expulsión de Al Qaeda del cinturón suní iraquí, han insistido en la gran importancia de Faluya como nudo gordiano de la resistencia suní al gobierno de Bagdad liderado por chiíes. Ha motivado la necesidad de lanzar contra Faluya un nuevo ataque con el objetivo de liberar la ciudad de Daesh y aliviar los sufrimientos de la población de este castigado enclave.   

Desarrollo

A diferencia de los éxitos anunciados por el primer ministro Al Abadi y la cúpula militar iraquí, el Pentágono ha anunciado que los avances en la ofensiva no han sido tan buenos como esperaban ya que todavía no han conseguido poner un pie en Faluya. Se considera que una buena parte de la población (60.000 habitantes) pueden ser simpatizantes de Daesh, por lo que la capacidad de resistencia es mucho mayor de la prevista. Aparte de eso, en la ofensiva están participando la policía iraquí, milicias tribales suníes, las tropas contraterroristas de élite del Gobierno y un importante contingente de milicias chiíes. Esto dificulta extraordinariamente el desarrollo de las operaciones y, sobre todo, la estabilidad de la ciudad tras la finalización de los combates.

Hay otro tipo de dificultades operativas y residen en la utilización de la población civil como escudos humanos. Los milicianos yihadistas han concentrado a distintos grupos de civiles en torno a los objetivos del centro de la ciudad con la intención de disuadir posibles ataques aéreos de las tropas progubernamentales.  Sin embargo, se ha informado de la presencia del general Soleimani que es el jefe de la fuerza conocida como Qods (Guardia Iraní Revolucionaria destinada a las operaciones en el exterior, lucha contra Daesh desde el año 2014) lo que indica que Irán está apoyando la ofensiva que está siendo desarrollada por milicias chiíes iraquíes. Está ayuda acarrea ciertas dudas sobre la situación final del conflicto.

La decisión del gobierno iraquí relativa al intento de recuperación de Faluya puede tener como consecuencia los ataques en la Green Zone de Bagdad y también los grandes disturbios que hay en la capital que reflejan una importante crisis en torno al primer ministro que parece confiar cada vez más en las milicias chiíes, aunque esto traiga consigo un distanciamiento por parte de la Coalición Internacional ya que parte de las milicias son consideradas terroristas por Estados Unidos. Las milicias chiíes han dejado claro que no van a entrar en el caso urbano de Faluya sólo controlarán el perímetro y combatir a los milicianos pertenecientes a Daesh que pretendan escapar del centro.

Las principales pegas de la Coalición para iniciar una ofensiva en Faluya reside en que las tropas del Daesh han estado más de dos años y medio sobre el terreno y han podido preparar la ciudad para una resistencia más dura. Ponen como antecedente la recuperación de la ciudad de Ramadi que estuve en manos de Daesh menos tiempo que Faluya y fue resultó muy tedioso recuperarla. Por eso, se prevé que el esfuerzo para recuperar la ciudad sea muy alto.

Por lo tanto, la decisión de intentar recuperar Faluya de manos de Daesh no parece proceder del pleno acuerdo de los diferentes actores progubernamentales que actúan en Irak, sino, principalmente, de una decisión propia de Bagdad con el apoyo iraní, posiblemente con objetivos también encaminados al equilibrio de poderes interétnicos e interconfesionales del Irak post conflicto.

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