Llega a su fin una cita de vital importancia en la que los líderes de las grandes economías del mundo se han visto cara a cara después de más de dos años, en la Cumbre anual del G7 en Cornualles. Entre los asistentes a esta cumbre han estado: el presidente estadounidense Joe Biden y su homólogo francés Emmanuel Macron. También la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro canadiense Justin Trudeau. El primer ministro italiano, Mario Draghi, el japonés Yoshihide Suga y el primer ministro del país anfitrión, Boris Johnson. Asimismo, la Unión Europea (UE) estuvieron representada por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Entre los países no miembros invitados a la reunión de este año están India, Corea del Sur y Australia.
La cumbre del G7 puede suponer un nuevo orden económico mundial marcado por la pandemia. Los resultados ya se están dando a conocer, los lideres han debatido acciones para hacer frente a la amenaza contra el cambio climático, el comercio o la recuperación de la crisis de la COVID-19, así como el desigual acceso mundial a las vacunas contra el coronavirus.

La cumbre se ha celebrado bajo una presión creciente para acordar medidas inmediatas y ambiciosas por parte de expertos, líderes mundiales, organizaciones de la sociedad civil y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha sido clara a la hora de reclamar al G7 que se comprometiera no solo a donar dosis a países en desarrollo para avanzar en la inmunización global.
El compromiso final, al que han llegado los siete es entregar 1.000 millones de vacunas a los países en vías de desarrollo a lo largo de los próximos 12 meses. El objetivo final es un total, de 2.300 millones de vacunas a finales de 2022. En el texto, los firmantes recuerdan su compromiso de “proporcionar un total de más de dos mil millones de dosis de vacunas” y de “de crear los marcos adecuados para fortalecer la defensa colectiva contra las amenazas a la salud mundial”. Asimismo, el G7 también respalda la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud para una nueva investigación sobre los orígenes de la pandemia.

La cifra parece generosa, pero, según la Organización Mundial de la Salud, son 10.000 millones de dosis menos de los que se necesita para vacunar al 70% del mundo. La letra pequeña de la declaración de 25 páginas es que estos 1.000 millones anunciados corresponden al “equivalente en dosis” de las contribuciones económicas de los países del G7 y las donaciones materiales de vacunas comprometidas desde la última reunión del G7. Lo que supone que añadir a estas cifras dosis ya aportadas y dinero ya prometido.
Las siete economías más desarrolladas del mundo han acordado un “histórico” acuerdo para reformar el sistema fiscal. Mediante este pacto, las grandes empresas como las tecnológicas o digitales tributarán en los territorios donde obtienen sus beneficios. Los miembros del G7 se han comprometido con al menos el 15% de tasa mínima del impuesto de sociedades. Una medida que aún necesita la aprobación de los países del G20, donde se incluyen Rusia, China, India y Brasil.

Otro de los retos trazados por las economías más poderosas del mundo ha sido la lucha contra el cambio climático. En la reunión para abordar el problema medioambiental y la protección de la biodiversidad. El primer ministro inglés, Boris Johnson presentó su idea de un plan Marshall para el cambio climático. El anfitrión de la cumbre habló sobre la creación de un Banco de Desarrollo Verde que administre ayudas que faciliten la transición ecológica en países en vías de desarrollo.
Atrás quedan los años de Donald Trump, marcados por desacuerdos y retiradas de pactos internacionales tan relevantes como el Acuerdos de París para el cambio climático. Los 7 acordaron en esta materia, vetar desde el próximo año nuevas partidas de financiación pública directa a proyectos para generar energía a partir del carbón, la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Acelerar los esfuerzos" para recortar la contaminación con el ánimo de que continúe siendo posible mantener un límite máximo del calentamiento global de 1,5 grados centígrados. E impulsar planes para proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y el 30% de los océanos durante esta década.

La cumbre ha estado dominada no sólo por los acuerdos sino también por la gran polémica entre Londres y Bruselas ante los nuevos controles que hay que imponer tras el histórico Brexit, la denominada “guerra de las salchichas” es el último episodio de tensiones entre Londres y Bruselas. La Unión Europea insiste en que no se puede importar carne congelada desde fuera del bloque, por lo que Irlanda del Norte podría quedarse sin productos cárnicos británicos. El próximo 30 de junio finaliza el plazo para la libre circulación de carne congelada entre Reino Unido e Irlanda del Norte.
Los lideres del G7 subrayaron, en esta cumbre, la necesidad de una postura común para hacer frente a las amenazas globales, en contraste con el creciente unilateralismo de los últimos años y le retroceso de las instituciones globales. La retirada de Afganistán, las relaciones con Irán, el fututo de la OTAN, la guerra en Siria y las acciones del régimen militar son algunos de los temas sobre la mesa en el encuentro del G7, con la recuperación económica postCOVID, el cambio climático como telón de fondo, y con Rusia y China como grandes protagonistas.

Joe Biden, quiere marcar un antes y un después en las relaciones con sus socios naturales, que vieron los momentos más críticos durante el mandato del expresidente, Donald Trump. El principal objetivo de Biden es reforzar las alianzas con los países europeos para poder hacer un frente común contra China y Rusia, considerados los principales enemigos de Occidente según Estados Unidos.
El G7 ha acordado lanzar un gran plan de infraestructuras que contrarresten el avance del gigante asiático. Se trata de la iniciativa Build Back Better fot the World, una respuesta al proyecto chino One Belt, One Road, que pretende revitalizar la conocida como Ruta de la Seda mediante la modernización de infraestructuras y telecomunicaciones para mejorar la conectividad entre Asia y Europa.
Tras varios días de reuniones, y en un momento tan convulso para la diplomacia internacional, las siete potencias dejaron, no obstante, la puerta abierta a una futura cooperación y subrayaron la necesidad de una postura común para enfrentar los restos globales, en contraste con el creciente unilateralismo de los últimos años.

Los líderes del G7 reservaron sus criticas más duras a China Y Rusia, a las que llamaron a cumplir con sus obligaciones en virtud de la legislación nacional e internacional. Dos países con los que existen intereses compartidos, pero que plantean importantes problemas de seguridad para el orden mundial.
El líder estadounidense había acudido al G7 con el objetivo de recabar apoyos entre sus aliados occidentales frente a China y Rusia y, apostando por el multilateralismo y la colaboración con los aliados tradicionales de EE. UU. Biden explicó que ha alertado de que las medidas que se adopten ahora determinarán “si las democracias podrán competir” con Gobiernos “autocráticos” como el de Pekín en el siglo XXI.
Las conclusiones de la cumbre contrastan con los documentos finales de las anteriores del grupo de las democracias más industrializadas del planeta, en los que no se llegaba a mencionar al gigante asiático. El presidente de EEUU, Joe Biden, ha dedicado un amplio esfuerzo diplomático a lograr una oposición más sólida contra China, un país al que ya contempla como competidor por la hegemonía mundial.
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos han empeorado desde la llegada de Joe Biden al Ejecutivo, a diferencia de la buena relación que mantenía con su antecesor, Donald Trump. Son muchos los frentes abiertos entre estos dos países, el más reciente un ciberataque lanzado por la organización criminal DarkSide contra Colonial Pipeline, la mayor red de oleoductos, y que afectó al suministro de combustible en la costa este del país durante varios días. A parte de los continuos ciberataques de los que Estados Unidos acusa a Moscú, los desacuerdos sobre la soberanía de Ucrania y el régimen de Bielorrusia son otros de los grandes puntos del conflicto entre ambos países.
Una de las metas de Biden en el G7 era que el grupo adoptara un plan de acción frente a los ciberataques, de los que Estados Unidos ha sido blanco en los últimos meses y que han sido supuestamente lanzados desde Rusia. Pero el comunicado final de la cumbre simplemente recoge un llamamiento urgente a Moscú para que identifique, desmantele y pida cuentas a los piratas informáticos que perpetran ciberataques desde su territorio.