Los drones de fabricación iraní Shahed-136 –“testigo” en persa, también bautizados bajo el nombre ‘Geran 2’– se han convertido en los nuevos protagonistas del conflicto ruso ucraniano a lo largo de las últimas semanas. Y es que, a la polémica sobre el envío de armamento iraní a Rusia, y a las implicaciones que el fortalecimiento de los lazos ruso-iraníes podría tener para Oriente Medio; se suma, ahora también, la posible presencia de miembros de la Guardia Revolucionaria Islámica en territorio ucraniano para entrenar a las tropas del Kremlin en el uso de los Shahed-136.
Así lo ha hecho público el rotativo estadounidense The New York Times, que ha alertado del envío de militares afiliados a los ‘Pasdarán’ a la península ucraniana de Crimea, donde tenían la misión de entrenar y asesorar al Ejército de Moscú sobre el empleo de los drones iraníes Shahed-136 y Mohajer-6. Los vehículos aéreos no tripulado que –según los reportes ucranianos y la inteligencia occidental– Teherán ha proporcionado a las tropas rusas desde que en marzo de este año el presidente Vladímir Putin declarase una “operación militar especial” en Ucrania.

Por su parte, la CNN refirió una fuente de inteligencia estadounidense que sostenía que los refuerzos iraníes enviados a Crimea no eran otra cosa que docenas de entrenadores preparados para capacitar a los soldados rusos en el uso de los drones. Algo que ha tenido que ver con los graves problemas reportados por el Kremlin cuando, durante el mes de agosto, las tropas de Moscú comenzaron a desplegar los drones sobre territorio ucraniano, a pesar de que los efectivos rusos se habían formado en el uso de estas armas semanas antes en Irán.
Así pues, ninguna de las dos versiones manejadas hasta la fecha deja claro cuál es el número real de efectivos iraníes que podrían haberse desplazado hasta Crimea, si su papel es el de entrenar a las tropas o el de pilotar los drones ellos mismos, ni si –a día de hoy– permanecen allí todavía. Lo que sí que evidencian son los crecientes vínculos entre Teherán y Moscú en un momento en que las fuerzas militares rusas parecen estar flaqueando tras casi 8 meses de conflicto.

En este escenario, ni Rusia ni Irán se han pronunciado al respecto de la presencia de miembros de la Guardia Revolucionaria, pero sí que lo han hecho sobre el polémico envío de drones de la República Islámica persa a Moscú. Aunque de manera contradictoria. “Los rusos han pedido más drones y misiles balísticos iraníes con precisión mejorada, particularmente la familia de misiles Fateh y Zolfaghar”, decía, según la agencia de noticias Reuters, uno de los diplomáticos iraníes después de que el asesor militar de Jamenei afirmase que más de una veintena de países se encuentran interesados en la compra de drones iraníes. “Ahora no puedo ofrecer la hora exacta, pero pronto, muy pronto, se llevarán a cabo dos o tres envíos”, agregó.
Sin embargo, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la propia República Islámica, Naser Kananí, rechazó estas afirmaciones. “Son infundadas, […], carecen de base legal y son falsas”, sostuvo el diplomático, mientras negaba cualquier envío de armamento y subrayaba “la imparcialidad” de Teherán en el conflicto. “Siempre se ha opuesto a la continuación de la guerra, y ha enfatizado la necesidad de detenerla y resolver las diferencias por medios pacíficos”.

En cualquier caso, las interpretaciones occidentales del acercamiento ruso-iraní han llevado al portavoz adjunto del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Vedant Patel, a calificar estas relaciones como una “profunda amenaza”. “EE. UU. continuará tomando medidas […] para dificultar estas ventas de armas, incluidas las sanciones y las acciones de control de exportaciones”, advirtió.
Y es que, tal como han afirmado fuentes estadounidenses a la CNN, tanto el supuesto envío de drones kamikaze iraníes, como la presencia de militares encargados del entrenamiento de tropas rusas, podrían ser tomados por Francia, Reino Unido y EE. UU. –que se espera se reúnan a puerta cerrada en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU– como una violación de la Resolución 2231 (2015) relativa a la cuestión nuclear iraní adoptada por el propio Consejo.

Ya que el documento recoge las limitaciones en ciertos envíos de armamento desde o hacia la República Islámica, además de la adopción del PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto, también conocido bajo las siglas JCPOA, por su denominación en inglés) como un “cambio fundamental en la cuestión nuclear iraní y en […] la nueva relación con el régimen de Irán”.
El dron ‘kamikaze’ Shahed-136, desarrollado por la compañía HESA, cuenta con un rango de acción de cerca de 2.500 kilómetros, lo que le permite llevar a cabo ataques selectivos a grandes distancias. Se trata de un vehículo teledirigido y no tripulado que llega a alcanzar los 180 km/h, y que detona al impactar contra sus objetivos –que pueden ir desde edificios e infraestructuras, hasta radares y piezas de artillería. El explosivo lo portan en el morro, y con 200 kg de peso, miden en torno a 3,5 metros de largo.

El dron Mohajer-6, por su parte, se emplea para labores de transporte de misiles, aunque también juega un papel importante en los seguimientos.