Paco Soto
Pie de foto: Una manifestación del Movimiento del 20 de febrero en Marruecos.
La extrema izquierda marroquí existe desde hace muchos años. Durante el reinado de Hasan II, diversos grupos radicales, como el marxista leninista Ilal Amam (Adelante), liderado por Abraham Serfaty, jugaron un papel destacado en el combate contra la represión, la falta de libertades reales y la miseria. El régimen fue implacable contra estos movimientos que cuestionaban la legitimidad de la monarquía y abogaban por la república y el socialismo de corte marxista, e incluso defendían la autodeterminación del Sáhara occidental. Los tiempos políticos han cambiado notablemente en Marruecos, y, a pesar de sus problemas, este país magrebí inició hace años una compleja transición a la democracia y experimenta en la actualidad un notable crecimiento económico y cambio social. Aun así, la izquierda radical de origen marxista leninista sigue presente en la vida política marroquí y se lleva de maravilla con el movimiento islamista tolerado pero no legalizado Al Adl Wal Ihsane (Justicia y Caridad). A principios del año 2011 surgió el Movimiento del 20 de febrero, un colectivo opositor que, al calor de la denominada Primavera Árabe, reclamó más democracia y justicia en Marruecos. Los dos núcleos fundamentales de este movimiento político fueron la extrema izquierda y los islamistas de Justicia y Caridad. El Movimiento del 20 de febrero organizó importantes protestas callejeras en Rabat, Casablanca y otras grandes ciudades marroquíes, y tras una primera etapa de auge fue perdiendo fuerza hasta convertirse en una organización testimonial.
Muerte del jeque Yasín
Hace un poco más de tres años, el 13 de diciembre de 2012, murió a los 87 años el fundador y líder espiritual de Justicia y Caridad, Abdeslam Yasín. Hace unos días, coincidiendo con el tercer aniversario de la muerte de Yasín, Justicia y Caridad organizó una ceremonia de homenaje a su antiguo jeque. Lógicamente, acudieron representantes de movimientos islamistas “hermanos” de países como Túnez, Argelia, Mauritania y Turquía. En el caso de Argelia, el MSP de Abderrazak Makri envió una delegación de 12 dirigentes. Pero lo más curioso fue que el día del homenaje, el nuevo jefe y sucesor de Yasín al frente de Justicia y Caridad, Mohamed Abbadi, recibió a numerosas personalidades de la izquierda radical y laica marroquí. Esta misma izquierda que es tan crítica con la monarquía, la naturaleza confesional del poder político y el peso de la religión musulmana en el país. Entre estas personalidades se encontraban el historiador Maati Monjib, el islamólogo Mohamed Darif, el empresario Karim Tazi, el activista cívico Fouad Abdelmoumni y dirigentes de formaciones izquierdistas como Annahj Addimocrati (Vía Democrática), el Partido Socialista Unificado (PSU) y el Partido de los Neodemócratas, cuyo lema es “Poca ideología, más eficiencia y eficacia”. Vía Democrática es un partido marxista leninista que mantiene la tradición revolucionaria de Ilal Amam.
Alianza roja y verde
Vía Democrática tiene una relación estrecha desde el punto de vista político con el grupúsculo estalinista español PCE (ml), un minúsculo partido que en los últimos años del franquismo puso en marcha el grupo armado FRAP, y fue en España el principal propagandista del tiránico régimen comunista de Albania. Vía Democrática es el motor ideológico y político de un colectivo tan importante como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). En materia sindical, la alianza entre los marxistas leninistas de Annahj Addimocrati y los islamistas de Al Adl Wal Ihsane ha sido importante. Durante un largo tiempo, ultraizquierdistas e islamistas han mantenido viva la alianza táctica roja y verde frente a lo que ellos consideran “el poder autoritario y corrupto del Majzén” en Marruecos. Según informaciones periodísticas, la participación de la extrema izquierda en el homenaje al jeque Abdeslam Yasín tuvo un objetivo muy concreto: intentar resucitar el moribundo proceso de oposición radical al poder en Marruecos en el marco del Movimiento del 20 de febrero o creando otra plataforma.
Una tarea difícil
No será una tarea fácil, porque la izquierda radical no deja de ser una corriente minoritaria en el país magrebí. Tanto es así que otros grupos como el marxista leninista Partido de la Vanguardia Democrática (PADS) y el Congreso Nacional Ittihadi (CNI), una escisión de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), han dejado de existir o mantienen una presencia marginal en el panorama político. Además, dentro del Movimiento del 20 de febrero, la fuerza hegemónica desde el punto de vista cuantitativo ha sido Justicia y Caridad, y todo indica que en el marco de una hipotética nueva alianza con la extrema izquierda, los islamistas no estarían dispuestos a renunciar a su papel vanguardista. Justicia y Caridad es, como señala el investigador y político Mohamed Darif, un movimiento político y no religioso, aunque utilice el islam como instrumento para llegar al corazón de las grandes masas de desheredados, a los estudiantes universitarios y a los sectores descontentos de la nueva clase media del país. El jeque Yasín fue un activista político, primero contra el régimen de Hasan II y después contra su sucesor, Mohamed VI. Yasín era sufí y utilizó el sufismo como barniz ideológico de su pensamiento político. El objetivo de Yasín siempre fue acabar con el poder reinante en Marruecos y construir un nuevo tipo de sociedad. Su muerte abrió las puertas al pragmatismo en Justicia y Caridad. En la actualidad, Justicia y Caridad no parece ser un peligro para el orden reinante en Marruecos, pero la policía y los servicios de inteligencia siguen de cerca la evolución de este movimiento islamista. Y la extrema izquierda es un pálido reflejo de lo que fue en tiempos de Hasan II, y es vista por muchos analistas como un conglomerado de pequeños partidos exóticos.