Hace casi dos meses el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan emitió una orden de arresto contra el líder de la mafia turca, Sedat Peker, gracias a una solicitud de la Fiscalía de Ankara. En ese momento, Peker había sacado a la luz nuevos vídeos en los que involucraba a algunos diputados del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), el partido del presidente, dentro de su red criminal. Ahora, vuelve a la carga diciendo que ese mismo partido se ha estado armando de forma secreta tras el golpe de Estado fallido que se llevó a cabo en julio del año 2016, lanzando así una nueva daga contra el cada vez más débil Gobierno de Turquía.
Estas nuevas acusaciones ponen en duda una vez más a Erdogan y hace crecer en la población turca un sentimiento de desconfianza hacia su propio Ejecutivo, que lleva meses perdiendo popularidad entre la sociedad. Las dudas acerca de hasta dónde está dispuesto a llegar el presidente por conservar el poder aumentan entre la población turca y amenazan la seguridad del país, que, por otra parte, nunca ha hecho gala de gozar de una gran estabilidad, debido, entre otras cosas, a la nefasta gestión de la política exterior por parte de Erdogan.
Sedat Peker contaba con un trato de favor por parte de ciertos miembros del AKP, pero, aparentemente fue expulsado como resultado de las luchas internas de poder en las filas del Gobierno. Su lucha contra el partido de Erdogan tras apartarle es férrea y está acusando al ministro del Interior Suleyman Soylu de “coordinar” la distribución de armas no registradas en el Estado. El mafioso describió con amplio detalle cómo supuestamente se llevó una caja de rifles AK-47 de Esenyurt, un distrito periférico de Estambul, al barrio de Balat en el antiguo corazón de la ciudad en agosto de 2016.

Según lo publicado en la cuenta de Twitter del líder de la mafia turca, las armas fueron entregadas a Osman Tomakin, el actual presidente de las ramas juveniles del AKP en Estambul. Estas nuevas acusaciones se han unido a un aumento en el número de armas cuya localización se desconoce y un crecimiento exponencial en el armamento individual en todo el país. No obstante, los fiscales no se han pronunciado ya que prefieren no investigar por el momento sobre las acusaciones que lleva tiempo lanzando Peker.
Mehmet Tum, exlegislador del principal opositor, el Partido Republicano del Pueblo, también ha dado su opinión acerca de este asunto, y ha apuntado que se ha producido un aumento asombroso en el recuento de armas perdidas o robadas del Ministerio del Interior a raíz del intento de golpe de Estado. Utilizó informes del propio Ministerio para demostrar la ausencia de un gran número de armas. En el año 2014, la cifra de armas faltantes ascendía hasta las 14.000. Sin embargo, tres años más tarde, ese número se había multiplicado casi ocho veces, superando las 107.000.

El propio Tum también planteó acusaciones en la que señalaba que armas de propiedad de la Policía o del Ejército terminaron en manos de civiles durante la noche caótica del golpe de Estado, cuando las multitudes salieron a las calles para enfrentarse a los soldados. Unas armas que más tarde se utilizaron para llevar a cabo asesinatos. Incluso, fueron confirmados algunos de ellos de forma oficial, después de que un sospechoso de homicidio dijera en 2017 que había obtenido el arma homicida – una ametralladora MP5 – cuando se distribuyeron armas fuera de la sede de la Policía en Ankara en el momento en el que estaba teniendo lugar el golpe.