El ministro Baraka y la apuesta de Marruecos por el agua

- El fin de la era de las presas
- Recurrir al mar y a la tecnología
- Solidaridad hídrica en todo el reino
- Alianzas estratégicas con alcance global
- El cambio climático: un telón de fondo ineludible
- Un modelo que otros podrían seguir pronto
En una época en la que la escasez de agua se perfila como una de las amenazas más graves para la estabilidad mundial, Marruecos está llevando a cabo discretamente una de las estrategias de gestión del agua más ambiciosas y completas del mundo. Bajo la dirección de Su Majestad el Rey Mohamed VI y con el impulso del ministro de Equipamiento y Agua, Nizar Baraka, el Reino está reescribiendo las reglas de la supervivencia en una de las regiones más vulnerables al clima del planeta.
El agua en Marruecos no es solo una cuestión de utilidad pública, sino que se ha convertido en una necesidad imperiosa para la seguridad nacional. Años de sequías repetidas, acuíferos en retroceso, lluvias impredecibles y temperaturas en aumento han obligado a los responsables políticos a ir más allá de las soluciones a corto plazo y adoptar una visión integrada y a largo plazo. Lo que se está desarrollando hoy en Marruecos es un experimento audaz: una mezcla de lo antiguo y lo nuevo, de infraestructuras a gran escala e innovación de vanguardia, de inversión pública y colaboración con el sector privado.
El fin de la era de las presas
Durante décadas, la política hídrica de Marruecos se ha caracterizado por su extensa red de presas, más de 150 grandes embalses que captan y almacenan las preciadas aguas de escorrentía de las montañas del Atlas y las cuencas fluviales. Si bien estas estructuras siguen desempeñando un papel crucial en la regulación de los caudales, la producción de energía hidroeléctrica y el riego de las tierras agrícolas, el ministro Baraka ha dejado claro que el país ya no puede depender únicamente de los embalses de agua superficial para garantizar su futuro.
El reto es tan sencillo como implacable: los patrones de precipitaciones están cambiando y las fuentes de agua convencionales ya no son suficientes para satisfacer las demandas de una población en crecimiento, unas industrias en expansión y una agricultura moderna. El Gobierno marroquí ha reconocido esta realidad y está respondiendo con un conjunto diversificado de soluciones que abarcan la tecnología, la solidaridad y el pragmatismo.
Recurrir al mar y a la tecnología
La desalinización es el núcleo de esta nueva visión. Para 2030, Marruecos se ha fijado el objetivo de producir 1700 millones de metros cúbicos de agua desalinizada al año, uno de los objetivos más ambiciosos del continente africano. Lo que hace que este esfuerzo sea especialmente notable es la decisión de Marruecos de alimentar gran parte de su infraestructura de desalinización con energías renovables, aprovechando el liderazgo del país en energía solar y eólica para reducir la huella medioambiental de la conversión del agua de mar en agua dulce.
Pero la desalinización es solo una pieza del rompecabezas. El tratamiento y la reutilización de las aguas residuales se están convirtiendo en parte integral del enfoque de Marruecos, ya que ofrecen valiosas fuentes alternativas para el riego y los procesos industriales, al tiempo que alivian la presión sobre los suministros de agua dulce.
Solidaridad hídrica en todo el reino
Uno de los aspectos más innovadores de la gobernanza del agua en Marruecos es su compromiso con lo que el ministro Baraka denomina «justicia territorial». Esto significa garantizar que ninguna región se quede atrás en la asignación de los recursos hídricos. Para lograrlo, el Gobierno está acelerando los proyectos de transferencia de agua entre cuencas, conectando las regiones más húmedas del norte con las zonas más secas del sur y el interior. La vasta red que une cuencas como Laou, Loukkos, Sebou, Bouregreg y Oum Er Rbia refleja un equilibrio estratégico diseñado para estabilizar el suministro frente a las disparidades geográficas.
Alianzas estratégicas con alcance global
Consciente de que la resiliencia hídrica no puede construirse de forma aislada, Marruecos también ha buscado alianzas estratégicas con aliados internacionales. Un acuerdo reciente con los Emiratos Árabes Unidos abre nuevas vías de inversión y experiencia tanto en infraestructuras hídricas como en energías limpias, dos sectores cada vez más interrelacionados. Mientras tanto, las asociaciones público-privadas están desempeñando un papel más importante que nunca, con el Fondo de Inversión Mohammed VI, Taqa Morocco y Nareva formando un consorcio que desarrollará instalaciones de desalinización, sistemas de transporte de agua y nuevas capacidades de generación de energía.
Estas alianzas ponen de relieve la capacidad de Marruecos para movilizar capital nacional e internacional, al tiempo que garantiza que las infraestructuras nacionales críticas sigan estando sujetas a la supervisión pública y a los intereses estratégicos a largo plazo.
El cambio climático: un telón de fondo ineludible
Todos estos esfuerzos se están concretando en un contexto de realidad climática cada vez más dura. Según múltiples estudios, el norte de África se enfrentará a algunas de las escaseces de agua más graves del mundo en las próximas décadas. Los dirigentes marroquíes han sido muy claros sobre la magnitud de la amenaza. Como ha subrayado recientemente el ministro Baraka, el objetivo del país no es simplemente adaptarse, sino transformar toda su economía hídrica para hacer frente a lo que podría ser una situación de escasez permanente.
La sensibilización de la población y el cambio de comportamiento también forman parte de esta transformación. Las autoridades han puesto en marcha campañas de educación pública para promover la conservación del agua, fomentar prácticas de riego eficientes y propiciar un cambio cultural más amplio hacia la gestión responsable de los recursos.
Un modelo que otros podrían seguir pronto
Aunque los retos hídricos de Marruecos son graves, su respuesta podría servir de modelo para otros países que se enfrentan a dilemas similares. La combinación de voluntad política, inversiones con visión de futuro, diversificación tecnológica y solidaridad regional refleja un nivel de planificación que muchos países aún no han alcanzado.
La verdadera prueba, por supuesto, está por llegar: ¿será la visión de Marruecos lo suficientemente resistente como para soportar las crecientes presiones del cambio climático? A medida que el planeta se calienta y el agua se vuelve cada vez más escasa, los ojos del mundo pronto se volverán hacia Marruecos, y hacia líderes como Nizar Baraka, en busca de lecciones sobre cómo construir la seguridad hídrica en una era de incertidumbre.
Said Temsamani, analista político.