El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) dispuso una jornada a puerta cerrada, dentro del marco de la celebración del 4º Comité Especial de Política de Descolonización, para discutir el bloqueo político que afecta a la situación del Sáhara Occidental desde el pasado mes de mayo, cuando dimitió el mediador oficial de la entidad supranacional para este asunto Horst Köhler. Según apuntaron diferentes fuentes diplomáticas, se urgió en el cónclave a encontrar rápidamente un sustituto para avanzar en el proceso.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no es el órgano encargado de esta función para designar a un nuevo mediador, ya que compete directamente al secretario general de la ONU, António Guterres. Llegados a este punto, los 15 países del Consejo han pretendido apremiar al secretario general para dar una respuesta rápida a este parón diplomático, ya que se quieren aprovechar los avances que había consolidado el propio Köhler, que dejó el cargo a los 76 años por motivos de salud y que tenía una buena sintonía con ambos bandos enfrentados por la cuestión del Sáhara Occidental.
El asunto no es menor: se trata de seguir marcando la directriz de la Misión de Naciones Unidas para el referéndum sobre el Sáhara Occidental (MINURSO). Estrategia que fue establecida en 1991 con el fin de facilitar la consulta política ciudadana sobre el futuro de la excolonia española y su estatus, la cual no se ha llegado a materializar.
Desde el proceso descolonizador del territorio con la salida de España en 1976, provocada con la Marcha Verde, que significó la entrada marroquí en el Sáhara por aquel entonces español, ha habido una polémica en la zona sobre la soberanía marroquí del territorio. Marruecos siempre ha desechado la opción de llevar a cabo un referéndum que pudiese derivar en una independencia posterior o que cuestionase la integridad de su territorio y el Frente Polisario (representante de la comunidad saharaui) ha mantenido la postura de celebrar sí o sí una consulta para acabar con lo que han considerado desde entonces una ocupación marroquí del territorio saharaui.

Las prisas en el seno del Consejo de Seguridad para seleccionar un sustituto de Köhler vienen determinadas porque a finales de octubre se debe adoptar una resolución sobre el Sáhara Occidental para prorrogar el mandato de la MINURSO, que se renueva ahora cada seis meses tras la propuesta de Estados Unidos. Esta será la primera renovación del mandato de la MINURSO con la presencia de Sudáfrica, país integrado en el Consejo desde enero y que ha mantenido una postura más cercana al Polisario que otras naciones africanas.
Frente al parón evidente respecto a la posibilidad de llevar a cabo un referéndum para una posible consulta por la independencia saharaui, que tras el paso de los años es una opción que se ha caído casi definitivamente, fue tomando mayor cuerpo la propuesta de establecer una autonomía para la región del Sáhara Occidental, pero, obviamente, bajo el paraguas del reino marroquí. Tesis que ya propuso Marruecos a la ONU en 2007, con el objetivo de poner fin al conflicto suscitado.
En este sentido, cada vez más países apoyan la tesis de Marruecos, alineándose con el país regido por el monarca Mohamed VI. En el marco del 4º Comité Especial de Naciones Unidas para la descolonización, diversos países se han sumado al apoyo a Marruecos y a la defensa de su integridad territorial, contemplando la permanencia del Sáhara Occidental dentro de su esfera nacional.

Así, países como Burkina Faso, Yemen, Gabón o El Salvador se han unido a la lista de Estados que dan soporte a la postura diplomática alauí, proclive a la conformación de una autonomía del Sáhara Occidental manteniendo su adhesión a Marruecos.
Desde El Salvador, por ejemplo, se ha anunciado en sede de Naciones Unidas el cese del reconocimiento a la República Árabe Saharaui Democrática (o RASD, proclamada simbólicamente por el Frente Polisario en 1976) y el apoyo a un proceso que busca alcanzar una “solución política realista, pragmática y sostenible basada en el compromiso” para el conflicto del Sáhara.
También, Burkina Faso, uno de los más firmes aliados africanos de Marruecos, expresó su total apoyo a la integridad de Marruecos. Según la representación burkinesa, el plan de autonomía propuesto desde la Administración marroquí “tiene en cuenta las especificidades de la región y concuerda con los estándares internacionales en materia de devolución de poderes a la población local”.
Para Gabón, el plan autonómico “no solamente pone fin al parón que se vive actualmente, sino que también puede llevar a alcanzar una solución política negociada”. Todos estos países se suman a otros que ya habían manifestado su soporte a Marruecos, como Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Qatar.

Por otro lado, un hecho que sigue preocupando a Naciones Unidas es lo concerniente a los derechos humanos. El propio António Guterres sigue alertando sobre la situación de los saharauis en los campamentos de refugiados de Tinduf, donde se pone el acento sobre las malas condiciones de salubridad de los refugiados, que viven en su mayoría en tiendas y sin agua corriente y que padecen de malnutrición y enfermedades varias.
En estos asentamientos, emplazados al suroeste de Argelia, es donde la RASD y el Frente Polisario tienen localizadas sus bases operativas de cara a la pugna con Marruecos.