Susana Campo/lainformacion.com
El fin de la misión internacional, el descenso del interés por las actividades del grupo y la guerra con Daesh están detrás del aumento de la presencia de los talibanes. Hace justo una semana, los talibanes anunciaron la puesta en marcha la 'operación Omari', su ofensiva de primavera con ataques suicidas y estratégicos. Un nuevo ataque terrorista suicida talibán este martes ha causado al menos 64 personas muertas y más de 320 heridas. El atentado tuvo lugar frente a un edificio del NDS (National Directorate of Security), en un céntrico de Kabul, la capital afgana.
Rápidamente, el portavoz talibán Zabihullah Mujahid reivindicó el atentado en Twitter en nombre de la milicia islamista. El atentado habría sido perpetrado por dos personas, un talibán que detonó el coche bomba y otro que se enzarzó en un tiroteo con las fuerzas de seguridad.
Es el primer atentado con bomba en la capital afgana desde que los talibanes anunciaron hace una semana el inicio de su tradicional ofensiva de primavera. Es también el más mortífero perpetrado en Kabul desde agosto de 2015, cuando un camión bomba mató a 15 personas y dejó heridas a más de 200.
¿Por qué resurge con fuerza el terrorismo talibán? ¿Qué es la ofensiva de primavera? Estas son cinco claves de este mortífero atentado en la capital afgana:
El gobierno afgano, en colaboración con EEUU y las fuerzas de la OTAN, lleva luchando contra la insurgencia talibán desde hace más de 14 años.
Pese a los esfuerzos y las bajas en las filas insurgente, el grupo yihadista ha recuperado el control de varias provincias en los últimos meses.
Hay cinco claves que lo explican:
El fin de la misión internacional y el descenso del interés internacional
En 2014, Estados Unidos y la OTAN concluyeron la misión de combate en Afganistán, que empezó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Con la vuelta a casa de decenas de miles de soldados internacionales, los talibanes dejaron de ser objetivo de las bombas y volvieron a establecer sus feudos, sin apenas obstáculos.
El grupo también aprovechó la relativa falta de interés de la comunidad internacional que desvió su atención hacia otras crisis como la Siria, el avispero iraquí y las revueltas en Ucrania para resurgir.
Los talibanes aprovecharon para invadir bases militares y puestos de control de diferentes partes de Afganistán, lo que les permitió modernizar su arsenal militar a costa de las fuerzas de seguridad afganas. Decenas de vehículos blindados y coches de policía cayeron en manos de los insurgentes
La operación Zarb-e-Azb
En el mes de junio de 2014, Pakistán puso en marcha la operación Zarb-e-Azb en las áreas tribales del país. Un territorio remoto, en la frontera entre Afganistán y Pakistán, usado como madriguera por los insurgentes. La operación desalojó a miles de uzbekos, árabes y paquistaníes que buscaron refugió en Afganistán y se enrolaron en las filas de los talibanes.
La poca profesionalidad de las fuerzas afganas
Pese al esfuerzo de las fuerzas afganas por reducir a los talibanes, la falta de profesionalización del ejército, dotado con pocos recursos y sin equipamiento militar, especialmente fuerzas aéreas, ha repercutido en el resurgimiento de los talibán. Además, la fragilidad del gobierno local también ha sido aprovechada por los insurgentes.
Aumento de la presencia de combatientes extranjeros
La presencia de cada vez más combatientes extranjeros están complicando aún más la situación. En junio de 2015, las fuerzas afganas cifraron en 7.000 los combatientes extranjeros en el país. Pakistán, Asia Central u Oriente Medio, son algunas de las regiones de origen de los nuevos miembros de la milicia.
Paralelamente, una docena de grupos insurgentes, con distintos objetivos, están luchando en Afganistán. Muchos de ellos están apoyando directa o indirectamente con dinero o logística a los talibanes.
La guerra entre Daesh y Talibán
Daesh está asentando en las región más oriental del país. Su llegada al país, lejos de suponer una alianza con los talibán, es el aterrizaje de un nuevo enemigo. Ambos se disputan la zona fronteriza con Pakistán y, a parte del territorio, están en juego los recursos económicos. Según la ONU, Daesh recluta simpatizantes en 25 de sus 34 provincias y se cree que cuenta con alrededor 2.000 insurgentes.
La nueva ofensiva de primavera
Hace justo una semana, los talibanes anunciaron la puesta en marcha la 'operación Omari', su ofensiva de primavera con ataques suicidas y estratégicos. Según los milicianos, tiene como principal objetivo "limpiar" las zonas “de la presencia y control del enemigo" y llevará a cabo "ataques a gran escala", ataques suicidas y ataques "tácticos" contra "bastiones del enemigo", así como "asesinatos de comandantes enemigos en "centros urbanos". El de este martes, es el primer ataque de los muchos que sucederán a lo largo de los próximos meses.
Extorsión, opio y miel: así se financian los talibanes
Los talibanes consiguen entre 100 y 200 millones anuales gracias a la venta de opio y el contrabando con recursos naturales, según Foreign Policy. El cultivo de amapola para opio en Afganistán registró un récord en 2014, pese a la costosa política antidroga de los occidentales en ese país.
Pie de foto: Miel y opio: así se financia el grupo Talibán
Los combates entre talibanes y el 'EI' dejan al menos 20 muertos en Afganistán. La autobiografía del mulá Omar le presenta como un talibán sencillo y simpático Los talibanes anuncian una sangrienta 'ofensiva de primavera' en Afganistán.
Drogas, frutas, extorsión…estas son algunas de las fuentes de financiación de los talibanes de Afganistán, un grupo fundamentalista que creíamos en extinción, pero que esta semana se ha anotado su mayor victoria desde 2001, lo que supone un revés para el presidente Ashraf Ghani.
El ataque refleja un cambio en los esfuerzos de los talibanes en el norte de Afganistán desde el sur. El de ayer fue el segundo intento por capturar Kunduz este año. No en vano, la ciudad está situada a 400 kilómetro al norte de Kabul y las fronteras de Tayikistán. Tiene una población de mayoría pastún y había sido un bastión de los talibanes antes de la invasión de Estados Unidos.
Pese a que varios informes revelaban divisiones internas e incertidumbre en torno a cómo se reorganizaría la cúpula de este grupo radical, la semana pasada toda la organización respaldó el liderazgo del Mulá Akhtar Mansour. Este grupo estuvo en el poder en Afganistán en 2001 y aún controla algunas zonas del país donde impera la ley islámica.
Uno de los mayores interrogantes respecto al grupo insurgente es su financiación. Los talibanes consiguen entre 100 y 200 millones anuales gracias a la venta de opio y el contrabando con recursos naturales, según Foreign Policy. El cultivo de amapola para opio en Afganistán registró un récord en 2014, pese a la costosa política antidroga de los occidentales en ese país.
No es el único recurso de los insurgentes. Una investigación reciente de la BBC desvela que la venta de miel es una de las fuentes de financiación de los talibanes. "La red Haqqani tiene negocios en Afganistán, Pakistán y en los países del Golfo Pérsico entre los que se incluye la venta de miel de abeja", asegura Barnett Rubin, analista internacional y miembro del Centro Internacional de Cooperación.
No obstante, la mayoría del dinero con que los talibanes logran financiar sus actividades lo consiguen gracias a los impuestos de extorsión a los comercios y la protección de expendio de drogas así como cobro de peaje robo de suministros a comerciantes o pago de empresas extranjeras que prefieren pagar a los talibanes antes que al ejército. Sin ir más lejos, en enero de 2010, un informe del Senado reveló que las empresas de seguridad privada que trabajan en Afganistán contratadas por EEUU contribuyeron a llenar las arcas de los talibán.
La toma de Kunduz refleja que los talibanes vuelven a golpear con fuerza pese a los esfuerzos del presidente Ashraf Ghani por pacificar el país. Afganistán atraviesa una de sus etapas más sangrientas después de que las fuerzas nacionales se hicieran responsables de la seguridad. Además, el hecho de que no formen parte de ningún otro grupo insurgente, ni se hayan aliado con ningún grupo yihadistas a nivel global es un motivo más para que los talibanes continúen sembrando el terror en el país para aclarar que ningún otro grupo que no sea el suyo impondrá su autoridad islámica sobre los afganos.