Rusia mueve ficha en Sudán. El país africano, golpeado por una importante crisis política y social, trata de trazar una hoja de ruta que consiga encauzar el país hacia la vía democrática en un momento delicado tras la reciente dimisión del ex primer ministro, Abdullah Hamdok.
Ante esta situación países como Egipto o Estados Unidos, aliados diplomáticos, han tratado de mediar en Sudán con el fin de consensuar la elección de un primer ministro capaz de liderar la transición del país. Sin embargo, estos no han sido los únicos que han querido intervenir en la nueva etapa política sudanesa. Ahora Rusia también ha querido pronunciarse al respecto y desde el Palacio Republicano de Sudán, el embajador ruso, Vladimir Giltov, ha afirmado que Moscú “apoya al liderazgo y al pueblo de Sudán” y que estaría trabajando para “ayudar a los sudaneses para superar la situación actual” respetando “el mejor interés de Sudán”.

En una reunión con un miembro del Consejo de Soberanía, Giltov indicó que ambas partes han discutido la trayectoria de las relaciones bilaterales entre Rusia y Sudán y pactaron seguir “fortaleciéndolas” y fomentar la cooperación conjunta “en todos los campos”.
Desde el acuerdo de paz firmado en el año 2020 que ponía fin a 17 años de conflicto, Rusia ha seguido de cerca el proceso de transición. En este contexto y según señala el propio Giltov a la Agencia de Noticias de Sudán, el apoyo de Rusia hacia Sudán viene derivado del “éxito” que se produjo durante el propio periodo de transición.

Asimismo, estas declaraciones se producen en un momento en el cual la Misión Integrada de Asistencia para la Transición de las Naciones Unidas en Sudán (UNITAMS), ha instado a iniciar conversaciones para apoyar “el consenso político en el país”, lo que ha sido elogiado por el miembro del Consejo de Soberanía de Sudán, Al-Taher Abu Bakr Hajar. Además, este momento coincide en un contexto en el que la Unión Africana, debido al golpe de Estado perpetrado el pasado octubre, decidió suspender la membresía de Sudan de la Unión, algo que podría revocar si se consigue una nueva trayectoria pacífica.
Junto a esto, el embajador británico suscribió la iniciativa propuesta por el jefe de la UNITAMS con el fin de tratar de consensuar las partes entre las diferentes facciones políticas, reflejo de una sociedad ampliamente polarizada entre los que apoyan un gobierno militar y los que respaldan, por el contrario, un gobierno civil y la consiguiente celebración de elecciones democráticas.

En esta línea, el enviado especial de la ONU en Jartum afirmó en una rueda de prensa que su primera pretensión en Sudán era “mantener conversaciones”, por separado, “con cada parte”. Después pasaría a una segunda fase en la que trataría de liderar un proceso de negociación ente las dos partes, a través de “un encuentro directo o indirecto”.
Así, a través de Twitter, el portavoz ha indicado que se habrían llevado a cabo unas primeras consultas con los diferentes partidos políticos entre los que se encontraría las Fuerzas para la Declaración de Libertad y Cambio, el partido comunista sudanés y el partido del Congreso de Sudán, a parte de varios representantes que estarían integrados en “comités de resistencia”. Además, según señala, también habría hablado con grupos de mujeres y de la sociedad civil con el fin de “hablar con todas las partes” para consensuar un acuerdo político pacífico.
Además, esta nueva hoja de ruta se enmarca en un plan anunciado hace tan solo una semana por parte de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) quien reveló un plan de ayuda humanitaria con el objetivo de apoyar a Sudán en esta nueva etapa política.

El plan, que pretende destinar 1.700 millones de dólares, “se destinarán a acciones para salvar vidas”, según indicó el portavoz de la secretaría general de la ONU, Sthépane Dujarric. Esta acción ha sido visto de forma positiva por parte del presidente del Consejo Soberano, Abdel Fattah al-Burhan, la figura política que lideró el golpe de Estado contra Hamdok.
Con anterioridad al anuncio del plan, Sudán llevaba librando una intensa jornada de manifestaciones que agravaban todavía más la situación política y social del país. Las autoridades han librado abiertamente una batalla contra los civiles y esto no ha hecho más que encender los ánimos de la población.
Desde la ejecución del golpe de Estado el país se encuentra en un proceso político congelado. La transición, paralizada por la toma de poder de al-Burhan, trata de renacer de unas cenizas que se han visto machacadas por la violencia. Sudán, un país que todavía no ha conocido la paz, trata de volver a encabezar un proceso pacífico donde todas las partes se escuchen y la sociedad se una en pro de un bien común: la defensa de la democracia. Sin embargo, la población carga con el peso de un pasado violento y cruel que ha distanciado las conversaciones entre las propias partes. Una vez más la diplomacia tiene el papel de resolver un conflicto que, a pesar de las dificultades, quiere y necesita conseguir la paz.