Si examinamos las raíces históricas del conflicto del Sahara Occidental desde su surgimiento, evolución y desarrollo histórico en sus diferentes etapas hasta el estado actual en que se encuentra, teniendo muy en cuenta todos los elementos que lo integran en nuestro enfoque sistémico desde el punto de vista de una óptica objetiva y realista, para medir realmente la intensidad y magnitud de su alcance internacional dentro de las categorías causa y efecto, nos formularemos sin duda alguna la pregunta cardinal del porque de su estancamiento y falta de solución hasta el día de hoy, partiendo siempre de la base de que esta registrado en la agenda de actividades de Naciones Unidas desde principios de la década de los años sesenta del siglo pasado como un territorio no autónomo pendiente de descolonización, según la resolución 1514 de la Asamblea General de Naciones Unidas.
La pregunta central sigue siendo la misma hasta hoy sin grandes cambios tanto en su contenido esencial como en su forma de plantearse, que trataremos de buscar las razones lógicas que puedan sacudir el polvo que cubre este enigma que no ha podido descifrar sus principales incógnitas que impiden su solución por tantos secretarios generales de Naciones Unidas y de sus enviados especiales respectivos de la altura diplomática de James Baker, ex secretario de Estado en la época de George Bush padre, Cristopher Ross, y finalmente del ultimo enviado especial Horst Kohler, ex presidente de Alemania. Todos sin excepción, unos más que otros han hecho grandes esfuerzos diplomáticos para conseguir avances en este expediente espinoso, pero terminaron su misión encomendada dimitiéndo de su cargo para no asumir su fracaso personal. Entonces, por que:
Primero : el conflicto del Sáhara Occidental esta clasificado de baja intensidad localmente limitado que no peligra la paz y la seguridad internacionales según los representantes permanentes del Consejo de Seguridad porque no produce una crisis humanitaria de grandes proporciones de urgente solución, ni éxodos masivos de grandes poblaciones hacia los países vecinos con la excepción única de la existencia de campos de refugiados en Tinduf, al este de Argelia desde 1976, que reciben ayuda humanitaria del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas y otras ONGs de la comunidad europea, no en las cantidades satisfactorias ni el tiempo deseado con retrasos a veces muy largos, y que se han visto afectadas este año por la pandemia del COVID 19; ni tampoco enfrentamiento militar entre los países del área, solo entre Marruecos y el Frente Polisario, que siempre han estado bajo observación, seguimiento y evaluación.

Segundo: la imposibilidad de una victoria militar durante todos estos años de guerra, ni Marruecos pudo imponer su dominio total sobre la totalidad del territorio, ni el Frente Polisario pudo conquistar la independencia que reclama por la vía armada quedándose el territorio del Sáhara Occidental dividido en dos partes por un muro militar de 2.500 kilómetros de longitud y de una altura de tres metros donde la mayor extensión territorial esta administrada política y económicamente por Marruecos en las que se encuentran las ciudades de Aaiún, Dajla, Esmara, Bojador, Auserd y otras localidades de menor población.
Tercero: la crisis de identificación de votantes no ha podido ser zanjada de forma definitiva independientemente de que la Comisión de Identificación de votantes de la MINURSO en su fase más avanzada de trabajo había declarado de forma oficial un cuerpo electoral de votantes de 86.000 candidatos en términos aproximativos de la población autóctona del territorio con derecho pleno al voto en la consulta del referéndum para determinar el futuro jurídico del territorio.
Cuarto: los intereses geopolíticos de las partes en conflicto y de sus aliados directos tanto regionales como internacionales, siguen sin converger en ningún punto de encuentro común que pueda ser considerado como una plataforma de arranque en la búsqueda de soluciones que satisfaga intereses de ambos bandos y de sus aliados respectivos, y que garantice sus derechos legítimos tanto históricos como actuales. Súmase a este factor determinante, la disputa entre las grandes potencias mundiales por el dominio de áreas de influencia, principalmente entre Francia y Estados Unidos.
La primera considera el área geográfica del Magreb árabe y el Norte de África estratégicamente importante cuyo potencial en su conjunto es atractivo en todos los ámbitos, exclusiva y propia de sus competencias regionales por su posición geográfica euromediterránea y por su pasado colonial muy ligado a Francia.

La segunda, se otorga el derecho de intervenir militarmente bajo el titulo de la lucha contra el terrorismo internacional contra los grupos yihadistas de Al Qaeda que operan en la región de Sahel.
Además de la entrada de Turquía en el problema libio con pactos políticos, económicos y militares en alianza con Trípoli sede del gobierno libio reconocido internacionalmente contra el mariscal Haftar apoyado por Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. Y el apoyo de Rusia cada vez mas abierto en el Consejo de Seguridad a una solución al conflicto del Sáhara Occidental acorde al derecho internacional. Sin olvidar la presencia de China cada vez mayor en África.
Estas no son mas que pequeñas señales que anuncian el movimiento y cambio de invariables políticas fijas y congeladas, hasta ahora en el tablero del panorama político mundial hacia nuevas direcciones, y que serán mas visibles con la llegada de la nueva administración norteamericana, y su tendencia en su nueva política exterior con el objetivo de recuperar zonas de influencia vital para su seguridad nacional, abandonadas temporalmente por otras prioridades en el orden internacional de mas urgencia pero nunca olvidadas en el calculo y juego de estrategias futuras para adquirir una mayor presencia en áreas consideradas geoestratégicas en aspectos políticos, económicos y militares como es el caso del Magreb árabe y África del Norte en general, y el Sahara Occidental en particular.
Por consiguiente, estamos ante un conflicto catalogado de muy antiguo, que dura mas de cuarenta y cinco anos y con una ausencia muy notable de soluciones, y que en la actualidad se encuentra estancado en un callejón sin salida sin apenas perspectivas esperanzadoras salvo si se producen concesiones milagrosas por ambas partes impuestas desde arriba por actores responsables de la toma decisión internacional, para romper el inmovilismo actual. Esta debe ser la premisa incondicional, que rompa el hielo para desbloquear el problema, y orientarse a soluciones viables y realistas que piensen más en la gente y su porvenir próspero y no en los Estados y sus símbolos nacionales porque poco importan estos cuando el dolor y el sufrimiento son grandes. Dice un proverbio sahariano: “las partes que estas tocando en mi cuerpo no son las que siento en ellas dolor”. Por lo tanto, hay que tocar el dolor que produce el sufrimiento que se vive, buscar sus causas para así encontrar su tratamiento idóneo.

Los pueblos que conforman el llamado Magreb árabe están mas unidos que separados por fuertes lazos en la historia, geografía, sociedad, lengua, cultura y religión. Y solo se diferencian por sus señas de identidad propias de cada pueblo desde el punto de vista histórico, sociocultural y lingüístico en un territorio geográficamente delimitado con fronteras artificiales trazadas por el colonialismo. Y que dichas, particularidades como derechos básicos y fundamentales, no pueden ser consideradas jamás ni hoy ni mañana, como un escudo de acero contra el curso irreversible de la historia y el destino común de los pueblos de la región y sus grandes intereses económicos y sociales. Exigiendo todo o nada bajo escusas infundadas, que esconden posturas oportunistas de cazadores de fortuna. Y no repetir errores aún presentes y muy vivos en la memoria histórica como sucedió en el pasado cercano durante la presencia colonial española rechazando la oferta de una autonomía como primera etapa inicial de descolonización a pesar de las repetidas advertencias de los chiuj o notables representantes de la Yemaa, máximo órgano legislativo local en esa época aconsejando una y otra vez, de no ir a una carrera de fondo descalzo en terrenos pedregosos.
En la actualidad estamos al borde de un enfrentamiento militar abierto entre Marruecos y Argelia tras la ruptura del cese fuego proclamado desde 1991, por causas del estallido de la crisis del Guerguerat. En esta dirección se escuchan voces ya en Argelia, que reclaman una intervención con toda su capacidad y poderío militar fuera de sus fronteras nacionales en defensa de su seguridad e interés geoestratégicos nacionales si circunstancias excepcionales justifiquen tal misión, que contempla todo el área geográfica de sus países vecinos ,y en un primer lugar el Sáhara Occidental donde existe un foco de tensión permanente con alta y baja de forma cíclica que pueda peligrar su estabilidad interna y futuro. Por lo tanto, estamos ante un nuevo escenario de una probable guerra a gran escala entre dos países que se acusan mutuamente de enemigos históricamente. Y que se disputan el liderazgo de la región del Magreb árabe.
Mauritania a diferencia de Argelia, juega un papel de neutralidad positiva en correspondencia con sus intereses y seguridad nacionales. Mojtar uld Dedah reconoció en sus memorias que la implicación de Mauritania al inicio de la guerra del Sáhara puede ser considerado como una guerra civil entre familias idénticas del mismo pueblo. Sin embargo, España como potencia responsable histórica de todo el proceso de descolonización del Sahara Occidental, y de sus consecuencias nefastas sigue adoptando una postura tímida limitándose en sus declaraciones sucesivas al apoyo de los esfuerzos de Naciones Unidas a encontrar una solución política aceptada mutuamente, que cumpla con los criterios sin activar mecanismos de presión que son diversos.

Entonces, las nuevas circunstancias originadas como consecuencia directa de la crisis del Guerguerat son bien diferentes a etapas anteriores del conflicto, y muy marcadas desde el punto de vista militar, político y diplomático distinguiéndose notablemente por la ruptura del cese de fuego a raíz de la intervención militar marroquí en la franja de seguridad exclusiva para desalojar a un grupo de activistas saharauis “incontrolados” cansados de la larga espera y de sus condiciones inhumanas insoportables, que bloquearon el paso de la carretera internacional con el fin de romper con el silencio y el olvido. Y que Marruecos justificó su decisión ante la opinión internacional con el propósito claro de restablecer la seguridad de tránsito de mercancías y civiles en su comunicado de las Fuerzas Armadas Reales sin mas comentarios ni aclaraciones. Y que, por cierto, tuvo un eco favorable y positivo en la vecina Mauritania y los países del África Occidental cuyos mercados son destino de muchos productos comerciales, industriales y agrícolas de Marruecos. Por tanto, a decir verdad, el Frente Polisario perdió para siempre la batalla del Guerguerat cuyo objetivo no declarado era crear mucho ruido informativo desde aquí para absorber el descontento creciente entre sus bases populares de apoyo que exigen cada vez con mas fuerza cambios significativos en su dirección política, y sobre todo más transparencia y dinámica en la gestión, tratamiento y solución del conflicto. Por tanto, la partida de ajedrez mal pensada y equivocada tácticamente del Guerguerat terminó en el mayor error estratégico no calculado del Polisario estos últimos años quedándose la zona geográfica de la misma y su litoral marítimo fuera de su influencia y dominio militar. Y anuncia en sus comunicados militares el bombardeo de posiciones militares marroquíes a lo largo del muro militar de defensa sin grandes impactos informativos en los medios de comunicación tanto marroquíes como internacionales.
En resumen, se vislumbran nuevos escenarios no exentos de complejidades y contradicciones donde la opción de la guerra es cada vez mayor, y se manifiesta con mayor fuerza a pesar de los llamamientos internacionales para mantener la calma y el cese de fuego. No son tiempos de reflexión y largas esperas observando con pasividad el resultado de los últimos acontecimientos, y sus consecuencias imprevisibles. Ha llegado la hora de la verdad y la transparencia. Hay que actuar con razón y realismo, tomando decisiones claras y responsables para salvar la paz, que esta en peligro. En este sentido, bienvenido sea el nacimiento del Grupo de Apoyo Internacional para la Reunificación Saharaui compuesto por personalidades de España, Brasil, Azores, Costa Rica, Gran Bretaña y Rusia del mundo de la política, economía, cultura, prensa y sociedad por su real politik de promover un dialogo de paz y tolerancia entre saharauis autóctonos del territorio en ese espacio cultural que nos sentimos reflejados y representados. Y por su apoyo a una propuesta de autonomía para el Sahara Occidental dentro de la unidad territorial y soberana del Reino de Marrueco inspirada en el modelo de Andalucía como solución realista y responsable, que puede ser mejorada sus grados de competencias en cualquier examen y revisión.
La paz es mas difícil que la guerra y su desenlace a escalas incontrolables es muy perjudicial tanto para unos como para otros. Todos serán perdedores y principalmente los saharauis, la victima principal de este maldito conflicto y de sus razones ocultas. No sonaran tambores de victoria cuando se pierde la razón. Estamos a tiempo de decir no a la guerra otra vez. Basta ya. Sí a la paz con mayúscula. La paz es la solución porque es el camino mas seguro y solido para garantizar el desarrollo, prosperidad y estabilidad a las futuras generaciones y a la integración de los países de la región.
SIDI MACHNAN, licenciado en Relaciones Políticas Internacionales, ex miembro del Comisión Saharaui para el Referéndum y del Comité de Exteriores del Frente Polisario. En la actualidad, colaborador de Instituto “La Paz” de Estudios Políticos y Estratégicos con sede en El Aaiún.