El príncipe heredero Mohamed bin Salman afirma que normalizará las relaciones con Tel Aviv si Washington le ayuda a derrotar a Teherán

Las tensiones con Irán acercan a Arabia Saudí y a Israel

photo_camera PHOTO/AFP - El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, y el primer ministro israelí en funciones, Benjamin Netanyahu

Arabia Saudí estaría dispuesta a reconocer y establecer relaciones comerciales con Israel si Estados Unidos le ayuda a “derrotar” a Irán. Ese es el mensaje transmitido por el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, que ha vertebrado tanto la entrevista concedida a la cadena pública estadounidense PBS como el documental realizado por la misma productora titulado ‘The Crown Prince’.

“Veo un Oriente Medio donde Israel forma parte… Estoy listo para reconocer y tener relaciones comerciales con Israel”, aseveró el príncipe saudí, citado por el analista militar del Washington Post, David Ignatius. “La propuesta de Bin Salman tentó la Administración estadounidense y se convirtió en el foco del plan que Kushner sigue defendiendo”, señaló el experto, refiriéndose al plan de paz estadounidense que pretende poner fin al conflicto palestino-israelí. 

El nuevo programa, que se presentará en las próximas semanas, de acuerdo con el secretario de estado de EEUU, Mike Pompeo, fue introducido por el asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, en una conferencia en Bahréin en el mes de junio, en la que prometió una inversión de 50 mil millones de dólares en la región durante la próxima década si la Autoridad Palestina aceptaba un acuerdo político. Sin embargo, los palestinos han rechazado en reiteradas ocasiones el plan del gigante norteamericano, sobre todo, tras el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital de Israel y el traslado a la urbe de la Embajada. Aunque los detalles específicos de la propuesta se desconocen, medios como el Washington Post han recogido algunos proyectos subsidiarios de índole económico que contempla el plan, como la creación de un enlace de transporte entre Gaza y Cisjordania, así como la dotación de una mayor capacidad a la estación de energía de Gaza para abordar los reiterados cortes de electricidad. 

La presentación de la parte política del plan estaba prevista para noviembre, si bien es probable que se adelante durante este mes de octubre tras las declaraciones de Pompeo. La solución política es lo que más suspicacias ha levantado dentro de la comunidad palestina, debido a la falta de información y al hermetismo que ha rodeado a esta sección del plan, considerada clave para la estabilización del conflicto palestino-israelí. 

El presidente de EEUU, Donald Trump, junto a su equipo, incluido Jared Kushner (segundo por la derecha), en una reunión con el rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Khalifa, en Riad, Arabia Saudí, el 21 de mayo de 2017

En esta materia, la postura saudí ha ido virando hacia la apertura con el Gobierno de Netanyahu desde el rechazo total a la ocupación por parte del Ejecutivo israelí de los territorios palestinos. Así, en la conferencia de Bahréin estaba presente el ministro de Estado de Asuntos de Arabia Saudí, Adel al-Jubeir, quien aseguraba, entonces, que independientemente del plan estadounidense, eran -y son- los palestinos “los que tienen la decisión final en esto, porque es su problema”. Por ello, abordar el proceso político para resolver el conflicto con Israel era -y es- “extremadamente importante”, en palabras del ministro. 

Más recientemente, cuando el primer ministro israelí -ahora en funciones- Benjamin Netanyahu declaró en plena campaña electoral que se anexionaría el Valle del Jordán si era reelegido, la Corte Real saudí calificó esta pretensión como “una escalada muy peligrosa contra el pueblo palestino” y como “violación flagrante de la carta de la ONU y los principios de derecho internacional”. Estas declaraciones seguían la línea de política exterior saudí en esta cuestión, que, básicamente, ha consistido en rechazar tradicionalmente los planes israelíes de anexionarse sus territorios aledaños y la injerencia de este país sobre la soberanía palestina. 

Entonces, ¿a qué se debe este giro en la retórica de Bin Salman? La respuesta a esta pregunta estaría motivada por la reciente escalada de tensión entre Arabia Saudí -y su aliado en la Casa Blanca- e Irán. Los ataques de hace dos semanas contra el centro neurálgico petrolero del Reino, las refinerías de Saudi Aramco, elevaron la inestabilidad de la región hasta niveles casi desconocidos. Riad, junto con Washington y la esfera comunitaria europea, acusaron directamente a Teherán de ser el responsable de la ofensiva que produjo el recorte del 5% de la producción de crudo mundial -ya recuperada-, una denuncia que fue refutada, de forma categórica, por los máximos líderes iraníes. 

Saudi Aramco

Ante este escenario, EEUU y Arabia Saudí -también Emiratos Árabes Unidos (EAU), reforzaron su cooperación en un frente común contra Irán. El pasado 21 de septiembre, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció el envío de 200 efectivos a territorio saudí, un despliegue de naturaleza “defensiva” encargado de tareas de defensa aérea antimisiles. “El propósito del apoyo defensivo adicional es el siguiente: primero, enviar un mensaje claro de que Estados Unidos apoya a nuestros socios en la región. En segundo lugar, para garantizar el libre flujo de recursos necesarios para apoyar la economía global. Y tercero, para demostrar nuestro compromiso de mantener el orden internacional basado en normas que siempre hemos pedido a Irán que obedezca”, explicó el secretario de Defensa, Mark T. Esper, en rueda de prensa. 

Pero no solo Arabia Saudí aseguró el apoyo estadounidense, sino que también se acercó a Israel -en un movimiento sin precedentes- para lanzar una ofensiva contra las posiciones de las fuerzas Quds, cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, y de la milicia iraquí pro-iraní Hashd al-Shaabi o Fuerzas de Movilización Popular (PMF, por sus siglas en inglés), ubicadas en la ciudad siria de Albu Kamal y en otras áreas cerca de la frontera entre Irak y Siria. El 19 de septiembre, fueron vistos “aviones de combate saudíes junto con otros aviones de combate” que atacaron “instalaciones y posiciones pertenecientes a las milicias iraníes”, reveló The Independent.

De acuerdo con dicha fuente, “los aviones de combate saudíes, incluidos los aviones [de otros países, entre ellos, Israel], monitorearon los cambios en las posiciones de las milicias iraníes, especialmente las de la fuerza Quds en Albukamal y otras zonas fronterizas, destruyendo depósitos, baterías, misiles y una base de drones. Todo ello se cree que Irán iba a utilizarlo para atacar otros objetivos saudíes después de atacar a Saudi Aramco”. Esto implicó que Arabia Saudí e Israel materializaran, juntos, la primera represalia directa contra intereses iraníes tras los ataques contra Saudi Aramco. 

U.S NAVY via REUTERS  -   Aviones F-15C de la Real Fuerza Aérea Saudí vuelan en formación con los F-15C de la Fuerza Aérea de Estados Unidos

De esta forma, “una convergencia de intereses entre los países árabes del Golfo Pérsico e Israel sobre cómo combatir a Irán ha vigorizado el impulso de la normalización”, explica la analista Loveday Morris a Washington Post. En este medio, también se ha manifestado el rabino Abraham Cooper, decano asociado del Centro Simon Wiesenthal, quien asegura que “Irán está ayudando a unir a los estados árabes y los israelíes ‘debido a la amenaza existencial’”.

Esto habría seguido los pasos marcados por la política exterior israelí sobre la región en los últimos meses. Según explica The Times of Israel, “el Gobierno de Netanyahu ha estado llevando a cabo amplias negociaciones diplomáticas con Arabia Saudí y otros gobiernos árabes en un intento por convencerlos de establecer relaciones diplomáticas con Israel, más de medio siglo después de los Seis Días Guerra que vio a Israel ocupar Cisjordania y los Altos del Golán”. Un acercamiento que también habría provenido de parte saudí: “Arabia Saudí ha ampliado los lazos secretos con Israel bajo el joven príncipe heredero, quien ha dejado en claro que él y los israelíes se encuentran en el mismo frente para contrarrestar a Irán y su creciente influencia en Oriente Medio”, continúa la publicación.

Según explica MEMO, en el mes de junio, un diplomático saudí le dijo a Globes que normalizar las relaciones entre Arabia Saudí e Israel sería solo “cuestión de tiempo”, reconociendo, también, la existencia de lazos secretos israelí-saudÍes y que el Reino estaba utilizando tecnologías israelíes.

A pesar de esta tendencia dirigida hacia un mayor entendimiento, existen voces en Israel que se muestran reticentes a la instauración de relaciones con Riad. De acuerdo con Jerusalem Post, el jefe del servicio de inteligencia israelí Mossad, Yossi Cohen, se ha mostrado en contra de suministrar hardware y software de inteligencia desarrollado a Arabia Saudí para combatir a los drones iraníes que han amenazado el Reino desde hace más de medio año. 

Pompeo y bin Salman

En cualquier caso, “si las relaciones entre Arabia Saudí e Israel continúan fortaleciéndose, los analistas no deberían sorprenderse. Las dos naciones están de acuerdo sobre los conflictos de la región y el papel de Irán, y perciben lo que consideran las mismas amenazas emergentes; por que han dejado de lado las diferencias religiosas e ideológicas en un momento de hostilidades sin cesar en la relación de Irán con Arabia Saudí e Israel”, exponen los expertos Giorgio Cafiero y Lorenzo Carrieri en Consortium News.

Además, esto llevará acarreado dos implicaciones en el tablero global: por un lado, sobre el denominado conflicto árabe-israelí, que se va “difuminando”: “A medida que la mayoría de los otros estados del CCG [Consejo de Cooperación del Golfo] se unan a Riad para normalizar las relaciones con Israel, con Egipto y Jordania estableciendo lazos diplomáticos oficiales hace décadas, cada vez está más claro que, a pesar de que algunos palestinos, libaneses y sirios siguen oponiéndose militantemente a Israel, ya no es un ‘Conflicto árabe-israelí’”, aseveran los analistas. 

Por otro lado, sobre la gestión del presidente estadounidense, Donald Trump, en la región, que vería un éxito con establecimiento de lazos entre los dos países: “Si Arabia Saudí (o cualquier estado del CCG) e Israel normalizan oficialmente las relaciones, marcaría una gran victoria diplomática para la Administración Trump, que los ha estado presionando para que se acerquen y se unan contra la amenaza iraní percibida. Si esto sucede antes de las elecciones presidenciales de 2020, Trump podría reclamar un logro decisivo en el escenario internacional”, concluyen Cafiero y Carrieri.
 

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