En la tarde del lunes 2 de octubre, los medios de comunicación argelinos difundieron un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores en el que se anunciaba, a bombo y platillo, que Ahmed Attaf había conseguido convencer a los nigerinos de la mediación argelina en la crisis que vive su país desde el golpe de Estado del 26 de julio. Menos de veinticuatro horas después, Niamey reaccionó con una bofetada mordaz

Argelia: un revés de Níger

PHOTO/Russian Foreign Ministry via REUTERS - El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune
photo_camera PHOTO/Russian Foreign Ministry via REUTERS - El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune

Mientras Tebboune no cesaba de proclamar alto y claro que rechazaba cualquier mediación en el conflicto que le enfrentaba a Marruecos, al tiempo que rechazaba en más de una ocasión el diálogo directo propuesto por su vecino occidental, el Gobierno argelino redoblaba sus esfuerzos para ofrecer su mediación a las facciones palestinas, Rusia y Ucrania, y más recientemente a los nigerinos, cuyo país está sumido en una crisis tras el golpe de Estado del 26 de julio.

Mucho antes que Tebboune, los sucesivos dirigentes del Estado argelino desde 1992 rechazaron cualquier mediación extranjera en la crisis surgida al interrumpirse el proceso electoral democrático el 12 de enero de 1992. En un momento en que el pueblo argelino sufría las agonías de una guerra civil que dejó más de 250.000 muertos y 20.000 desaparecidos, por no hablar de las secuelas que aún perduran, los dirigentes argelinos rechazaron todas las ofertas de mediación hechas por terceros, por considerar que se trataba de un asunto interno que debía resolverse entre argelinos. Un asunto que nunca se ha resuelto. 

El régimen actual sigue padeciendo la desafección popular y el país continúa sumido en una crisis latente marcada por las detenciones diarias, el encarcelamiento de varios centenares de personas y la prohibición de toda vida asociativa y militante. El régimen se niega también a actuar como mediador de buenos oficios para cerrar definitivamente la cuestión del Sáhara ante las instancias de la ONU, al igual que se niega a participar en las mesas redondas propuestas por la ONU entre Marruecos, Argelia y el Polisario, como recordó recientemente Omar Hilale, embajador de Marruecos ante la ONU, a su homólogo argelino.

Mientras rechaza toda mediación en los conflictos en los que está directamente implicado y rechaza todas las ofertas de diálogo, el régimen argelino insiste obstinadamente en desempeñar el papel de protagonista en otros conflictos. Por ejemplo, aborda la dura cuestión de las disensiones perpetuas entre las facciones palestinas sin conseguir ir más allá de un cuscús en Argel y un apretón de manos entre los principales dirigentes palestinos. 

PHOTO/AFP - Partidarios ondean banderas de Níger mientras se reúnen en apoyo de la junta de Níger frente a la Asamblea Nacional en Niamey el 30 de julio de 2023
PHOTO/AFP - Partidarios ondean banderas de Níger mientras se reúnen en apoyo de la junta de Níger frente a la Asamblea Nacional en Niamey el 30 de julio de 2023

Sin aprender del fracaso de esta mediación fallida, a pesar de que Argelia goza de una gran estima a los ojos y en el corazón de los palestinos, Tebboune, contra todo pronóstico y sin duda presa de la euforia de la acogida que le dispensó Vladimir Putin en Moscú, lanzó la iniciativa argelina para poner fin a la guerra ruso-ucraniana que se prolonga desde el 24 de febrero de 2022. Una iniciativa que ha sido calificada de mortinata, ya que su iniciador no ha ido más allá de un simple anuncio de intenciones. 

Es cierto que la guerra entre Rusia y Ucrania es de una escala completamente diferente. Es demasiado grande para un régimen que ni siquiera puede proporcionar a su pueblo el mínimo de alimentos básicos. Ni siquiera agua en los grifos domésticos. Por no hablar de la desconexión total entre el pueblo argelino y los dirigentes que se le han impuesto mediante el fraude electoral y la represión. El golpe de Estado perpetrado el 26 de julio por una facción del Ejército nigerino para derrocar al presidente Mohamed Bazoum y la crisis subsiguiente parecían hechos a medida para que el poder en Argel pudiera reclamar la mediación entre las partes en conflicto. Tras varios contactos y algunas peregrinaciones del ministro de Asuntos Exteriores, Argel anunció el 2 de octubre que había conseguido que se aceptara su plan para poner fin a la crisis.

PHOTO/@PresidenceNiger - El presidente de Níger, Mohamed Bazoum
PHOTO/@PresidenceNiger - El presidente de Níger, Mohamed Bazoum

Menos de veinticuatro horas después de este anuncio, Niamey emitió un desmentido categórico, afirmando que el periodo transitorio propuesto por Argelia sólo podía ser determinado y fijado por los nigerinos. Con un poco más de perspicacia, Argel nunca habría insistido en desempeñar un papel que apenas le conviene. La CEDEAO se lo había dejado claro no hace mucho cuando le dijo que la mediación argelina no era bienvenida. Así lo confirmó el ministro de Asuntos Exteriores de Bazoum. Pero el empecinamiento de Bazoum en intentar anotarse unos puntos para restaurar su empañada reputación acabó en humillación.

Sí, una auténtica bofetada de la que Argelia bien podría haberse librado, ya que sigue coleccionando fracasos y reveses en todos los ámbitos de la escena internacional, los más recientes y mordaces de los cuales fueron la negativa de los países BRICS a aceptar su candidatura, seguida de su reciente retirada de la carrera por organizar las ediciones de 2025 y 2027 de la Copa Africana de Naciones. Anteriormente, Argel ni siquiera había conseguido que su candidato entrara en el Comité Ejecutivo de la CAF, al ser derrotado estrepitosamente por Libia, cuyo fútbol no tiene nada que envidiar al de su vecino argelino. Pero eso no impidió que el candidato libio se impusiera a su rival argelino por 38 votos a 15, es decir, el doble de votos más ocho de propina. Esto da una idea del lugar que ocupa actualmente Argelia en la escena africana bajo el liderazgo del tándem Tebboune-Chengriha.

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