La Argentina de Alberto Fernández acaba de colocar en órbita la última pieza de un proyecto espacial italo-argentino que se remonta a julio de 2005, cuando Néstor Kirchner ocupaba la Casa Rosada de Buenos Aires y Silvio Berlusconi residía en el Palacio Chigi de Roma, sede oficial del primer ministro.
En la madrugada de este lunes, 31 de agosto, a las 01:18 hora peninsular española, un lanzador Falcón 9 de la compañía norteamericana SpaceX ‒cuyo principal accionista es el magnate Elon Musk‒, ha despegado desde la base espacial de Cabo Cañaveral (estado de Florida) y ha puesto en órbita el satélite radar argentino SAOCOM 1B, acrónimo de Satélite Argentino de Observación de la Tierra Con Radar de Microondas.
Exactamente 14 minutos y 13 segundos después del despegue, la astronave del gran país del cono sur se ha soltado del cohete a 609 kilómetros de altura, para posicionarse por su propio impulso en su posición orbital definitiva a 620 kilómetros, en las cercanías, pero en distinto plano orbital que su hermano gemelo SAOCOM 1A ‒en el espacio desde el 8 de octubre de 2018‒ y los cuatro ingenios COSMO-SkyMed que controla el Gobierno de coalición de Giuseppe Conte.

Los seis satélites conforman el llamado Sistema Ítalo-Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE), la primera constelación euroamericana de observación de la Tierra por radar. El conjunto consigue un enorme ancho de visión sobre la Tierra, lo que permite repetir imágenes de una misma zona en tan solo 12 horas.
Sus radares pueden apreciar los detalles de la superficie aunque el cielo esté nublado o sea de noche, lo que resulta de gran importancia para detectar derrames de hidrocarburos en el mar y el seguimiento, gestión y mitigación de catástrofes, tales como incendios, inundaciones, terremotos, huracanes o desastres medioambientales.

Los dos ingenios argentinos miran la Tierra con radares de apertura sintética o SAR en banda L, lo que significa que emiten pulsos de microondas de 23 centímetros de longitud de onda, que penetran en el follaje de cultivos y en los troncos de los árboles, registran el agua existente sobre el suelo y pueden determinar, por ejemplo, el grado de humedad de importantes zonas de terreno. Gracias a poder recoger hasta 225 imágenes radar diarias, son especialmente idóneos para aplicaciones relacionadas con la mejora de la agricultura y la gestión de los recursos hídricos.
En cambio, los cuatro COSMO-SkyMed italianos observan con radares en banda X ‒lo que supone que lanzan pulsos de microondas de 3 centímetros de longitud de onda‒ que se reflejan en las copas de los árboles, en la superficie del suelo o de los hielos, lo que les hacen más apropiados para aplicaciones de seguridad, defensa e inteligencia y, en menor medida, para labores de medio ambiente y agricultura. En banda X también funciona el satélite radar SAR español Paz del operador Hisdesat, puesto en órbita en febrero de 2018 y en servicio desde septiembre del mismo año, que desde entonces proporciona imágenes a las instituciones oficiales, en especial al Ministerio de Defensa.
Los ojos electrónicos de SAOCOM que miran en X y los de COSMO-SkyMed que observan en L “ven” cosas muy distintas y de diferente modo. Estas particularidades permiten obtener un tercer catálogo de servicios, una vez que los analistas en tierra han utilizado sofisticados programas informáticos para integrar las imágenes y los datos procedentes de los dos modelos de radares.

La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), la Agencia Espacial de Argentina propietaria del satélite, trasladará al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria los datos obtenidos sobre humedad de suelo para ayudar a los agricultores argentinos a la siembra, fertilización y riego de la soja, maíz, girasol y trigo, cultivos que generan cerca del 40% de las exportaciones argentinas. También servirán para el control fitosanitario, en especial para la lucha contra la fusariosis de las espigas del trigo, enfermedad provocada por un hongo que surge con ocasión de lluvias frecuentes y temperaturas cálidas y asola las plantaciones.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) facilitó en agosto de 2019 un crédito de 54 millones de euros para financiar los costes de finalización de la construcción del SAOCOM 1B, su lanzamiento al espacio y la actualización del software para mejorar la gestión de riesgos de desastres y producción agrícola. Según estudios del BID, en la provincia y la ciudad de Buenos Aires se concentra más del 50% del PIB del país, las zonas propensas a inundaciones generan el 30% de su aportación al Producto Geográfico Bruto.

El director ejecutivo de la CONAE, Raúl Kulichevsky, ha seguido el despegue desde Cabo Kennedy. Ha encabezado el grupo de 18 técnicos argentinos que han acompañado al satélite hasta Estados Unidos desde la sede de INVAP, en la localidad de Bariloche ‒en la Patagonia‒ el lugar donde la misión SAOCOM ha sido diseñada “por argentinos para la Argentina”, recalca Kulichevsky.
Con 3 toneladas de peso, el SAOCOM-1B se distingue por su gran antena radar de 35 metros cuadrados que pesa 1,5 toneladas ‒la mitad del satélite‒ y está formada por 7 estructuras laminares que miden 10 x 3,5 metros. Tres paneles solares alimentan de energía eléctrica los diferentes equipos a bordo, que se encuentran en un cuerpo central en forma de caja de 4,7 x 1,2 metros que sujeta todo el conjunto.

A su fabricación y a la formación de técnicos argentinos ha contribuido la Agencia Espacial Italiana (ASI) y la empresa Telespazio; junto con “80 empresas y entidades argentinas”, aseguran las fuentes oficiales de Buenos Aires, como Veng, la Universidad Nacional de Río Cuarto o la Comisión Nacional de Energía Atómica, que desarrolló los paneles solares y la antena radar de apertura sintética.
El despegue del SAOCOM 1B estaba previsto para mediados de marzo, pero la pandemia de la COVID-19 provocó que Estados Unidos retrasara todos los lanzamientos, salvo los calificados de interés nacional. Después de varias cancelaciones, se fijó el despegue para el 31 de agosto, tras postergar el disparo de un satélite secreto del Pentágono a causa de las tormentas ocasionales que se abaten sobre Florida tras el paso del huracán Laura.

Los Gobiernos de Roma y Buenos Aires se han planteado un SIASGE II, que estará integrado por la segunda generación de satélites italianos COSMO-SkyMed y argentinos SAOCOM 2. Mientras que la situación económica del Gobierno de Alberto Fernández pone en entredicho la financiación de nuevas plataformas argentinas, el primer COSMO-SkyMed NG ya está en órbita. Despegó el 18 de diciembre de 2019 desde la Guayana francesa, en el mismo vuelo en que se colocó en el espacio el satélite científico CHEOPS construido en España por Airbus para la Agencia Espacial Europea (ESA).

El programa SAOCOM no es la primera iniciativa espacial argentina. La primera plataforma de observación de la Tierra fue el llamado Satélite de Aplicaciones Científicas o SAC-C, que se lanzó en noviembre de 2000 desde la base norteamericana de Vandenberg (California). De 485 kilos, llevaba tres cámaras ópticas y diversos equipos de Estados Unidos, Italia, Dinamarca, Francia y Brasil para aportar información y datos en tiempo real sobre la totalidad del territorio y las aguas territoriales argentinas y los países limítrofes.